Sokolov ofrece su visi¨®n individualista del piano en Espa?a
El int¨¦rprete ruso realiza una gira por siete ciudades con recitales y conciertos
"No". Es la respuesta favorita de Grigori Sokolov (San Petersburgo, Rusia, 1950). Decir no para luego dar una contestaci¨®n propia, que huye de los convencionalismos, pero suya, ¨²nica. Como su visi¨®n del piano, una de las m¨¢s en¨¦rgicas y radicalmente individualistas que existen hoy en el panorama mundial de este instrumento y que el int¨¦rprete acerca durante dos semanas a siete ciudades espa?olas.
Sokolov ofreci¨® su primer concierto el martes en Madrid, sigue hoy en A Coru?a y ma?ana en Santiago con la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia, dirigida por V¨ªctor Pablo P¨¦rez, con el Concierto n¨²mero 5 de Beethoven. Continuar¨¢ en solitario por Zaragoza (el d¨ªa 8), Salamanca (d¨ªa 10), Valencia (d¨ªa 12) y Sevilla (d¨ªa 14). En las ciudades donde toca solo har¨¢ el mismo programa que hizo en Madrid, donde el martes cerr¨® el ciclo Grandes int¨¦rpretes, organizado por Scherzo y patrocinado por EL PA?S, con media hora de aplausos y cinco propinas.
Sokolov, m¨²sico entregado a su instrumento sin que eso le haga perder sentido del humor, vegetariano de los que toman leche y poeta radical de la esencia individualista del piano, encendi¨® al Auditorio Nacional con tres sonatas de Beethoven -la 9, 10 y 15-; una novedad en Espa?a, las Seis danzas del turco Komitas y una exhibici¨®n cara de o¨ªr hoy: la Sonata n¨²mero 7, de Prokofiev, una de las piezas m¨¢s endiabladas del repertorio que Sviatoslav Richter estren¨® en los a?os cuarenta.
El pianista comienza con su cat¨¢logo de negativas. ?En d¨®nde estriba la principal dificultad de esta sonata? "No, no es dif¨ªcil", dice. "Quiero decir que no es dif¨ªcil tocarla, pero s¨ª lo es tocarla bien", dice. "El tercer movimiento es especialmente complicado, porque t¨² tienes una idea y lo ves, pero cuando crees que la has alcanzado, se aleja m¨¢s y m¨¢s".
Richter la aprendi¨® en cuatro d¨ªas, dicen. "Yo no, no, no, cuanto m¨¢s tiempo empleas en ella mejor sale. Para la profundidad necesitas tiempo. Es complicado en esta sociedad. Tenemos comida r¨¢pida, pero todav¨ªa, menos mal, no nos ha llegado la m¨²sica r¨¢pida". En el territorio cl¨¢sico, se entiende. ?l se toma su tiempo. No ofrece al a?o m¨¢s de 70 actuaciones. "Es bastante".
Muchos contemplan en su interpretaci¨®n de las sonatas de Beethoven una concepci¨®n cl¨¢sica que llega de Haydn y se aleja del romanticismo. "No, no s¨¦ qu¨¦ significa cl¨¢sico y qu¨¦ rom¨¢ntico. A Beethoven no se le puede etiquetar, est¨¢ ¨¦l y su propio mundo; es como Chopin, decir Chopin ya es suficiente calificativo y demasiado bello en ambos casos". Bach y los dos compositores son sus grandes bazas. Por eso emplea al hablar de ellos su visi¨®n ferozmente individualista, que tambi¨¦n emplea como coartada para negar m¨¢s cosas. Como por ejemplo su definici¨®n de la escuela rusa. "No existe, jam¨¢s ha existido, s¨®lo la personalidad de cada pianista sirve; nunca han existido escuelas".
Cuenta que tom¨® la decisi¨®n m¨¢s importante de su vida con cinco a?os: "Hasta los cuatro yo era director de orquesta, ten¨ªa un podio en casa, dirig¨ªa todos los discos que me pon¨ªan". A los cinco, al ver que el ni?o val¨ªa, le compraron un piano. "Entonces decid¨ª que me dedicar¨ªa a esto".
Tambi¨¦n niega la flexibilidad y afirma que ¨¦sta es una carrera para solitarios: "Un pianista no puede ser flexible, ni cambiante; es ¨¦l y est¨¢ solo en el escenario. No se pueden llevar m¨¢scaras; en la vida, s¨ª, pero en la m¨²sica es imposible", dice. Tampoco echa de menos el di¨¢logo entre instrumentos. "Para dialogar est¨¢ mi cuerpo, mi mano izquierda con la derecha y mis piernas igual; hacemos tres cosas a la vez, y eso es bastante di¨¢logo".
Babelia
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