Hombre y rat¨®n comparten el 99% de sus genes
200 cient¨ªficos de 12 pa¨ªses presentan el genoma del rat¨®n - El enorme parecido gen¨¦tico a nuestra especie acelera la investigaci¨®n de las enfermedades - El estudio es p¨²blico y de acceso libre
Cuando los dinosaurios estaban a punto de extinguirse, a finales del periodo cret¨¢cico, los ratones y los humanos eran la misma cosa, un mam¨ªfero primitivo bastante parecido a un roedor actual. Los dos linajes se separaron hace 75 millones de a?os, y mientras uno sufr¨ªa pocas modificaciones y daba lugar a los actuales ratones, el otro dio origen a los primates, a los hom¨ªnidos y finalmente a nuestra especie. Pero, seg¨²n los datos conocidos ahora, hizo todo eso sin necesidad de inventar novedosas estrategias gen¨¦ticas. Los ratones y los humanos -y probablemente todos los dem¨¢s mam¨ªferos- se construyen con (casi) la misma bater¨ªa de unos 30.000 genes.
?sta es s¨®lo una de las conclusiones del monumental trabajo que presenta hoy en Nature el Consorcio para la Secuenciaci¨®n del Genoma del Rat¨®n, que agrupa a m¨¢s de 200 cient¨ªficos de 12 pa¨ªses, coordinados por los centros de investigaci¨®n gen¨®mica de la Universidad de Washington en Saint Louis, el Instituto Whitehead del Massachussets Institute of Technology (ambos en Estados Unidos) y el Instituto Sanger de Cambridge (Reino Unido), financiado por la fundaci¨®n no lucrativa brit¨¢nica Wellcome Trust. Es un proyecto enteramente p¨²blico, y los datos ya son accesibles y gratuitos para cualquier investigador.
Los ratones y los humanos se construyen con casi la misma bater¨ªa de 30.000 genes
De hecho, los cient¨ªficos de todo el mundo no han tenido que esperar hasta hoy para utilizar esos datos, ya que el consorcio los ha ido haciendo p¨²blicos en sus webs a medida que los obten¨ªa. En los ¨²ltimos seis meses, el Instituto Sanger de Cambridge ha atendido seis millones de consultas de secuencias de humano y rat¨®n. Los mayores dividendos cient¨ªficos se obtienen de la comparaci¨®n de ambas.
El genoma del rat¨®n mide 2.500 millones de bases (unidades del ADN), algo menos de las 2.900 que mide el humano. El consorcio ha descrito el orden exacto (secuencia) del 95% de esas bases. S¨®lo una peque?a fracci¨®n del genoma son genes, segmentos de ADN cuya secuencia contienen la informaci¨®n para fabricar una prote¨ªna (v¨¦ase gr¨¢fico). Encontrar los genes en el pajar del genoma es lo que se llama anotaci¨®n, y constituye un intrincado problema inform¨¢tico.
La anotaci¨®n del genoma humano presentada el a?o pasado era imperfecta. Los genes est¨¢n distribuidos en peque?os segmentos (exones) separados por largos tramos de ADN sin sentido, y no es dif¨ªcil que algunos se les escapen a los programas inform¨¢ticos de rastreo. Pero la posibilidad de comparar los genomas del humano y el rat¨®n ha eliminado gran parte de este problema: por muy rodeados de basura que est¨¦n, los exones saltan a la vista en la comparaci¨®n porque son muy parecidos en ambas especies.
Gracias a esto, y con la ayuda de un nuevo programa de comparaci¨®n de secuencias dise?ado por los ¨²nicos tres cient¨ªficos espa?oles que forman parte del consorcio (v¨¦ase p¨¢gina siguiente), se han podido identificar 1.200 genes humanos previamente inadvertidos, y pulir muchos otros errores de anotaci¨®n. Tras a?adir los nuevos genes y eliminar los falsos positivos, los cient¨ªficos del consorcio, entre los que se incluyen los principales responsables del anterior proyecto genoma humano p¨²blico, se reafirman en la cifra de 30.000 genes humanos que avanzaron el a?o pasado.
Allan Bradley, del Instituto Sanger, comenta en Nature: "Aunque las diferencias anat¨®micas entre el rat¨®n y el ser humano son espectaculares, no suelen reflejar m¨¢s que alteraciones en la forma y el tama?o. El an¨¢lisis detallado de los ¨®rganos, los tejidos y las c¨¦lulas revela muchas similitudes, que se extienden a los sistemas org¨¢nicos completos, las funciones fisiol¨®gicas, la reproducci¨®n, el comportamiento y las enfermedades".
Bradley cita un ejemplo bien estudiado: los ratones con mutaciones en un gen llamado p53 muestran una propensi¨®n al c¨¢ncer muy similar, si no id¨¦ntica, a la que sufren los humanos con mutaciones en el mismo gen. Las esperanzas de encontrar un f¨¢rmaco que pueda eliminar esa propensi¨®n se ven multiplicadas por toda la bater¨ªa de experimentos que se pueden hacer en el rat¨®n (y no en el humano): inactivar el gen, repararlo, modificarlo en el tubo de ensayo y reintroducirlo en el animal, averiguar d¨®nde y cu¨¢ndo est¨¢ activo, probar mol¨¦culas que bloqueen su efecto, examinar qu¨¦ otros genes pueden compensarlo y muchas m¨¢s.
El descubrimiento de que casi todos los genes humanos tienen un equivalente en el rat¨®n permitir¨¢ dise?ar estrategias experimentales parecidas para casi todos los genes implicados en alguna enfermedad humana, o en cualquier proceso biol¨®gico de inter¨¦s en nuestra especie. Viene a ser como multiplicar p53 por 30.000.
Uno de los trabajos presentados hoy en Nature por equipos de Nueva York, Marsella, Friburgo y Berl¨ªn ilustra otra de las posibilidades abiertas por la gran proximidad gen¨®mica entre humanos y ratones. La trisom¨ªa 21 (la presencia de tres cromosomas 21 en cada c¨¦lula de una persona, en lugar de los dos normales) est¨¢ asociada al s¨ªndrome de Down, la principal causa gen¨¦tica de retraso mental. El cromosoma 21 contiene 238 genes, lo que dificulta enormemente la investigaci¨®n de este s¨ªndrome. ?Cu¨¢les de estos genes son responsables del s¨ªndrome y c¨®mo lo producen?
Cuando se tiene un gen y no se sabe nada de ¨¦l, algunas de las mejores pistas vienen de averiguar d¨®nde y cu¨¢ndo se activa. Obtener esa informaci¨®n es penoso en humanos, pero pura rutina en ratones, de modo que los investigadores han tomado los equivalentes en el roedor de los 238 genes del cromosoma 21 humano y han mirado d¨®nde y cu¨¢ndo se activan. Como el s¨ªndrome de Down causa anomal¨ªas craneofaciales y malformaciones cerebrales, se han centrado en los genes que se expresan en el cerebro y el cr¨¢neo durante los periodos cr¨ªticos del desarrollo, y ya tienen varios genes altamente sospechosos.
Tres claves para explicar las diferencias
Una vez descubierto lo mucho que nos parecemos a los ratones, el gran reto es vislumbrar en qu¨¦ nos distinguimos de ellos. Las respuestas pueden clasificarse en tres categor¨ªas.1. Compartimos el 99% de los genes, pero queda un 1% (unos 300 genes) peculiar de cada especie. ?Est¨¢ en ellos la clave? Es improbable. Los genes m¨¢s importantes -los que regulan a muchos otros genes, los que definen estrategias de desarrollo, los que permiten comunicarse entre s¨ª a grandes grupos de c¨¦lulas- son comunes a todos los animales, y desde luego a todos los mam¨ªferos. No es esperable que los genes peculiares de una especie puedan hacer algo muy relevante, como generar un cerebro decenas de veces mayor que el del rat¨®n.2. El 99% de los genes humanos tiene al menos un equivalente en el rat¨®n, y el 99% de los genes del rat¨®n tiene al menos un equivalente en la especie humana, pero algunos genes est¨¢n "amplificados" en cada especie: han sacado copias de s¨ª mismos, y cada copia ha ido acumulando algunas modificaciones. ?ste es un proceso muy com¨²n en la evoluci¨®n, pero tampoco parece albergar las grandes claves, al menos en este caso. Los genes amplificados en el rat¨®n est¨¢n relacionados con el sentido del olfato, la inmunidad y los mecanismos de atracci¨®n sexual y reproducci¨®n. Estas amplificaciones, por tanto, reflejan adaptaciones evolutivas al peculiar estilo de vida de los roedores, a los agentes infecciosos que m¨¢s les perturban, a sus preferencias de apareamiento y otros fen¨®menos locales.3. En el sentido utilizado en estas comparaciones gen¨®micas, un "gen" es la informaci¨®n que se usa para fabricar una prote¨ªna. Pero al lado de cada gen hay secuencias de ADN que se ocupan de decirle al gen d¨®nde y cu¨¢ndo debe activarse (las zonas reguladoras). Estas zonas han sufrido grandes alteraciones a lo largo de la evoluci¨®n, y la hip¨®tesis favorita de muchos cient¨ªficos es que esos cambios son los verdaderos responsables de las espectaculares diferencias entre las especies. Si un gen que dirige un proceso de desarrollo sufre un cambio en sus zonas reguladoras, puede empezar a activarse en lugares o tiempos in¨¦ditos y disparar all¨ª el mismo proceso que dirig¨ªa antes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.