Giscard y los obispos
Se ha producido la paradoja de que haya sido un ex presidente franc¨¦s (Libert¨¦, Egalit¨¦ et Fraternit¨¦) el que formule como elemento referente de la futura Constituci¨®n europea el cristianismo. Y es para felicitarse, y parad¨®jico tambi¨¦n, que haya sido la ministra de Asuntos Exteriores -la que hace unas fechas fue con mantilla a la canonizaci¨®n de Escriv¨¢ de Balaguer en el Vaticano-, quien haya declarado que la Constituci¨®n Europea ha de ser laica.
El desvar¨ªo de Giscard facilita entender a los transpirenaicos por qu¨¦ en Francia la extrema derecha se ha convertido en un serio riesgo. Por el contrario, uno acepta con cierta sorpresa, y mayor admiraci¨®n, el discurso laico que a favor de la Constituci¨®n espa?ola hace la Conferencia Episcopal en el tratamiento del terrorismo, que encaja con el testimonio laico de nuestra ministra de mantilla y peineta. Lo que no parece tan coherente es el despiste de nuestra progres¨ªa que comulga con los posicionamientos tradicionalistas (religi¨®n y tradici¨®n) de los obispos que rechazaron el documento de la Conferencia Episcopal, que, todo hay que decirlo, estar¨ªan m¨¢s de acuerdo con la pol¨ªtica Vaticana a favor de la Europa de los pueblos, especialmente esgrimida cuando la URSS exist¨ªa. Estos, los obispos detractores, respondiendo a las creencias de sus asambleas diocesanas, llevan tiempo enalteciendo los referentes culturales, en los que entra de forma decisiva la religi¨®n, y defendiendo su hegemon¨ªa en el marco legal que debe regir la convivencia entre los individuos.
Y esto no es nada progresista, porque la historia de la civilizaci¨®n democr¨¢tica europea, cuya g¨¦nesis est¨¢ en la Ilustraci¨®n, es la historia del dome?amiento de la religi¨®n y el tradicionalismo por el laicismo racionalista. La presencia de planteamientos religiosos y culturales en la identificaci¨®n de una sociedad pol¨ªtica la arrastra irremisiblemente hacia una reacci¨®n oprobiosa. Hubiera sido imposible la supervivencia de los Estados Unidos de Norteam¨¦rica, sociedad pol¨ªtica de aluvi¨®n demogr¨¢fico, si la religi¨®n u otros elementos culturales arraigados en el tradicionalismo hubieran limitado la convivencia democr¨¢tica. Ya lo intentaron los sure?os con sus nostalgias aristocr¨¢ticas y desencadenaron la guerra civil m¨¢s cruenta de la historia. Por cierto, a esa guerra acudi¨® el mejor bi¨®grafo que tuviera el general Zumalacarregui a seguir guerreando por la reacci¨®n, tras haber guerreado con ¨¦ste por todo lo ancho de Euskal Herria. Evidentemente, fue a luchar con los Estados Confederados del Sur.
La convivencia democr¨¢tica o es laica y racionalista o deja de ser democr¨¢tica. Forzar el sistema legal con elementos identitarios culturales o religiosos acaban por convertirlo en un sistema autoritario donde la libertad del individuo se ve sometida a los patrones culturales y religiosos del poder, y, por consiguiente, acaba convirtiendo la pluralidad democr¨¢tica en un espejismo. A pesar de alguna intromisi¨®n religiosa en la Constituci¨®n espa?ola de rango secundario, ¨¦sta acaba present¨¢ndose como civilizadora y liberal frente al plan de Ibarretxe, que se basa en la identidad del Pueblo Vasco, tal como concibe el nacionalismo esa sesgada identidad.
Sin embargo, no fue acertada la calificaci¨®n de marxista revolucionaria que hace para la ETA de hoy en d¨ªa el documento de la Conferencia Episcopal. Es verdad que hubo una ¨¦poca, como lo refleja el profesor Jos¨¦ Mar¨ªa Garmendia, en que se la pudo definir as¨ª; pero fue una ¨¦poca corta que ir¨ªa desde 1966 a 1972, momento de auge de la influencia de Argelia o del mito del Che Guevara. El marxismo revolucionario en los pa¨ªses ¨¢rabes, donde tuvo su mayor extensi¨®n, acab¨® derivando hacia el integrismo religioso. Hoy en d¨ªa, seg¨²n el profesor Fernando Reinares, los militantes de ETA se parecen mucho m¨¢s a los neonazis que a aquellos del marxismo revolucionario. El tiempo no pasa en balde y el culturalismo ¨¦tnico abertzale ten¨ªa que producir, tambi¨¦n, un resultado similar en el colectivo terrorista vasco y sus aleda?os. ETA, como fen¨®meno terrorista, surge durante el franquismo pero alcanza su estabilidad frente al sistema democr¨¢tico. Para entonces no tiene ninguna relaci¨®n con ideolog¨ªa laica o marxista. En algo le ten¨ªa que afectar a los obispos la mantilla y la peineta, haci¨¦ndole llegar a esta confusi¨®n menor.
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