De Auschwitz al 'gulag'
El d¨ªa en que naci¨® Imre Kert¨¦sz grandes se?ales no hab¨ªa. Corr¨ªa el a?o 1929, y el efecto domin¨® de la Depresi¨®n, que tuvo sus principales v¨ªctimas en Europa Central, a¨²n tardaba un poco en golpear. Pero cuando lleg¨®, en Alemania se convirti¨® en el mejor aliado de Hitler y en Hungr¨ªa volvi¨® cr¨ªtica la ya por s¨ª precaria situaci¨®n. Y no s¨®lo en el plano econ¨®mico. Este pa¨ªs, que en la Primera Guerra Mundial hab¨ªa perdido el 70% de su territorio y el 40% de su poblaci¨®n de lengua h¨²ngara, padec¨ªa una cr¨®nica crisis de identidad, que luego intentar¨ªa curar mediante una alianza precisamente con la Alemania nazi.
Por lo dem¨¢s, parec¨ªa que todo segu¨ªa como antes. Crec¨ªa la hierba, los proverbiales caf¨¦s, ba?os termales, restaurantes, teatros y cabar¨¦s de Budapest segu¨ªan siendo el eje de la vida social, y la literatura h¨²ngara estaba en uno de sus mejores momentos. Entre los astros de la ¨¦poca figuraba Dezs? Kosztol¨¢nyi (1885-1936), poeta, narrador y traductor (entre ellos, de Antonio Machado, Juan Ram¨®n, Alberti y Lorca), cuya extraordinaria novela, Alondra, ha sido traducida al castellano recientemente por Ediciones B. S¨¢ndor M¨¢rai (1900-1989) estaba en la cumbre de su carrera. De su pluma sal¨ªan sin cesar art¨ªculos de gran resonancia, novelas best sellers, ¨¦xitos teatrales y dietarios muy comentados. Ten¨ªa dos casas, dos mujeres y dos coches. Fue una voz que marcaba su ¨¦poca. Nadie pod¨ªa imaginar que esa estrella de la literatura magiar terminase quit¨¢ndose la vida a los 89 a?os, despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas de exilio cada vez m¨¢s amargo y precario. El rescate de su obra se convirti¨® en uno de los fen¨®menos editoriales de los ¨²ltimos a?os. Sus novelas, empezando con El ¨²ltimo encuentro, recorrieron Europa tan triunfales como en su d¨ªa el fantasma del comunismo, el mismo que luego le empujara a emigrar.
Pero antes que eso, ten¨ªan que pasar cosas a¨²n peores. En la Segunda Guerra Mundial, Hungr¨ªa perdi¨® bastante m¨¢s que territorios hist¨®ricos: 200.000 de sus soldados perecieron en el frente ruso y unos 560.000 jud¨ªos fueron exterminados, con la intensa colaboraci¨®n de las autoridades h¨²ngaras y en medio de la pasividad de la poblaci¨®n gentil. Entre las v¨ªctimas del terror nazi hab¨ªa destacados intelectuales, campeones ol¨ªmpicos, artistas, cient¨ªficos y varios de los m¨¢s grandes autores. Al mayor poeta de aquellos a?os, Mikl¨®s Radn¨®ti, le sobrevivieron unos poemas, escritos en id¨ªlicos hex¨¢metros, sobre su terrible cautiverio. Asesinaron tambi¨¦n al ensayista y novelista Antall Szerb, cuya deliciosa El viajero bajo el resplandor de la luna fue publicada en Espa?a el a?o pasado.
Seg¨²n los planes pol¨ªticos y las previsiones estad¨ªsticas, tambi¨¦n Imre Kert¨¦sz tendr¨ªa que haber sido exterminado. Apenas ten¨ªa 15 a?os cuando, en 1944, fue deportado a Auschwitz. Exactamente como el protagonista de Sin destino, su primera novela, e igual que su ¨¢lter ego, Kert¨¦sz logr¨® sobrevivir. Pero la experiencia del Holocausto lo marc¨® de por vida y le impuso un destino jud¨ªo que ¨¦l, nacido en el seno de una familia asimilada y no practicante, jam¨¢s hab¨ªa pensado vivir.
"Yo hab¨ªa vivido un destino determinado; no era mi destino pero lo hab¨ªa vivido", medita el adolescente h¨¦roe de Sin destino, cuando al volverse del campo intenta entenderse con algunos supervivientes de su familia y vecindad. "No comprend¨ªa c¨®mo no les entraba en la cabeza que ahora tendr¨ªa que vivir con ese destino, tendr¨ªa que relacionarlo con algo, conectarlo con algo, al fin y al cabo ya no pod¨ªa bastar con decir que hab¨ªa sido un error, una equivocaci¨®n, un caso fortuito o que simplemente no hab¨ªa ocurrido".
Perversamente, no le cost¨® de
masiado conectar con algo su intransmitible vivencia. Al liberarse de Auschwitz, se encontr¨® en medio de un nuevo horror. Para el reci¨¦n instaurado r¨¦gimen estalinista, ¨¦l era hijo de peque?oburgu¨¦s, un intelectual, un decadente. Volvi¨® a ser un enemigo: del pueblo, del Estado, de la redentora ideolog¨ªa oficial. Pero al menos no quer¨ªan aniquilarlo f¨ªsicamente.
Kert¨¦sz aventura que, parad¨®jicamente, esa nueva esclavitud le salvaba del destino de otros intelectuales sobrevivientes del Holocausto, como Paul Celan, Primo Levi, Jean Am¨¦ry o Tadeusz Borowsky. Lo explica en su diario de 1991, elocuentemente titulado Diario de galera.
"Me salv¨® del suicidio [...] la sociedad que, tras la vivencia del campo de concentraci¨®n, demostr¨® en la forma del llamado estalinismo que no se pod¨ªa ni hablar de libertad, liberaci¨®n, gran catarsis, etc¨¦tera, de todo aquello que los intelectuales, pensadores y fil¨®sofos de otras regiones del mundo m¨¢s afortunadas no s¨®lo mencionaban, sino en lo que a buen seguro tambi¨¦n cre¨ªan; me salv¨® la sociedad que me garantizaba la continuaci¨®n de una vida esclavizada y que de este modo exclu¨ªa tambi¨¦n la posibilidad de cometer cualquier error".
Despu¨¦s de los largos a?os del terror estalinista, la situaci¨®n empez¨® a mejorar sensiblemente. A partir de los sesenta, el pragmatismo y la tolerancia del comunismo goulash logr¨® integrar buena parte de la intelligentsia magiar. Pero aun as¨ª, que muchos de los m¨¢s grandes -el poeta Petri, el novelista Konr¨¢d, el pensador pol¨ªtico Bib¨®...- quedaron excluidos o autoexcluidos del rancho de goulash. Pero todos ellos fueron intelectuales disidentes, algo que no puede decirse de Imre Kert¨¦sz. "En contraposici¨®n a la gran mayor¨ªa", explica en su ensayo El intelectual superfluo, "no me interesaba c¨®mo vivir en este mundo, sino c¨®mo describirlo. Y la forma art¨ªstica mostraba este mundo tal como era para la experiencia humana: como un mundo rechazable. Por tanto, la cuesti¨®n no era para m¨ª si con ¨¦l o contra ¨¦l, pues mi respuesta era la siguiente: ni con ¨¦l ni contra ¨¦l, sino fuera de ¨¦l".
A pesar de mantenerse rigurosamente fiel a su ars poetica, a partir de los setenta, Kert¨¦sz se forj¨® cierta reputaci¨®n como traductor, entre otros, de Nietzsche, Wittgenstein, Freud, Hofmannsthal, Canetti y Joseph Roth. Pero tampoco esa mejora laboral cambi¨® su esencial condici¨®n de marginado. Y eso, que para tales fechas ya hab¨ªa publicado su primera y mejor novela.
Trece a?os tard¨® en terminar Sin destino, que, a la primera, fue rechazada por una importante editorial con fama de permisiva. Su director, un jud¨ªo, tach¨® a Kert¨¦sz casi de antisemita. No era ni es el ¨²nico, sea jud¨ªo o gentil, a quien irrita esa novela nada complaciente y nada victimista, capaz de implicar nuestras pac¨ªficas existencias con lejanos horrores con los que nunca pens¨¢bamos tener algo que ver.
Finalmente, Sin destino se edit¨® en 1975, cuando su autor ten¨ªa ya 46 a?os. Pero no atrajo la atenci¨®n de la cr¨ªtica, ni tampoco le interesaba a los lectores. S¨®lo algunos a?os despu¨¦s la descubri¨® un peque?o grupo de intelectuales y la calific¨® de obra capital de la narrativa contempor¨¢nea. Por lo dem¨¢s, la vida de Kert¨¦sz segu¨ªa transcurriendo en el mismo restringido espacio social y f¨ªsico. Respecto a esta ¨²ltima circunstancia, cabe se?alar que durante treinta y cinco a?os Kert¨¦sz vivi¨® en un piso de 29 metros cuadrados. All¨ª escribi¨® -por las noches y en la mesa de la cocina- sus tres grandes novelas que, adem¨¢s de Sin destino, son El fracaso (1988), que reconstruye, en una estructura compleja y de manera no del todo realista, sus vivencias en la ¨¦poca estalinista, y Kaddish por el hijo no nacido (1990), cuyo t¨ªtulo revierte el sentido de una oraci¨®n jud¨ªa que se reza en homenaje de los muertos.
Despu¨¦s de la ca¨ªda del imperio
sovi¨¦tico, Kert¨¦sz se volvi¨® algo m¨¢s productivo, e incluso empez¨® a vivir con cierta holgura, gracias a su tard¨ªo descubrimiento en el extranjero, principalmente en Alemania. Pero nada cambi¨® en lo esencial: ¨¦l segu¨ªa siendo un autor desconocido para la mayor¨ªa de los lectores magiares, y no reconocido -o incluso rechazado- por las autoridades culturales, sobre todo bajo los dos gobiernos de derechas de la d¨¦cada, que a menudo intentaron impedir su incipiente carrera internacional. Cuando, por ejemplo, los convocantes de un importante premio alem¨¢n quer¨ªan galardonar a un autor h¨²ngaro y consultaron al correspondiente responsable ministerial magiar, se encontraron con la respuesta de que Kert¨¦sz no ser¨ªa el autor id¨®neo para dicho premio, puesto que en realidad no es h¨²ngaro, sino jud¨ªo.
Tal vez puede parecer que en la vida y obra de ese autor h¨²ngaro hay un exceso de desgracias que lo convierten en una valiosa pero ajena excepci¨®n. No es exactamente as¨ª, al menos no en el Este de Europa. Uno de los m¨¢s importantes narradores h¨²ngaros actuales, P¨¦ter N¨¢das (1942), por ejemplo, era un ni?o perseguido, aunque no deportado, en la ¨¦poca del Holocausto y durante la ¨¦poca estalinista, su padre trabaj¨® en la temida polic¨ªa secreta de la dictadura. P¨¦ter Esterh¨¢zy (1950), el m¨¢s venerado escritor vivo en su pa¨ªs, procede de unas de las hist¨®ricas familias de Hungr¨ªa. En la corte de uno de sus antepasados, Joseph Haydn fue el director de la orquesta dom¨¦stica. El padre de este escritor fue ya un simple traductor, pero en los a?os cincuenta fueron desterrados a las m¨¢s remotas provincias como enemigos del pueblo. Este mismo a?o -y despu¨¦s de haber publicado un libro inspirado en su padre-, hurgando en los archivos de los servicios secretos, Esterh¨¢zy descubri¨® que su progenitor hab¨ªa sido un informador hasta el mismo d¨ªa de la ca¨ªda del r¨¦gimen.
Entonces, la diferencia entre Kert¨¦sz y muchos otros europeos consiste no tanto en la experiencia vital, sino en la postura ante esas vivencias. Una postura radical, que no es sino una especie de ¨¦tica del fracaso, convertida en escritura, que ahora, gracias al Nobel, ha tenido un reconocimiento universal.
BIBLIOGRAF?A
Yo, otro: cr¨®nica del cambio. Imre Kert¨¦sz. El Acantilado.
Un instante de silencio en el pared¨®n. Imre Kert¨¦sz. Herder.
El final de una saga. P¨¦ter N¨¢das. El Aleph.
Libro del recuerdo. P¨¦ter N¨¢das. Seix Barral.
La mirada de la condesa Hahn-Hahn bajando por el Danubio. P¨¦ter Esterh¨¢zy. Alianza.
El viajero bajo el resplandor de la luna. Antal Szerb. Ediciones del Bronce.
Alondra. Dezs¨® Kosztol¨¢nyi. Ediciones B.
A prop¨®sito de Casanova. Mikl¨®s Szentkuthy. Siruela.
El ¨²ltimo encuentro. S¨¢ndor M¨¢rai. Salamandra.
La herencia de Eszter. S¨¢ndor M¨¢rai. Salamandra
Divorcio en Buda. S¨¢ndor M¨¢rai. Salamandra.
Gente de las pusztas. Gyula Illy¨¦s. Min¨²scula.
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