Nuestras ra¨ªces
No s¨¦ si las autoridades educativas de la Junta de Andaluc¨ªa en Granada respetan la Constituci¨®n cuando proh¨ªben en un colegio de Santa Fe dar gracias al Padre antes del almuerzo escolar, es decir, rezar antes de la comida, costumbre vieja, yo recuerdo la oraci¨®n en mi casa. Dos padres an¨®nimos se quejaron del rezo, y la direcci¨®n del colegio ha respondido: el que no quiera dar gracias al Padre, que calle o espere fuera del comedor. Dar gracias es libre: como las clases de catolicismo.
El colegio es laico, dicen las autoridades. Creo que no. S¨®lo es p¨²blico: aconfesional, como el Estado, que m¨¢s bien es cat¨®lico. Hay unos acuerdos con el Vaticano, de enero de 1979, y el catolicismo se ense?a en los colegios p¨²blicos, seg¨²n la garant¨ªa constitucional de que los ni?os reciban formaci¨®n religiosa si lo quieren sus padres. Una vez que se aceptan las clases de catolicismo a cargo del Estado, ?se puede prohibir que un maestro haga pr¨¢cticas con los alumnos en el comedor? El profesor de matem¨¢ticas mandar¨ªa contar uvas, por ejemplo, el de religi¨®n propone una oraci¨®n de gracias al Padre por las uvas recibidas. El catolicismo aconfesional-vergonzante de la Constituci¨®n y los acuerdos con el Vaticano respetan la ra¨ªz religiosa del franquismo y el tradicionalismo espa?ol. As¨ª que, en el caso del Colegio Reyes Cat¨®licos, de Santa Fe, me sumo al af¨¢n laico de las autoridades educativas de Granada, pero no s¨¦ si tenemos derecho.
En un Estado laico la religi¨®n es un asunto privado. No hay s¨ªmbolos religiosos en los edificios p¨²blicos, los funcionarios no hacen ostentaci¨®n de su credo y son respetuosos con la intimidad y creencias personales de los ciudadanos. Aqu¨ª, no. Aqu¨ª abundan los crucifijos. El juez imparcial que dirime entre los intereses de un cat¨®lico y un jud¨ªo, pongamos por caso, tiene en su mesa el mismo crucifijo ante el que juran los ministros. Incluso los pol¨ªticos que se dicen laicos, desde el presidente de la Junta a cualquier alcalde, honran a los santos escoltados por el Ej¨¦rcito. La idea del Estado, en Espa?a, parece indisoluble del catolicismo, quiz¨¢ porque la iglesia cat¨®lica es la ¨²nica dinast¨ªa que ha reinado siempre, desde los visigodos.
Otro episodio: un¨¢nime, el Ayuntamiento de M¨¢laga ha puesto una placa en la Alameda de Col¨®n para recordar a Manuel Jos¨¦ Garc¨ªa Caparr¨®s, muchacho de 18 a?os asesinado a tiros (por polic¨ªas, seg¨²n testigos) cuando terminaba la manifestaci¨®n a favor de la Autonom¨ªa andaluza el 4 de diciembre de 1977, hace ahora 25 a?os. La placa municipal es mezquina, casi muda, olvidadiza a pesar de ser conmemorativa: incluso equivoca el nombre del recordado, muerto por seguir la convocatoria de los partidos que elaboraban entonces la Constituci¨®n de 1978, menos Alianza Popular (AP no fue porque la bandera de Espa?a no presid¨ªa el cortejo; a¨²n no exist¨ªa la Constituci¨®n, es decir, no hab¨ªa una bandera constitucional, democr¨¢tica). Alguien ha roto la placa, la primera noche. El Parlamento andaluz pide al Gobierno que Garc¨ªa Caparr¨®s sea declarado v¨ªctima del terrorismo. El PP se abstiene. (Son nuestras ra¨ªces: cat¨®licas y nacionales.)
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