Una semana negra para los museos holandeses
La desaparici¨®n de los van gogh de su museo de Amsterdam culmina una semana negra para los museos holandeses. El pasado martes, el Museon de La Haya, una de las salas municipales de exposiciones de la ciudad, fue objeto de otro robo, esta vez de piedras preciosas valoradas en unos seis millones de euros. Incluidas en la muestra Diamantes: de la piedra a la joya; varias de las piezas desaparecidas pertenec¨ªan a la familia real portuguesa. Hab¨ªa tambi¨¦n una tiara prestada por la casa holandesa de Orange, as¨ª como collares, pendientes y pulseras de selectas colecciones particulares.
Como ya ocurriera en Amsterdam, los ladrones forzaron una ventana en La Haya y lograron abrir despu¨¦s la "c¨¢mara del tesoro" recreada por el centro sin que sonaran las alarmas. Apenas recuperados de la sorpresa inicial, los responsables del museo abrieron la sala al p¨²blico una vez concluidas las primeras investigaciones policiales. El Museo Van Gogh hizo otro tanto ayer por la tarde y los turistas acudieron en gran n¨²mero como si nada hubiera ocurrido.
Antecedentes
A pesar de la calma con que los investigadores holandeses llevan a cabo su labor en ambos museos, otros dos de los robos de arte perpetrados en los Pa¨ªses Bajos en las ¨²ltimas d¨¦cadas figuran entre los mayores de la historia reciente. Y Van Gogh ha sido el pintor escogido por los ladrones en ambos casos. En diciembre de 1988, tres de sus obras fueron sacadas del Museo Kroller Muller, de Otterlo, en el centro del pa¨ªs. Tituladas Girasoles secos, Interior con telar y una primera versi¨®n de la Familia comiendo patatas, se las llevaron poco despu¨¦s de que el pintor apareciera entre los diez artistas m¨¢s caros del mundo en una lista publicada por las salas de subastas Sotheby's y Christie's. La polic¨ªa los recuper¨® sin que nadie pagara el rescate de 2,5 millones de d¨®lares pedido por los ladrones.
En abril de 1991, dos delincuentes tuvieron en su poder durante una hora escasa 20 telas de Van Gogh pertenecientes al museo de Amsterdam. Uno de ellos penetr¨® de noche en el centro y enca?on¨® a los vigilantes de turno. En otro quit¨® los marcos y meti¨® a toda prisa los cuadros en bolsas, da?ando tres de ellos. Perseguidos a la salida por la polic¨ªa, que fue alertada por los guardas, los ladrones dejaron los lienzos en una furgoneta abierta a las puertas de una estaci¨®n de ferrocarril de la capital. Confundidos entre los viajeros, se supone que tomaron un tren para huir. Calificados de "aficionados" por los agentes, que no hab¨ªan visto nada igual, este asalto ha pasado a los anales policiales por lo que pudo haber ocurrido. Como una veintena de obras de Van Gogh resultaban imposibles de vender sin levantar sospechas, el bot¨ªn recogido con cuidado por los agentes del maletero del auto abandonado habr¨ªa sido moneda de cambio en el mercado negro del arte, en opini¨®n de los expertos.
Babelia
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