"El Pent¨¢gono tiene pasi¨®n por terminar en Irak la labor de 1991"
Gareth Evans, ex ministro laborista de Asuntos Exteriores de Australia, ha patentado un concepto nuevo en la diplomacia internacional. Es presidente del Grupo Internacional de Crisis (GIC), una organizaci¨®n independiente dedicada a transformar el mundo en un lugar m¨¢s seguro y feliz. Ning¨²n ministerio de Exteriores tradicional puede presumir de tener un despliegue tan impresionante de conocimientos sobre pol¨ªtica exterior.
Pregunta. El Grupo Internacional de Crisis es una organizaci¨®n que ofrece recetas. ?Cu¨¢l es la que recomienda para combatir el terrorismo internacional?
Respuesta. Una estrategia antiterrorista debe tener cinco dimensiones. La primera es la seguridad interna. Segunda, perseguir a los autores y castigarlos si se consigue encontrarlos, y es importante hacerlo de tal manera que no resulte contraproducente para el objetivo global. El tercer elemento es crear entre los Estados que se encuentran en primera l¨ªnea la capacidad y la voluntad de encargarse de realizar la labor policial, de acuerdo con el principio de que nosotros nunca vamos a afrontar esas situaciones tan bien como los que est¨¢n sobre el terreno. (El Mosad nunca tendr¨¢ una actuaci¨®n tan eficaz en territorio palestino como la Autoridad Palestina). El cuarto criterio es abordar los motivos de agravio subyacentes que alimentan el problema. Y el quinto, ocuparse de los motivos de agravio econ¨®micos, sociales y culturales. Lo que es importante de la cuarta estrategia y la quinta es que influyen en la tercera, porque, si no se ve que estamos ocup¨¢ndonos de esas causas profundas, ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil construir una cooperaci¨®n con los Gobiernos cuya ayuda necesitamos de forma crucial en Oriente Pr¨®ximo, o Asia central, o del Sureste, o donde sea. El ejemplo cl¨¢sico es la necesidad de abordar de forma sistem¨¢tica y con seriedad el problema de Israel y Palestina a partir de los motivos de agravio pol¨ªtico.
"Aunque la resoluci¨®n de la ONU sobre Irak es un logro magn¨ªfico, me temo que, en realidad, no indica ning¨²n regreso a una concepci¨®n multilateralista"
"En Irak hay un gran entusiasmo ante la perspectiva de que entren los norteamericanos. Pero se producir¨ªa una situaci¨®n ca¨®tica, desagradable y horrible"
"Cheney y Rumsfeld sienten el derrocamiento de Sadam desde una afirmaci¨®n nacionalista, pero no piensan en que sea deseable extender la democracia"
"Nadie quiere a Sadam Husein. Sadam es aut¨¦nticamente un monstruo, eso lo sabemos. Su salida del poder es un objetivo que todos debemos desear"
"Blair se ha arriesgado al apoyar a EE UU, pero tambi¨¦n ha expresado la necesidad de ir por la v¨ªa del desarme y no por la del cambio de r¨¦gimen en Irak"
"La 'doctrina Bush' exige nada menos que una pol¨ªtica permanente de mantenimiento de la hegemon¨ªa militar de EE UU. Es verdaderamente incre¨ªble"
P. Si se abordan los motivos de agravio de los palestinos, ?se reducir¨¢ el terrorismo estilo Bin Laden?
R. No existe una relaci¨®n concreta entre lo que hace cada terrorista y cada agravio particular. Todos sabemos que Bin Laden no era especial defensor de los palestinos. Lo importante es la cuesti¨®n del entorno en el que act¨²an los terroristas, y lo que es crucial es que se necesita la ayuda de esos Gobiernos; y la forma de tenerla no es comprarla ni obtenerla mediante intimidaciones, sino a trav¨¦s de una estrategia inteligente que consista en ocuparse de los aspectos que deben abordar esos Gobiernos para mantener la credibilidad de sus propios ciudadanos.
P. Despu¨¦s del 11-S mucha gente pens¨® que Estados Unidos se sumar¨ªa a esa visi¨®n del mundo, esa idea de resolver los problemas mundiales. Que tender¨ªa la mano, y, por tanto, iniciar¨ªa una nueva era de cooperaci¨®n internacional. ?Qu¨¦ pas¨®?
R. Como siempre, hubo reacciones diversas y contradictorias en el Gobierno de Bush, aunque creo que en los primeros momentos se dio m¨¢s importancia a la idea de la cooperaci¨®n, y ahora estamos volviendo a verlo en el contexto de Irak. Sin embargo, mientras tanto, se han o¨ªdo otras voces con efectos muy distintos, y no demasiado productivos. La necesidad de cooperaci¨®n la entienden bien Powell y el Departamento de Estado, pero no otros elementos de la Administraci¨®n, elementos conocidos como el Pent¨¢gono o la Casa Blanca. Lo que hemos visto, pues, durante el ¨²ltimo a?o, es una serie de sacudidas de la pol¨ªtica norteamericana, llena de altibajos y sin la coherencia ni la estabilidad que hac¨ªan falta. En concreto, la total indiferencia mostrada por la brigada del secretario de Defensa [Donald Rumsfeld], el vicesecretaio de Defensa [Paul Wolfowitz] y Condoleeza Rice [asesora de Seguridad] -y, sobre todo [el vicepresidente] Dick Cheney- hacia la posibilidad de avances reales en el conflicto de Israel y Palestina ha resultado muy contraproducente para el objetivo a largo plazo. Seguimos insistiendo en ese aspecto. Tony Blair ha hablado de reanudar los trabajos, las negociaciones para un acuerdo definitivo, pero es dif¨ªcil convencer a EE UU.
P. "Las causas profundas del conflicto" parece ser un concepto desconocido para muchos miembros de la actual Administraci¨®n estadounidense...
R. Muchas veces se ha tratado de forma superficial, se ha convertido en un "no estamos aqu¨ª para recompensar a los terroristas, sino para exterminarlos". Es una visi¨®n burda. Nosotros no queremos recompensar a los terroristas, s¨®lo pretendemos abordar el problema.
P. Existe la idea generalizada de que cada vez es mayor la distancia entre EE UU y Europa. ?Se puede decir lo mismo de la distancia entre EE UU y el resto del mundo, Australia, Latinoam¨¦rica, Asia...?
R. Desde luego, existe un gran abismo en cuanto al poder, la autoridad y la capacidad.
P. S¨ª, pero ?en cuanto a la coincidencia de ideas?
R. Creo que el abismo es alarmante en la actualidad. Aunque la resoluci¨®n de la ONU sobre Irak es un logro magn¨ªfico, una golondrina no hace verano, y me temo que, en realidad, no indica ning¨²n regreso a una concepci¨®n m¨¢s multilateralista. Hay demasiada gente que tiene una opini¨®n distinta en el Gobierno estadounidense, demasiados que tienen otras prioridades y demasiado entusiasmo por la extraordinaria Estrategia de Seguridad Nacional , que tiene connotaciones espeluznantes. Exige nada menos que una pol¨ªtica permanente de mantenimiento de la hegemon¨ªa militar de Estados Unidos. Reivindica el derecho incondicional a eliminar, y no s¨®lo detener, nuevas amenazas para la seguridad. Es verdaderamente incre¨ªble.
P. ?Funcionar¨¢, al menos desde el punto de vista de los objetivos estadounidenses?
R. Lo malo es que parece, al menos para el resto del mundo, impracticable, insostenible, incompleta y contraproducente. Impracticable, porque no es probable que otros pa¨ªses vayan a aceptar la disciplina de las limitaciones impuestas por los tratados y la obligaci¨®n de demostrar que un riesgo es inminente antes de atacar, si EE UU no est¨¢ dispuesto a hacerlo. Insostenible, debido a las cargas y los compromisos que se acumular¨¢n despu¨¦s de cada acci¨®n militar, hasta que llegue un momento en el que no dar¨¢n m¨¢s de s¨ª. Incompleta, porque la estrategia no reconoce la necesidad de cooperaci¨®n internacional para defender los intereses nacionales en materia de terrorismo, crimen internacional, protecci¨®n ambiental, comercio. Y contraproducente, porque, si hay una forma de que el pa¨ªs hegem¨®nico acabe encontr¨¢ndose acosado, es enemistarse con todas las dem¨¢s potencias importantes a base de abusar de su poder.
P. Que quiere decir con "contraproducente".
R. A largo plazo, EE UU corre el riesgo de alejarse tremendamente de las dem¨¢s potencias, unas potencias que no van sino a crecer y fortalecerse, en especial Europa y China. La cuesti¨®n es que el enfrentamiento con otros rivales potenciales sirve para generar y acelerar precisamente esa rivalidad que se intenta eliminar.
P. ?Pero EE UU no puede seguir adelante in saecula saeculorum, como parecen creer ciertos miembros de su Gobierno?
R. Hay tantas cuestiones de car¨¢cter multilateral que EE UU no puede quedarse solo. Necesita la cooperaci¨®n y el apoyo internacionales. Eso es lo m¨¢s importante, y el aspecto que EE UU suele ignorar con m¨¢s frecuencia y de forma m¨¢s absoluta y llamativa. Para abordar el terrorismo es precisa la cooperaci¨®n, no se puede actuar de forma aislada. Para ocuparse del medio ambiente es precisa la cooperaci¨®n; para hacer frente a la afluencia de refugiados es precisa la cooperaci¨®n, y as¨ª sucesivamente. ?se es el mayor inconveniente de la postura unilateralista... Si el objetivo de ejercer ese tipo de estrategia de forma tan abierta y con tanta crudeza es garantizar la continuidad de la posici¨®n de ¨²nica superpotencia, se corre el riesgo de producir justo el resultado indeseado y, con ello, acelerar precisamente la tendencia que se pretend¨ªa evitar.
P. Un comentarista norteamericano dijo que el documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional ofrec¨ªa una confusa mezcla de "pesimismo y triunfalismo". Por un lado, festeja la supremac¨ªa incomparable de Estados Unidos, mientras que, por otro, ve peligros que acechan en todas partes. El ascenso de China, por ejemplo, se considera un peligro, cuando tal vez ser¨ªa m¨¢s provechoso considerarlo una oportunidad para convertir el mundo en un lugar mejor...
R. Hay una gran cita de Clinton que viene muy al caso. En 1996, cuando visit¨® Australia, dijo: "?C¨®mo definir¨¢n los chinos su grandeza en el siglo XXI?". Fue una frase que coincid¨ªa con el mantra de Clinton de la asociaci¨®n estrat¨¦gica, que tan ofensiva le resulta a la gente de Bush. La mentalidad ha cambiado por completo. Los dem¨®cratas no eran inmunes a la concepci¨®n de la superpotencia, y, si se hubiera ahondado un poco, quiz¨¢ la idea de permitir que otro fuera un rival militar serio no les habr¨ªa resultado c¨®moda. Pero es una cosa muy distinta convertir eso en la base de toda una doctrina. La estrategia de la gran enchilada . Hay algo grosero en el hecho de poner todo en esos t¨¦rminos, algo que desagrada profundamente a casi todo el resto del universo. Yo soy total partidario del poder real que tiene EE UU, el poder blando: el poder de los valores, las ideas y la cultura. Deber¨ªan darse cuenta. Hay enormes deseos de emularles en el mundo. Hay una disposici¨®n instintiva a aceptar a EE UU en sus propios t¨¦rminos, en lo que ellos denominan su idealismo, una gran voluntad de recibir la corriente cultural que procede de all¨ª. S¨®lo con eso, aquel bendito pa¨ªs est¨¢ ya tan por delante de todos los dem¨¢s que no necesita todo el resto; es m¨¢s, es todo el resto lo que complica la situaci¨®n.
P. ?Hasta qu¨¦ punto la seguridad de Israel constituye la base de la pol¨ªtica norteamericana sobre Irak en este momento?
R. Creo que es una voz que refuerza las posiciones, pero no la voz dominante. A mi juicio, en la cuesti¨®n de Irak, las cosas son tal como las vemos. En primer lugar, est¨¢ la pasi¨®n del Pent¨¢gono por terminar la labor de 1991, y, en concreto, esa idea del llamado nexo entre las armas de destrucci¨®n masiva y el terrorismo, que no es demasiado razonable, pero que, sin duda, es el motor. Luego est¨¢n dos corrientes separadas: la convicci¨®n de Wolfowitz -en mi opini¨®n, una fe casi mesi¨¢nica- de que el derrocamiento de la dictadura en Irak ser¨¢ la llave que abra la puerta a la democracia en Oriente Pr¨®ximo, y la concepci¨®n del mundo de Cheney y Rumsfeld, que, en realidad, no es m¨¢s que una afirmaci¨®n nacionalista y extremista del poder militar, que no se basa en ninguna convicci¨®n sentimental y concreta de que sea deseable extender la democracia. Es decir, hay que contar con todos esos motivos y an¨¢lisis que est¨¢n presentes en el sistema, y es muy dif¨ªcil generalizar sobre ninguno de ellos, pero no me parece que la cuesti¨®n israel¨ª sea el motor fundamental.
P. Hablemos de Blair, un personaje pol¨¦mico en la actualidad. ?Es un perrito faldero de los norteamericanos, o es un jugador brillante?
R. Creo que la influencia de Blair ha sido enormemente positiva porque ha apaciguado la exuberancia norteamericana, la ha modificado y la ha encauzado en otra direcci¨®n. Lo que est¨¢ claro, y es algo que oigo en Washington una y otra vez, es que hay dos europeos a los que Estados Unidos escucha: uno es Blair y otro es Solana. En mi opini¨®n, Blair ha sido m¨¢s influyente porque se ha arriesgado m¨¢s p¨²blicamente con el apoyo que ha prestado a los norteamericanos, pero tambi¨¦n ha sido mucho m¨¢s certero a la hora de identificar los l¨ªmites necesarios, y, en concreto, la necesidad de ir por la v¨ªa del desarme y no por la del cambio de r¨¦gimen en Irak. La v¨ªa de la ONU, y no la unilateralista.
P. ?Y Solana?
R. Me parece que ha sido ¨²til como voz de contenci¨®n, pero Javier est¨¢ limitado por la obligaci¨®n de tener que hablar siempre en nombre de toda la UE, incluidos franceses y alemanes, que muchas veces tienen objetivos ligeramente distintos, incluso cuando sus posiciones b¨¢sicas coinciden.
P. ?Hay alg¨²n motivo para creer que el resto del mundo podr¨¢ convencer a EE UU de que se aparte de su obsesi¨®n unipolar y adopte una estrategia m¨¢s multilateralista y cooperadora?
R. Soy un optimista cong¨¦nito. No me dedicar¨ªa a esto si no lo fuera. Es verdad que hay innumerables frustraciones cada d¨ªa, cada mes, y que tenemos la sensaci¨®n de estar dando cabezazos contra la pared cuando nos topamos con la terquedad de algunas posturas de Estados Unidos, por ejemplo, respecto a Oriente Pr¨®ximo, y con su aparente incapacidad de comprender cu¨¢l es el inter¨¦s que ellos mismos tienen en ser multilateralistas. Ahora bien, cuando uno aguanta y sigue trabajando en estas cuestiones el tiempo suficiente, las ruedas empiezan a moverse, y me parece extraordinario c¨®mo han empezado a moverse en el asunto de Irak; eso demuestra el impacto que puede tener una presi¨®n internacional casi un¨¢nime cuando se combina con varias voces firmes que expresan opiniones alternativas dentro del propio Estados Unidos y en el Gobierno. Al final, a veces, el sentido com¨²n prevalece.
P. ?Prevalecer¨¢ en Irak?
R. Todav¨ªa va a haber que caminar por una temible cuerda floja durante los pr¨®ximos meses, y muchas cosas depender¨¢n del informe de Blix (jefe del equipo de inspectores de la ONU). Todav¨ªa existe un gran grupo de poder en el sistema norteamericano que est¨¢ decidido a ir a la guerra como sea, pero, igual que ese grupo se ha visto contenido por todas las dem¨¢s fuerzas en los tres ¨²ltimos meses, creo que va a seguir est¨¢ndolo en el futuro, siempre que la comunidad internacional no se desanime y no abandone la esperanza de poder ejercer influencia en todos los ¨¢mbitos. Eso es lo que hay que hacer, aguantar.
P. ?Simpatiza algo con aquellos a los que les gustar¨ªa ver derrocado el r¨¦gimen de Sadam sea por los medios que sea?
R. Por supuesto. Pronto aparecer¨¢ un informe de nuestro analista en el terreno que afirma que hay un gran entusiasmo ante la perspectiva de que entren los norteamericanos... Pero no acaban de comprender que va a ser una situaci¨®n ca¨®tica, desagradable y horrible, con una guerra en un entorno urbano y contra alguien que est¨¢ contra la pared. Claro que puede que nos equivoquemos. A lo mejor es un proceso limpio. Es dif¨ªcil...
P. Sea limpio o ca¨®tico, ser¨ªa un precedente peligroso que Estados Unidos invada sin el respaldo de la ONU...
R. Cierto. Soy autor del informe de una comisi¨®n internacional sobre intervenci¨®n y soberan¨ªa de Estado que examinaba las circunstancias que justifican una intervenci¨®n por la fuerza, no por motivos externos sino por motivos internos, para proteger a una poblaci¨®n en peligro. El problema es que, pese a todos los horrores que se han producido en Irak en el pasado, no se puede decir que se hayan traspasado unos umbrales suficientemente altos.
P. Pero ¨¦se es un factor delicado, es dif¨ªcil de calibrar...
R. S¨ª, pero hay que calibrarlo, porque, para disponer de normas internacionales que puedan llevarse a la pr¨¢ctica y no supongan simplemente el retroceso a unas junglas unilateralistas, es necesario tener unos principios y tomar decisiones con arreglo a esos principios. Nadie quiere a Sadam. Sadam es un monstruo, eso lo sabemos. Su salida es un objetivo que todos debemos desear. Pero eso no quiere decir que los objetivos fundamentales sean el ataque unilateral y el cambio de r¨¦gimen. As¨ª no se puede administrar el mundo.
Ministerio 'privado' de Asuntos Exteriores
LAS 80 PERSONAS que componen el equipo del GIC -ex diplom¨¢ticos, abogados y profesores repartidos por todo el mundo- proceden de 34 pa¨ªses y hablan, entre todos, 41 lenguas. En el consejo del GIC, al que Evans define como "un ministerio privado de Asuntos Exteriores", est¨¢n, entre otros veteranos de la pol¨ªtica mundial, el ex secretario de Estado norteamericano Zbigniew Brzezinski, el premio Nobel y ex presidente de Costa Rica ?scar Arias, el antiguo jefe del mando supremo de la OTAN Wesley Clark, la ex comisaria europea Emma Bonino, la antigua fiscal del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia Louise Arbour, el ex consejero de Seguridad Nacional estadounidense Richard Allen, y George Soros, que es uno de los principales financiadores de la organizaci¨®n, junto a Bill Gates y los Gobiernos de 11 pa¨ªses europeos.
El prop¨®sito del GIC, cuyos informes se publican en seis idiomas (incluido el espa?ol) y se distribuyen de forma gratuita en Internet (direcci¨®n en la Red: www.intl-crisis-group.org), es suministrar a los Gobiernos y a las instituciones internacionales unos planes pr¨¢cticos, realistas y pol¨ªticamente factibles para la prevenci¨®n o la resoluci¨®n de conflictos, sea en Oriente Pr¨®ximo, los Balcanes, Latinoam¨¦rica, ?frica o Asia.
Del valor de la labor que realiza el GIC ha dado testimonio, entre otros, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que defini¨® la organizaci¨®n como "una voz mundial de la conciencia y una aut¨¦ntica fuerza de paz", cuyo trabajo como mediadores y analistas ha sido "enormemente importante". Un secreto bien guardado hasta ahora ha sido la influencia que el GIC ha ejercido sobre los editorialistas de varios de los principales diarios del mundo.
Personalmente, Evans combina el t¨ªpico rasgo ant¨ªpoda de ser muy franco a la hora de hablar con una mente brillante y aguda. El hecho de ser australiano hace que este hombre, al que The Economist calific¨® en un largo art¨ªculo como un "clarividente de las crisis", observe el mundo con un sano distanciamiento, pero con un exhaustivo conocimiento de las costumbres y el modo de pensar, tanto de Oriente como de Occidente.
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