El modelo alem¨¢n, 'kaputt'
La subida de impuestos para financiar el enorme d¨¦ficit p¨²blico amenaza con abrir una grave crisis pol¨ªtica en Berl¨ªn
Esta vez va en serio. Los alemanes se han dado cuenta de que ya no pueden vivir como lo han hecho hasta ahora. No es que est¨¦n muy dispuestos a cambiar. Eso no. Entusiasmo por emprender las reformas necesarias no se detecta en el pa¨ªs. Pero es que faltan tantos miles de millones de euros y por tantas partes que la maquinaria del Estado, hasta ahora engrasada, perfecta, eficiente, comienza a traquetear. Chirr¨ªa. Y amenaza con desvencijarse del todo en pocos meses. La crisis total. Kaputt. Se acab¨®.
Los votantes est¨¢n enfurecidos. El Partido Socialdem¨®crata (SPD), que en septiembre gan¨® las elecciones junto con su socio Los Verdes, se ha hundido en las encuestas de opini¨®n. La ¨²ltima: 28% SPD contra 50% de los conservadores de la Uni¨®n Cristiana Democr¨¢tica (CDU). Del triunfo de septiembre, que abri¨® a la izquierda la esperanza de una vuelta progresiva al poder en toda Europa, no queda nada. Ya se vio en Austria. Y la creciente falta de legitimidad del Gobierno, al menos ante los ojos de los ciudadanos, amenaza con abrir adem¨¢s una crisis pol¨ªtica en la Rep¨²blica Federal desconocida desde la II Guerra Mundial.
"A un empleado brit¨¢nico le queda menos dinero que a un parado alem¨¢n".
El detonante ha sido esta vez los impuestos. No se trata de una discusi¨®n general como la que tambi¨¦n se da en otros pa¨ªses. Un punto m¨¢s o menos en el tipo m¨¢ximo. Cinco tramos o cuatro en la renta. O incluso un tipo ¨²nico. Esto es, retoques. No. Esta vez ha sido una catarata de aumentos en la presi¨®n fiscal que ning¨²n otro pa¨ªs hubiese soportado sin echarse a la calle. Unos se han aprobado ya. Otros est¨¢n bloqueados de momento por la oposici¨®n o en estudio. Ninguno queda descartado: al tabaco, a la venta de acciones, a la comida para perros, al implante de muelas, a la propiedad, a los coches de empresa, a los vuelos al extranjero, a los objetos de arte, a las flores reci¨¦n cortadas (no es una met¨¢fora), a ciertos combustibles, congelaci¨®n salarial para los m¨¦dicos, aumento de la contribuci¨®n social y, ahora, un posible recorte de un 30% en la paga de Navidad de los funcionarios. "Una org¨ªa fiscal", seg¨²n Friedrich Merz, el segundo del grupo parlamentario de la CDU.
La lista es larga, sobre todo si se la compara con la brevedad y contundencia de una declaraci¨®n del canciller Gerhard Schr?der durante la campa?a electoral: "Los aumentos de impuestos son contraproducentes en la actual coyuntura econ¨®mica, y por ello se trata de algo que no tomamos en consideraci¨®n". Al principio, durante las primeras semanas tras los comicios, las televisiones y las radios ofrec¨ªan el corte permanentemente a sus audiencias. El efecto era devastador. Ahora, poco a poco, ha ido desapareciendo de las pantallas. Los espectadores se han hartado del efecto. Pero incluso cuando la discusi¨®n se apaga, aunque sea de puro cansancio, las cajas del Estado siguen vac¨ªas.
?Qu¨¦ ha sucedido? ?Por qu¨¦ la permanente crisis fiscal de los ¨²ltimos a?os en Europa y en Estados Unidos ha derivado en cat¨¢strofe en Alemania? B¨¢sicamente, hay tres explicaciones. El Gobierno sostiene que la debilidad de la coyuntura econ¨®mica, tanto en el pa¨ªs como en todo el mundo, ha erosionado la base de ingresos del Estado. Los expertos consultados afirman que, adem¨¢s, el ministro de Finanzas, Hans Eichel, se equivoc¨® en su ¨²ltima reforma fiscal y ahora se encuentra con menos dinero en las manos de lo que hab¨ªa calculado. "La reforma de Eichel fue un fracaso", afirma Reinhard Kudiss, principal asesor econ¨®mico de la patronal de la industria. El afectado lo niega.
La tercera explicaci¨®n, la de la CDU, es tan contradictoria que no la entiende casi nadie. Prometieron bajar los impuestos durante la campa?a, y ahora ni lo plantean. Hay que recortar el gasto, pero de ninguno de los cap¨ªtulos que propone el Gobierno. Nadie sabe c¨®mo salir del atolladero.
El caso es que, entre este a?o y el que viene, faltan 34.000 millones de euros. El Gobierno ha tenido que aprobar un presupuesto de emergencia para endeudarse m¨¢s y poder acabar diciembre. Porque el flujo de millones que necesita un Estado como Alemania cada d¨ªa es tremendo: cada minuto paga en intereses de la deuda el equivalente al valor de una casa unifamiliar; cada a?o, 75.000 millones de euros en transferencias a la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA); es el mayor contribuyente neto al presupuesto de la Uni¨®n Europea (UE); tiene cuatro millones de parados a los que subsidia generosamente, y luego, el Estado propiamente dicho: casi cinco millones de funcionarios de distintas categor¨ªas laborales (para una poblaci¨®n de casi 80 millones), 600.000 m¨¢s que en 1970. Y ninguno de ellos dispuesto a renunciar al m¨¢s m¨ªnimo beneficio. El gasto social se ha incrementado un 50% entre 1992 y 2000 (en parte por el aumento del desempleo).
En un estudio presentado el jueves pasado, el semanario brit¨¢nico The Economist conclu¨ªa que Alemania dispone de infraestructuras excelentes, de una protecci¨®n social que no tiene parang¨®n en pr¨¢cticamente todo el mundo, y la gente vive bien. "El sistema social es tan generoso", dijo Xan Smiley, el director del estudio, "que a un empleado brit¨¢nico le queda menos dinero en el bolsillo que a un parado alem¨¢n". Hasta ahora que el lobo ha ense?ado las orejas.
La crisis, sin embargo, y la consiguiente necesidad de reformar el Estado llegan en el peor momento. Siempre llega en el peor momento, claro. Pero ahora se encuentra adem¨¢s con un Schr?der debilitado, con la poblaci¨®n en contra y con la oposici¨®n crecida, que cuenta con una mayor¨ªa en el Bundesrat o C¨¢mara alta que le permite bloquear los proyectos legislativos del Gobierno. O poner en marcha otros como la comisi¨®n parlamentaria que investigar¨¢ si el canciller y sus ministros supieron antes de las elecciones, y ocultaron debidamente, el desastre actual. Los diputados tratar¨¢n de averiguar qui¨¦n supo qu¨¦ y, sobre todo, cu¨¢ndo, al mejor estilo estadounidense.
La comisi¨®n de la mentira, como la denomina la oposici¨®n, ha acabado de crispar los nervios a Schr?der y ha enrarecido el clima pol¨ªtico hasta niveles raramente vistos en la Rep¨²blica Federal. La CDU ha bloqueado todo lo que ha podido del paquete de emergencia del Gobierno en el Bundesrat. Y todo su inter¨¦s consiste en convertir en un plebiscito contra el canciller las pr¨®ximas elecciones regionales del 2 de febrero. Hasta entonces no se puede contar con los conservadores para nada.
En c¨ªrculos pol¨ªticos se teme un colapso total. "Para superar esta situaci¨®n", escrib¨ªa el viernes en primera p¨¢gina el semanario Die Zeit, el m¨¢s seguido por la ¨¦lite alemana, "vale la pena correr los riesgos de una gran coalici¨®n ". Con ambos en el Gobierno se podr¨ªan sacar adelante las grandes reformas necesarias. Pero para ello es necesario esperar a los resultados del 2 de febrero y comprobar si, como predicen las encuestas, el SPD se hunde en las urnas. Hasta entonces, sin el aceite del dinero en los engranajes y con la oposici¨®n trabando palos en las ruedas, el crujir de la maquinaria del Estado, tan silenciosa en tiempos, amenaza con convertirse en ensordecedor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.