La recuperaci¨®n perpetua de Menorca
A finales de septiembre, se celebr¨® en Ciutadella un congreso internacional de historiadores con motivo de la recuperaci¨®n de Menorca por Espa?a, en 1802, cuando se firm¨® la paz de Amiens.
El texto de la convocatoria es un portento de ambig¨¹edad. No se dice, por ejemplo, de qui¨¦n era Menorca antes. De Inglaterra, ?no? Se hace gruesa referencia a un embrollo imperial, con Napole¨®n muy ostensiblemente en medio, pero el captor de la isla, el que la devuelve, en fin, a Espa?a, permanece en la sombra.
La entidad organizadora era la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, SA, vinculada al Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deporte. Durante tres d¨ªas, una sesentena de historiadores, casi todos aerotransportados, presentaron comunicaciones relacionadas con el entorno, dig¨¢moslo as¨ª, de la recuperaci¨®n espa?ola de la isla. Nada objetable, por supuesto. Asistir a conmemoraciones y darles prestancia es cosa del oficio. Lo destacable de este caso es, justamente, la silueta elusiva del motivo de su convocatoria, como si se tratara de una evocaci¨®n que s¨®lo furtivamente pod¨ªa hacerse. Ve¨¢moslo.
El texto de la convocatoria del congreso celebrado en Ciutadella es un portento de ambig¨¹edad. No se dice, por ejemplo, de qui¨¦n era Menorca antes. De Inglaterra, ?no?
La convocatoria alude al mismo hecho con dos palabras distintas: recuperaci¨®n, en el t¨ªtulo mismo, y devoluci¨®n en el texto explicatorio. Quien recupera es, claro, Espa?a, pero, como he advertido al principio, quien devuelve, a trav¨¦s de la paz de Amiens, no es expl¨ªcitamente nadie. Los t¨¦rminos, adem¨¢s, aunque tengan conexiones l¨®gicas, no son equivalentes. La omisi¨®n de Inglaterra como claudicante retornador tiene motivos inmediatamente aparentes. Obviamente, los historiadores comunicantes habr¨ªan hecho constante referencia a lo que es opaco en la convocatoria. Quiz¨¢ la prudencia pol¨ªtica aconsej¨® al convocante ministerial no se?alar directamente al entonces p¨¦rfido ingl¨¦s, todav¨ªa hoy pendiente de devolver Gibraltar. Esta ¨²ltima recuperaci¨®n har¨¢ posible, alg¨²n d¨ªa, por fin, el redondeo soberano de Espa?a. Pero ello, si acaso, es el futuro. La devoluci¨®n de Menorca, en cambio, es un hecho cuya escueta menci¨®n puede liberar informaci¨®n de alcance. ?sta, por ejemplo: la recuperaci¨®n del territorio nacional puede hacerse a trav¨¦s de complejos mecanismos diplom¨¢ticos siempre que los procelosos contextos internacionales sean entendidos y Espa?a sepa elegir correctamente a sus aliados. Pero esta trivial constataci¨®n esconde un supuesto historiogr¨¢fico de mayor gravedad, el de que la exitosa maniobra diplom¨¢tica fue tan s¨®lo la hechura administrativa de un requerimiento natural de realizaci¨®n nacional, de restituci¨®n de un orden hist¨®rico anterior, pr¨ªstino, en donde la separaci¨®n de Menorca era inconcebible y ¨²nicamente soportable como transitoria anomal¨ªa. Cu¨¢n peor ser¨ªa tener ahora otro Gibraltar.
La celebraci¨®n prudente de la recuperaci¨®n deb¨ªa servir de recordatorio de lo que todav¨ªa -Gibraltar- est¨¢ pendiente de sutura evitando, indebidamente o no, con exceso se?alar que la isla de Menorca pudo no pertenecer a Espa?a durante tanto tiempo, entre 1708 y 1803, sin notoria desaz¨®n. Casi un siglo la isla fue el extranjero. Debe saberse, claro, la verdad, pero s¨®lo ver en ella un golpe de azar, un resultado extravagante de coyunturas pol¨ªticas irrepetibles. Que nadie, pues, se llame a enga?o. Los condicionamientos anal¨ªticos de la percepci¨®n de una l¨ªnea de continuidad hist¨®rica imborrable son tan intensos que impiden concebir cualquier otra posibilidad excepto la advenida: la recuperaci¨®n de la isla, el regreso, despu¨¦s de casi cuatro generaciones, de la sociedad menorquina al buen redil. Bienvenidos, pues, al futuro.
Quiz¨¢, el convocante ministerial no hizo otra cosa que recoger un deseo del se?or Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, presidente del Gobierno y espl¨¦ndido veraneante en la isla, de recordar a los lugare?os que le acogen aquel siglo escabroso de su pasado. Es posible tambi¨¦n que yo vea demasiadas cosas en lo que fuera, en efecto, s¨®lo tr¨¢mite. Pero no lo creo.
Por supuesto, no todos los que intervinieron en el evento conmemorativo pudieron advertir su lugar en la trama. Ni siquiera tal vez hubo propiamente trama. Hay cosas que tienen sentido m¨¢s all¨¢ de la conciencia y voluntad de quienes las hacen posibles. Hay ideas y palabras que arrastran significados obligatorios, incluso tal vez indeseados por sus usuarios. A finales de septiembre de este a?o se conmemor¨® en Ciutadella, consabidamente o no, que la recuperaci¨®n de Menorca por Espa?a, en 1802, hab¨ªa sido a perpetuidad.
Miquel Barcel¨® es historiador
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