Arco y flecha
De tanto en tanto, pr¨®ceres catalanes de distinto pelaje pol¨ªtico se ocupan con mirada condescendiente, autosuficiencia y paternalismo no actualizado, de obsequiarnos admoniciones sobre las, al parecer, desvariantes preferencias y pretensiones de los valencianos en el marco del Estado espa?ol.
Meses despu¨¦s de publicar en ¨¦ste peri¨®dico su admonitorio Creer en nosotros mismos; en su reciente visita a Valencia, Pasqual Maragall, afirm¨® ante sus hom¨®nimos valencianos que "los catalanes y los valencianos nos atrevemos a hablar de lo que parec¨ªa prohibido o limitado de la relaci¨®n entre nuestros pueblos". No si el t¨ªtulo de A remolque de Barcelona de la opini¨®n de Manuel Lloris que public¨® en ¨¦stas p¨¢ginas iba tambi¨¦n por ah¨ª en cuanto a los de Pla, de paso que contestaba a Josep Antoni Duran i Lleida, presidente del Comit¨¦ de Govern de la UDC, que desde la tribuna estatal de este mismo diario (Voluntad pol¨ªtica para el arco mediterr¨¢neo, EL PA?S, 23/11) se ha descolgado con un desfachatado art¨ªculo en el que nos administraba su correspondiente colleja mediante una serie de argumentos sobre su visi¨®n del Arco Mediterr¨¢neo, que empiezan apoy¨¢ndose en la catapulta de un art¨ªculo del Financial Times publicado hace a?o y medio. Aparte de que los criterios de los medios financieros sobre inversiones han cambiado radicalmente desde 2000, en ese tiempo, al se?or Dur¨¢n i Lleida no le hab¨ªa sido posible aclararnos la misi¨®n valenciana en el Arco Mediterr¨¢neo de sus sue?os.
Afortunadamente, el com¨²n de la sociedad civil valenciana no est¨¢ tan a merced de las frecuentes galernas ideol¨®gicas catalanas y muchos de aqu¨ª, que tenemos algunos de nuestros mejores amigos viviendo Catalu?a, a?os ha que hacemos gran chanza sobre los trompicones y las psicoterapias pol¨ªticas que se propinan nuestras clases pol¨ªticas. Los convergentes, en dos d¨¦cadas, han construido una realidad catalana curvada sobre s¨ª misma, mucho m¨¢s cerrada que la valenciana de hoy y, por eso, hasta Maragall tiene que actuar como devoto nacionalista para aspirar al poder catal¨¢n. La visi¨®n desde aqu¨ª es diferente: tenemos claro que las sociedades l¨ªderes de este siglo van a ser m¨¢s abiertas y cualitativas que cuantitativas y lo decisivo de ellas no va a depender de las relaciones territoriales con los vecinos, sino de la cualidad de su papel como nodo en una red m¨¢s global y compleja en la que importa no solo el cuanto, sino sobre todo el qu¨¦ y el c¨®mo.
Madrid y Barcelona son para los valencianos dos v¨¦rtices sobre los que hemos de construir entre todos la triangulaci¨®n b¨¢sica de Espa?a. Para la clases pol¨ªticas catalana y valenciana son dos espejos tambi¨¦n b¨¢sicos, causa tanto de las mayores alegr¨ªas como de sus m¨¢s agudas crisis de ansiedad. Seg¨²n Dur¨¢n y Lleida, "...no se trata de mirarnos en todo lo que Madrid hace o deja de hacer..." y para su modelo de Arco, de Madrid solo necesita las inversiones en el Prat, en los puertos de Barcelona y Tarragona (no cita nada m¨¢s al sur) que permitan a Catalu?a ser la base log¨ªstica del sur de Europa. Es decir, que Marsella y Valencia, con sus puertos, sean humildes y se limiten a formar parte del Arco Mediterr¨¢neo para que Barcelona sea la flecha. Eso, seg¨²n un Dur¨¢n i Lleida sin complejos "es lo que interesa a todos: aragoneses, valencianos, mallorquines, murcianos, a todos los espa?oles...".
Mientras tiene lugar este debate, en el que llevamos ya m¨¢s de d¨¦cada y media, el mundo ha dado varios vuelcos. Pero, al tiempo, en la Comunidad Valenciana no todo es jauja. El fondo de armario de donde nuestros actuales gobernantes extraen los criterios de ordenaci¨®n del territorio desde hace mucho tiempo, m¨¢s que gobernado por los administradores del poder p¨²blico, lo est¨¢ por los especuladores del suelo, cuya ingente labor depredadora del territorio, una vez arrasada la franja costera y las ciudades principales, sigue creando una onda de choque que influye para mal en todo lo adyacente a las grandes infraestructuras intermodales.
Las fronteras entre la defensa del bien p¨²blico y los negocios privados son aqu¨ª tan difusas que hasta los partidos pol¨ªticos quedan presos de contradicciones internas entre intereses encontrados de sus propios niveles estatales, auton¨®micos o municipales. Y sin embargo, la Comunidad Valenciana avanza (no por, sino a pesar de quien permite todo lo anterior).
En cualquier caso, el que plantea el presidente de UDC es un debate que suena al siglo pasado. La s¨²bita explosi¨®n de la burbuja de la nueva econom¨ªa ha cambiado por completo el discurso de los pol¨ªticos sobre el futuro. En el tiempo que hace desde que se public¨® el art¨ªculo de FT que utiliza Dur¨¢n i Lleida de catapulta para su argumentaci¨®n, han vuelto a poner los pol¨ªticos en el meollo de su discurso los viejos esquemas de la era industrial. ?Pero no eran en el a?o 2000 tan importantes los intangibles para nuestro futuro? ?No hab¨ªamos entrado en la era del conocimiento? Por lo visto, no: en realidad el esquema que propone Duran i Lleida va de inversiones en puertos, contenedores, autopistas a las que hay que conectar todo lo dem¨¢s en la ordenaci¨®n de su Arco Mediterr¨¢neo: es decir, era industrial basada en el petr¨®leo, en el cemento y en el suelo. Ni menci¨®n a energ¨ªas limpias y renovables, respeto sostenible de los ecosistemas mediterr¨¢neos, agricultura ecol¨®gica, creaci¨®n de conocimiento avanzado y con alto valor de mercado global, redes multimedia planetarias, negocios electr¨®nicos, educaci¨®n hacia el futuro, industrias limpias, telecomunicaciones digitales. Y en ¨¦stas, llega la cat¨¢strofe del Prestige: un s¨ªmbolo claro de lo que no debe ocurrir, ?Nunca m¨¢s!, en una sociedad democr¨¢tica avanzada.
El art¨ªculo de Dur¨¢n supone un toque de corneta (convergente), para que los dem¨¢s paisanos del Arco nos pongamos casi firmes sobre la costa. Como m¨ªnimo, denota una supina ignorancia de que vamos hacia una deslocalizaci¨®n creciente, tambi¨¦n, de las capitalidades territoriales. Deber¨ªa viajar m¨¢s, tambi¨¦n al sur. Ver¨ªa que aqu¨ª en la Comunidad Valenciana, al menos la sociedad civil, creemos que solo podemos crecer hacia el futuro creando conocimiento en intangibles de valor local y global apoy¨¢ndonos en las nuevas tecnolog¨ªas m¨¢s limpias y mucho m¨¢s productivas que las de la era industrial. Si, al fin, se ha de formar en base a la pujanza y al poder¨ªo industrial catal¨¢n el Arco Mediterr¨¢neo del que habla el admonitor Josep Antoni Duran i Lleida, yo les pedir¨ªa a los egregios pr¨®ceres catalanes, que tanto velan por el buen comportamiento mediterr¨¢neo de los valencianos, reserven en su Arco a la Comunidad Valenciana el papel -y la inversi¨®n obvia, claro, sobre todo en know how de tecnolog¨ªa digital, de red y el necesario ancho de banda- de la generaci¨®n de conocimiento avanzado e intangibles de espacial valor a?adido basados en las nueva tecnolog¨ªas. Nuestra proverbial capacidad emprendedora y de conocimientos seguro que no defraudar¨¢ en esta empresa. Y si, adem¨¢s -seamos realistas y no perdamos el humor- los de Madrid, nos conectan el AVE incluso antes del 2015, miel sobre hojuelas.
Adolfo Plasencia es profesor y director de Proyectos de Aplicaciones Multimedia para Internet. Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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