Reconocer a las v¨ªctimas, fundamento de la paz
Hoy, 10 de diciembre, D¨ªa de los Derechos Humanos, es un momento apropiado para reflexionar, para hablar de la situaci¨®n de las v¨ªctimas del terrorismo. Necesitamos hablar, hablar sin prejuicios, hablar con buenas intenciones. Necesitamos ir tejiendo el armaz¨®n de nuevos acuerdos, reencontrarnos en lo b¨¢sico, tender puentes, acercar posturas. Y para eso, hace falta sentarnos y trabajar juntos para llegar a acuerdos.
Por eso agradec¨ª la invitaci¨®n del Parlamento vasco para participar en la ponencia encargada del an¨¢lisis de la situaci¨®n y necesidades de las v¨ªctimas del terrorismo. Por eso consider¨¦ tan importante la presencia de todos los grupos que condenan la violencia de ETA y buscan la reparaci¨®n del da?o causado a las v¨ªctimas y, sobre todo, la participaci¨®n directa de las v¨ªctimas a trav¨¦s de sus asociaciones, sin intermediarios.
La voz de las v¨ªctimas nos interpela, nos recuerda que no podemos olvidar las muertes inocentes. La b¨²squeda de soluciones desde el di¨¢logo democr¨¢tico y la voz de las v¨ªctimas son dos buenos puntos de partida. El reconocimiento moral, social y pol¨ªtico de lo que ha sucedido es el fundamento de la paz.
Es en el terreno de la reparaci¨®n moral donde a¨²n queda mucho por hacer, no s¨®lo a las instituciones sino, tambi¨¦n y fundamentalmente, a toda la sociedad vasca. Se est¨¢n dando pasos importantes, aunque el camino a recorrer es todav¨ªa largo.
En algunos pueblos y ciudades se han erigido monumentos en memoria de las v¨ªctimas, se les ha dedicado calles, plazas o pabellones deportivos. A veces, con un poco de imaginaci¨®n y decisi¨®n ser¨ªa suficiente, como el gesto que tuvo ese club de baloncesto que, en vez de un minuto de silencio, pidi¨® un minuto de aplausos para protestar por un asesinato. Un aplauso estruendoso, que acall¨® los gritos de una minor¨ªa que no respetaba el dolor ajeno, sirvi¨® para honrar la memoria de una v¨ªctima.
Sin embargo, todav¨ªa este verano, en ayuntamientos de mayor¨ªa democr¨¢tica, las fotos de los miembros de ETA del pueblo, han presidido las fiestas durante d¨ªas, mandando un mensaje de escarnio para las v¨ªctimas y sus familias y de indignidad para todos sus convecinos. Durante muchos a?os, demasiados a?os, las v¨ªctimas del terrorismo han sido cosificados, reducidos a un uniforme, a unas iniciales.
Si se desnuda de todo rasgo de humanidad a las v¨ªctimas, el terrorismo act¨²a contra cosas no contra personas. Para odiar a alguien, para ejercer violencia contra otro, el camino m¨¢s f¨¢cil es despersonalizarlo, convertirlo en parte de un colectivo sin individualidad propia; el enemigo, el otro, el extranjero, el que viste un uniforme o una toga.
Hay que dar rostro a las v¨ªctimas, mirarles a los ojos. Reconocer que tienen sentimientos, que sufren, nos ayuda a romper odios. Hay que recuperar el sentimiento de compasi¨®n, un sentimiento que nos humaniza.
La soledad de las v¨ªctimas en los a?os 80, ha sido felizmente superada. Hoy est¨¢n m¨¢s arropadas, m¨¢s acompa?adas. Pero no podemos olvidar que no estamos ante muertes por causas naturales, sino porque alguien quiere imponer sus proyectos pol¨ªticos totalitarios. Por eso, adem¨¢s de una respuesta de solidaridad humana, hay que dar una respuesta democr¨¢tica.
El referente violento atraviesa la sociedad vasca, divide las familias, las cuadrillas, se cuela en las aulas, en los centros de trabajo. Un futuro en paz exige sustituir la cultura de la violencia por una cultura de paz. Debemos trabajar para desarrollar una cultura de pluralidad y tolerancia. Trabajar por la paz en todos los foros, p¨²blicos y privados, tambi¨¦n en nuestros corazones.
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