El hombre que desafi¨® al cura Castillejo
Conservador, sencillo, amante de la jerarqu¨ªa y conocedor de seis idiomas, Javier Mart¨ªnez huye de las bambalinas
Seg¨²n un dicho algo mal¨¦volo que sol¨ªa rodar por C¨®rdoba, en esta ciudad lo normal es que Miguel Castillejo, presidente de Cajasur, gobierne y desempe?e las funciones de arzobispo, dejando para el obispo las de un mero auxiliar. Pero la broma ha perdido la gracia. La inversi¨®n de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica que refleja, que pudo ser muy real en otros tiempos, ha sido definitivamente dinamitada por el ¨²ltimo pronunciamiento de Javier Mart¨ªnez, obispo de C¨®rdoba desde 1996.
En esta carta de cinco folios, escrita, en sus propias palabras, "con disgusto y dolor", Mart¨ªnez reivindica en voz alta su derecho a participar en la toma de "decisiones que afectan profundamente a la Iglesia" y hace dur¨ªsimas cr¨ªticas a la conducta de Castillejo, a quien acusa, entre otras cosas, de intoxicar a la opini¨®n p¨²blica y de vincular a la Iglesia con un determinado partido pol¨ªtico. Claro que la oposici¨®n de Mart¨ªnez al modo en que se comporta Castillejo al frente de Cajasur no es nueva; se trata de una guerra lenta, larga y, hasta hace poco, m¨¢s bien silenciosa.
El obispo lleva a?os manifestando con tanta discreci¨®n como claridad la necesidad de separar limpiamente los asuntos de la caja de los de la Iglesia. Ya en 1999 reclamaba "que se adecuaran mejor para el futuro los modos de la presencia de la Iglesia en Cajasur a la evoluci¨®n de los tiempos". Y en la nota que firm¨® dos semanas despu¨¦s de que se hiciese p¨²blica la existencia de la p¨®liza de 2,9 millones de euros, que garantiza al presidente de la caja el cobro ¨ªntegro de su sueldo (213.000 euros al a?o) de por vida, reiteraba esta petici¨®n, recordando cu¨¢les eran las obligaciones y atribuciones de los eclesi¨¢sticos y qu¨¦ se esperaba de ellos.
Diferencias progresivas
En los casi siete a?os que suma Javier Mart¨ªnez al frente de la Di¨®cesis de C¨®rdoba, la l¨ªnea que le separa de Castillejo ha ido ampli¨¢ndose progresivamente, hasta convertirse en una verdadera zanja. El obispo anterior, hoy em¨¦rito, Monse?or Infantes Florido, manten¨ªa una relaci¨®n mucho m¨¢s fluida y cercana con el presidente de Cajasur. Se reun¨ªan y conversaban con asiduidad, ten¨ªan una visi¨®n parecida de la fe, la Iglesia y su papel en la caja, se apoyaban mutuamente.
Las cosas cambiaron mucho cuando se nombr¨® a Javier Mart¨ªnez; ¨¦ste, defensor de la pobreza evang¨¦lica y de la austeridad sacerdotal, y convencido de la necesidad de trazar claramente las fronteras entre Cajasur y la Iglesia, marc¨® las distancias con Castillejo desde el primer momento. En muy contadas ocasiones han aparecido juntos en p¨²blico don Javier y don Miguel; pocas fotograf¨ªas los inmortalizan en la misma mesa.
Y ahora, en este ¨²ltimo documento, airado y contundente, Mart¨ªnez habla de "desobediencia formal". Son palabras mayores para una instituci¨®n tan minuciosamente jer¨¢rquica como la Iglesia. El ahora obispo de C¨®rdoba, nacido en Madrid hace 55 a?os, se orden¨® sacerdote en 1972, y pas¨® dos a?os en una parroquia peque?a, la de Casarrubuelos, al sur de la capital. Cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido los 38 fue nombrado obispo auxiliar de Madrid por el cardenal ?ngel Suqu¨ªa; as¨ª se convirti¨® en el m¨¢s joven de Espa?a.
Eran los 80, un momento en que la Iglesia, liderada por Juan Pablo II, daba un giro a la derecha y dejaba atr¨¢s la posibilidad de democratizarse internamente reforzando las jerarqu¨ªas. Este planteamiento conservador, sin embargo, se combinaba con una intensa preocupaci¨®n social. En este clima, en esta corriente, bautizada como wojtyliana en honor del Papa, y predominante dentro de la Conferencia Episcopal, se form¨® el pensamiento que se atribuye al obispo de C¨®rdoba, y que es tambi¨¦n se?a de identidad de un movimiento seglar conocido como Comuni¨®n y Liberaci¨®n, al que se le cree vinculado.
Este movimiento, situado en el extremo derecho del espectro pol¨ªtico, es "una especie de hermano pobre del Opus Dei", seg¨²n explicaba ayer un militante de un movimiento cristiano de base. "Comuni¨®n y Liberaci¨®n no cree en el dinero, tiende m¨¢s bien a propugnar la pobreza evang¨¦lica, pero no pensando en una transformaci¨®n social, como los cristianos de izquierdas, sino como instrumento para el cambio personal". Los integrantes de este grupo son, contin¨²a, muy defensores de la jerarqu¨ªa y del principio de autoridad. Algo que casa muy bien con el esp¨ªritu de la ¨²ltima carta de Javier Mart¨ªnez, en la que se destaca que los can¨®nigos deben "sumisi¨®n" al obispo a la hora de adoptar decisiones importantes.
Sin busto
Quienes conocen de cerca a Mart¨ªnez, licenciado en Teolog¨ªa B¨ªblica y doctor en Filolog¨ªa Sem¨ªtica, y capaz de hablar hebreo, arameo, sir¨ªaco y tambi¨¦n ingl¨¦s, franc¨¦s e italiano, le definen como un hombre sencillo y expresivo, de trato amable. Es poco dado a protagonismos y a brillos sociales. En el Museo Diocesano (que, por cierto, lleva el nombre de Cajasur) se exhiben los retratos de todos los obispos que ha tenido C¨®rdoba desde 1238. S¨®lo falta uno: don Javier. No prodiga sus apariciones p¨²blicas y su agenda est¨¢ perpetuamente llena. En estos d¨ªas, todos los medios de comunicaci¨®n le han pedido entrevistas, pero aduce que sus ocupaciones no le dejan tiempo para ninguno.
Se le reconocen grandes dosis de calma y prudencia, lo que hace a¨²n m¨¢s explosivas sus palabras, que no nacen de un pronto indignado, sino de la ponderaci¨®n. Ahora todos hablan de su valent¨ªa al enfrentarse abiertamente al poderoso presidente de Cajasur. Es, de hecho, el primer cargo p¨²blico de peso que da un paso como ¨¦ste en C¨®rdoba. Pero el obispo se ha esmerado en separar cuidadosamente sus pronunciamientos sobre la pol¨¦mica de la caja de los actos religiosos; el pasado domingo, a la puerta de la Mezquita Catedral y rodeado de periodistas, se neg¨® a decir una sola palabra sobre Cajasur. Lo ¨²nico que importaba, afirm¨®, era la tarea del d¨ªa, la ordenaci¨®n de cinco j¨®venes di¨¢conos, que esperaban su llegada dentro del templo, acompa?ados por cientos de familiares. "Lo dem¨¢s", remat¨® sonriente, "carece de inter¨¦s".
La m¨¢xima autoridad
El Obispo es la m¨¢xima autoridad eclesi¨¢stica en su provincia. Punto. Por encima de ¨¦l, solo est¨¢ el Papa. As¨ª de escuetamente se pronuncian los expertos en Derecho Can¨®nico cuando se les interroga sobre quienes tienen potestad sobre los cl¨¦rigos de una di¨®cesis.
En este caso, el Obispo de C¨®rdoba Javier Martinez, tiene toda la autoridad para pronunciarse sobre los seis can¨®nigos rebeldes de C¨®rdoba, que controlan el Consejo de Administraci¨®n de Cajasur, y que han desobedecido retiradamente sus ¨®rdenes.
Un portavoz de la Conferencia Episcopal rechaz¨® ayer pronunciarse sobre el conflicto entre el Obispo y los can¨®nigos de Cajasur, precisamente por la autonom¨ªa total de la que gozan los primeros.
S¨®lo ante el Papa debe dar explicaciones el obispo cordob¨¦s, quien precisamente ten¨ªa pendiente un viaje a Roma, viaje que seg¨²n fuentes consultadas habr¨ªa realizado la pasada semana.
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