La mutilaci¨®n genital femenina nos mutila a todos
La autora afirma que la erradicaci¨®n de esa pr¨¢ctica requiere presionar hacia la democracia pol¨ªtica, como medio de que las mujeres afectadas accedan a la libertad.
El pasado martes mujeres de todo el mundo se reunieron en el Parlamento Europeo contra la mutilaci¨®n genital femenina. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), en los ¨²ltimos a?os 130 millones de mujeres han sufrido de alguna forma la mutilaci¨®n genital. Las cifras probablemente son peores a¨²n, ya que las ilegalidades casi siempre se calculan a la baja.
Esa mutilaci¨®n, seg¨²n la OMS, consiste en "la eliminaci¨®n total o parcial de los ¨®rganos genitales externos femeninos". Es un proceso doloroso realizado de modo peligroso por ancianas que pretenden iniciar a las chicas en la condici¨®n de mujer y, m¨¢s concretamente, en una vida que ser¨¢ una cadena de dolor f¨ªsico y marginaci¨®n social. M¨¢s a¨²n, la mutilaci¨®n genital hace que para la mujer la experiencia del sexo, ese tab¨² de tab¨²es, sea una pr¨¢ctica dolorosa, humillante y punitiva.
En los ¨²ltimos 80 a?os, las mujeres de las sociedades democr¨¢ticas han luchado para que se las reconozca y trate como ciudadanas con los mismos derechos: el de ser propietarias, votar, trabajar, divorciarse, elegir si quieren o no tener hijos, se han logrado s¨®lo con la lucha pol¨ªtica. Todas esas victorias civiles contribuyeron poderosamente al avance de la vida social y han desempe?ado un papel decisivo en el inicio de reformas sociales integrales que han transformado las sociedades occidentales.
En esas batallas, el enemigo m¨¢s encarnizado de la mujer ha sido la tradici¨®n, y su incondicional aliada, la religi¨®n. Con la ayuda de la informaci¨®n, la educaci¨®n y la participaci¨®n popular, mujeres y hombres han derrotado a la ignorancia y la violencia que va estrechamente unida a ¨¦sta. La lucha contra la mutilaci¨®n genital femenina no es una repetici¨®n de la batalla de los sexos que ocurri¨® en Occidente en los a?os sesenta. M¨¢s bien es una lucha contra el miedo a enemigos desconocidos; contra el miedo al cambio, y las oportunidades y contextos que llegan en su estela.
A lo largo y ancho del mundo, desde el ?frica subsahariana hasta la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga, desde ciertas regiones de Extremo Oriente hasta comunidades expatriadas en Europa, EE UU, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda, las mujeres est¨¢n reaccionando contra el hecho de que se las mutile genital, social, civil y pol¨ªticamente. En otras palabras, reaccionan contra ser consideradas y tratadas como "un ser ajeno desconocido".
Redes de profesionales locales, ONG y pol¨ªticos colaboran en hacer frente a la cuesti¨®n de la mutilaci¨®n a escala nacional y en darla a conocer. Se est¨¢n haciendo esfuerzos en ?frica y en otras zonas para internacionalizar una campa?a que pretende impulsar la conciencia p¨²blica sobre el hecho sombr¨ªo de que en muchos pa¨ªses las mujeres siguen siendo meros bienes a disposici¨®n de la tradici¨®n.
Hoy la mayor¨ªa de los pa¨ªses africanos, ¨¢rabes y asi¨¢ticos asolados por la tradici¨®n de la mutilaci¨®n genital femenina son sin embargo firmantes de los convenios internacionales que condenan esta pr¨¢ctica, en particular la Convenci¨®n Internacional sobre la Eliminaci¨®n de la Discriminaci¨®n contra las Mujeres y la Convenci¨®n Internacional sobre los Derechos del Ni?o. La mayor¨ªa de estos pa¨ªses tambi¨¦n respaldan una serie de resoluciones de la ONU que exigen la eliminaci¨®n de la mutilaci¨®n. Pero todos estos encomiables esfuerzos no han podido contrarrestar el fen¨®meno. De modo que la cuesti¨®n no son las buenas palabras y promesas p¨²blicas, sino garantizar la voluntad pol¨ªtica de erradicar la pr¨¢ctica.
La mutilaci¨®n genital femenina es un crimen con v¨ªctimas reales, ?pero qui¨¦nes son los criminales? ?Deber¨ªamos encarcelar a todas las mujeres realizan esas mutilaciones sobre sus cong¨¦neres? ?Deber¨ªamos encarcelar a las madres porque sacrifican de buen grado la integridad f¨ªsica de sus hijas en el altar de la tradici¨®n? ?Deber¨ªamos imponer sanciones a los pa¨ªses que no ilegalizan la pr¨¢ctica? ?Deber¨ªamos patrullar los pueblos africanos remotos con grupos de activistas de derechos humanos?
La tradici¨®n s¨®lo puede contrarrestarse con creatividad. Necesitamos encontrar modos de encarar la falta de una aut¨¦ntica libertad de expresi¨®n de las mujeres en tantas sociedades y, a la vez, reparar el da?o hecho a quienes han sido v¨ªctimas de la mutilaci¨®n. Al hacerlo, debemos ser conscientes de que la soluci¨®n a la mutilaci¨®n no puede limitarse s¨®lo a esta cuesti¨®n. De hecho, tiene que formar parte de un esfuerzo m¨¢s global para capacitar y dar derechos civiles a las mujeres, el 50% de las personas que viven en las sociedades donde esa pr¨¢ctica se realiza.
Tal acci¨®n concertada debe ir m¨¢s all¨¢ del sacrosanto esfuerzo de proporcionar otro trabajo a las mujeres mayores que practican la mutilaci¨®n genital femenina o encontrar sustitutos simb¨®licos o rituales al acto de cercenar el cl¨ªtoris de una mujer. Necesitamos recurrir a la pol¨ªtica, porque no habr¨¢ libertad para las mujeres africanas, ¨¢rabes y asi¨¢ticas sin el advenimiento de la democracia pol¨ªtica. ?ste es el desaf¨ªo al que se enfrentan quienes viven en pa¨ªses donde la mutilaci¨®n genital femenina no se practica rutinariamente, pero donde se preocupan por la suerte de las mujeres en todo el mundo. No reconocer el aspecto pol¨ªtico de la cuesti¨®n asegurar¨¢ la derrota y la continuaci¨®n de una violenta pr¨¢ctica que maltrata a millones de mujeres cada a?o.
En los ¨²ltimos a?os, he tenido oportunidad de conocer a cientos de individuos y grupos de lugares donde la pr¨¢ctica existe. Esa gente ha hecho de la lucha contra la mutilaci¨®n una prioridad en sus vidas. Su valor, pericia, dedicaci¨®n y determinaci¨®n son alentadores, pero no podemos dejar que luchen solos.
En Bruselas, ayer, eminentes personalidades de ?frica y de todo el mundo hicieron un llamamiento abierto a firmas para internacionalizar su lucha. Los que quieran unirse a la campa?a Alto a la Mutilaci¨®n Genital Femenina llevada a cabo por AIDOS (Asociaci¨®n Italiana de Mujeres por el Desarrollo), TAMWA (Asociaci¨®n de Periodistas Tanzanas) y No Peace without Justice (No Hay Paz sin Justicia) pueden firmar la petici¨®n visitando www.stopfgm.org. Al permitir que tantas vidas sean asoladas por la mutilaci¨®n genital, nos degradamos a nosotros mismos y a nuestro mundo.
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