La ca¨ªda del imperio Pritzker
11 parientes recibir¨¢n 1.400 millones de d¨®lares cada uno por la venta de bienes
Dado que las herencias siempre son problem¨¢ticas, a los Pritzker no les ha ocurrido nada fuera de lo com¨²n en cualquier familia convencional: repartir el dinero siempre hace aflorar las envidias ocultas y comparaciones odiosas. Lo ¨²nico que distingue a los Pritzker es que sus cuentas corrientes tienen un n¨²mero de ceros a la derecha sensiblemente mayor que el de cualquier otra familia de Chicago.
En esa ciudad son los m¨¢s ricos, los m¨¢s exquisitos y los m¨¢s filantr¨®picos, pero no los m¨¢s discretos ni los m¨¢s felices. El reparto de la herencia familiar -que incluye la cadena de hoteles Hyatt- ha destapado enredos y rencores de un tama?o similar al de las cifras que se manejan. De tal calibre son las rencillas, que una de las hijas ha demandado a su padre porque quiere un dinero que, a sus 18 a?os, considera suyo.
Todo empez¨®, como siempre en estos casos, con una reuni¨®n familiar que sali¨® mal. En realidad, todo empez¨® hace m¨¢s de 100 a?os, cuando el joven Abraham Nicholas Pritzker decidi¨® recorrer el camino entre el gueto jud¨ªo de Kiev en el que hab¨ªa nacido y EE UU, una tierra no prometida, pero s¨ª muy prometedora.
Aprendi¨® ingl¨¦s leyendo el Chicago Tribune y acab¨® con esfuerzo la carrera de Derecho. A partir de ah¨ª, su historia est¨¢ perfectamente ajustada al estereotipo del sue?o americano. Con inversiones atinadas y socios bien escogidos, amas¨® una fortuna que es, todav¨ªa hoy, la mayor de una ciudad en la que no escasean las buenas familias.
El dinero ha ido atravesando el ¨¢rbol familiar con esa capacidad de multiplicaci¨®n de la que se benefician siempre los que m¨¢s tienen. Los hijos de Nicholas ampliaron las inversiones al sector inmobiliario, y los nietos, Jay, Donald y Robert, consolidaron un imperio financiero que supera los 15.000 millones de d¨®lares.
Todos se llevaban aparentemente bien, a pesar de que algunos miembros de la familia estaban m¨¢s implicados que otros en la gesti¨®n de los negocios. Fue en 1995 cuando Jay, que ejerc¨ªa de rey en esta monarqu¨ªa familiar, tuvo la idea de celebrar una reuni¨®n familiar para establecer con serenidad la transici¨®n del imperio a la siguiente generaci¨®n.
Se acord¨® que la fortuna deb¨ªa repartirse entre los 11 bisnietos del inmigrante Pritzker de la misma manera que en la generaci¨®n anterior: con mayor generosidad para aquellos que trabajan y con la premisa de mantener activo y unido el conglomerado familiar. Cada uno de los 11 primos recibir¨ªa un m¨ªnimo de 100.000 d¨®lares al a?o en funci¨®n de su aportaci¨®n laboral a la gesti¨®n de las empresas. El que decidiera trabajar en gastarlos tampoco ten¨ªa por qu¨¦ preocuparse por su futuro porque el acuerdo establec¨ªa la entrega de hasta 25 millones de d¨®lares en met¨¢lico al cumplir 40 a?os.
A uno de los primos le nombraron heredero en la direcci¨®n y a los otros tres que tambi¨¦n optaban a ese cargo se les dio un premio de consolaci¨®n de 30 millones para cada uno.
Jay Pritzker muri¨® en 1999 no del todo convencido de que la paz familiar ser¨ªa duradera. Y no lo fue: dado que esas cantidades eran calderilla comparadas con el valor de la fortuna familiar, los miembros m¨¢s influyentes del clan cerraron un pacto secreto para desmontar el imperio y repartirse su valor. Cada uno de los 11 parientes se quedar¨¢ con casi 1.400 millones de d¨®lares cuando se desprendan de las compa?¨ªas m¨¢s rentables, incluida la cadena Hyatt.
Pero con la segregaci¨®n no llega la paz. Un miembro de la quinta generaci¨®n de Pritzker ha dado la raz¨®n a quienes suelen decir que los pobres tienen m¨¢s hijos, pero los ricos tienen m¨¢s familiares. Liesel Pritzker, actriz en ratos libres y conocida como la hija de Harrison Ford en Air Force One, ha presentado una demanda contra su padre por haber dilapidado el fondo familiar que ella debe heredar. En la demanda acusa a su padre, Robert, de haber manejado las inversiones a su nombre de manera "tan nefasta, detestable y ofensiva como para constituir un delito de fraude". No s¨®lo eso: acusa a su progenitor de desviar el dinero a cuentas de sus hermanos e incluso -gran pecado familiar- a alguno de sus primos.
Despu¨¦s de toda una vida de discreci¨®n exquisita, Robert Pritzker ha tenido que hacer un comunicado en el que lamenta "un problema familiar que no vamos a comentar m¨¢s que para decir que es triste cuando una hija, beneficiaria de una enorme riqueza familiar y tremendas ventajas, demanda a su padre y a otros miembros de la familia".
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