El poder de la imaginaci¨®n
Hace ocho a?os, una pel¨ªcula navide?a, aqu¨ª rebautizada como ?Vaya Santa Claus!, se convert¨ªa en eficaz artefacto recaudador, al tiempo que consagraba a un actor de comedia, Tim Allen, como uno de los campeones de la taquilla. Trabajosa, por lo que parece: primero, porque han dejado pasar mucho tiempo -en este tipo de operaciones, ocho a?os son una eternidad-; segundo, porque hasta cinco guionistas firman el libreto de un filme que, aparentemente, no hubiera necesitado de tantos desvelos, y tercero, porque la aventura de la primera parte, creada por quienes aqu¨ª aparecen como responsables del argumento, Leo Benvenuti y Steve Rudnick, no parec¨ªa demasiado propicia para una continuaci¨®n.
SANTA CLAUS 2
Direcci¨®n: Michael Lembeck. Int¨¦rpretes: Tim Allen, Elizabeth Mitchell, Judge Reinhold, Wendy Crewson, Eric Lloyd, David Krumholtz. G¨¦nero: comedia infantil, EE UU, 2002. Duraci¨®n: 85 minutos.
Pero ya se sabe, en el mundo del espect¨¢culo, y m¨¢s en la productora Disney, parece prohibida la palabra imposible, y aqu¨ª tenemos otra vez al cambiante Allen, a veces, gord¨ªsimo Pap¨¢ Noel, y otras, normal ciudadano medio. Y lo tenemos metido en una aventura que, ins¨®lito, mezcla elementos culturales y sociales de muy variada raigambre, desde el tema del doble (!) hasta la denuncia de la propensi¨®n al militarismo, que parece la tentaci¨®n indisociable para los amantes exaltados del orden (!!), pasando por la fortaleza de la familia y los problemas de la educaci¨®n de los adolescentes, los conflictos que genera la virtual no comparecencia de un padre... ?y hasta una historia de amor protagonizada por Santa Claus, ah¨ª queda eso!
Pero no tema el padre preocupado por el ocio de sus ni?itos en tiempo navide?o: todo este paquete tem¨¢tico est¨¢ bien envuelto y servido por una entretenida peripecia con elfos, m¨¢gicos viajes en trineos voladores, travesuras sin par, buenos sentimientos y un general aire de buen rollito. Y un mensaje que parece inevitable cuando estamos ante esta clase de pel¨ªculas, verdaderas palomitas de usar y tirar s¨®lo en un limitado periodo del a?o: hay que creer en el poder de la imaginaci¨®n, hay que conservar la misma ilusi¨®n que ten¨ªamos en nuestra remota infancia; no hay que dejarse enredar, en suma, por el racionalismo. Pap¨¢ Noel existe, es un buen t¨ªo y mejor padre de familia. Y, al fin y al cabo, los desastres cotidianos se ven s¨®lo, en nuestro tecnificado universo cotidiano, en los telediarios, esos espacios de la caja tonta a los que no se suelen asomar los peque?os de la casa.
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