Kissinger complica con su dimisi¨®n la investigaci¨®n del 11-S
El ex secretario de Estado se niega a revelar sus actividades al frente de una consultor¨ªa
Las dimisiones de Henry Kissinger, como presidente de la comisi¨®n investigadora del 11-S, y George Mitchell, como vicepresidente, han demostrado la dificultad de un examen p¨²blico y profundo de los atentados y de los fallos de seguridad que permitieron que un grupo de terroristas causara 3.000 muertes. George Bush busca un sustituto para Kissinger, que fue secretario de Estado con los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. Quince meses despu¨¦s del 11-S, la investigaci¨®n no ha comenzado.
Bush se opuso a que se creara una comisi¨®n no controlada por los republicanos
En dos d¨ªas la comisi¨®n perdi¨® a su presidente y a su vicepresidente
Y crecen las dudas sobre la voluntad presidencial de llegar al fondo del asunto. El segundo miembro nombrado recientemente por los republicanos, tras el fallido de Kissinger, es un senador que trabaja para la industria a¨¦rea.
Bush se opuso desde el principio a que se creara una comisi¨®n que no pudiera ser totalmente controlada por la mayor¨ªa republicana en el Congreso. La presi¨®n de las familias de las v¨ªctimas le oblig¨®, sin embargo, a cambiar de opini¨®n y dos meses atr¨¢s dio luz verde a la comisi¨®n, pero bajo determinadas normas: la primera, que el jefe del grupo, cuyo nombramiento correspond¨ªa a la Casa Blanca, fuera Henry Kissinger, el rey del secretismo y de la "cuesti¨®n de Estado"; la segunda, que habr¨ªa cinco miembros republicanos y cinco dem¨®cratas, pero ser¨ªa necesaria la firma de al menos seis puestos (es decir, un acuerdo entre ambos partidos) para convocar testigos. Bush no quer¨ªa correr ning¨²n riesgo. Los resultados de la investigaci¨®n deber¨ªan conocerse en la primavera del a?o 2004, pocos meses antes de la elecci¨®n presidencial, y cualquier hallazgo que implicara responsabilidad por parte de George Bush pod¨ªa tener efectos muy negativos para su candidatura a la reelecci¨®n.
La presencia de Kissinger suscit¨® una enorme desconfianza entre los familiares de las v¨ªctimas, no s¨®lo por su talante reacio a exhibir en p¨²blico las entretelas institucionales. Sus compromisos profesionales, en su calidad de presidente y propietario de la empresa Kissinger & Associates, una firma que asesora a Gobiernos y multinacionales, eran interpretados como un impedimento a la investigaci¨®n. Entre los pocos clientes conocidos de la consultor¨ªa de Kissinger figuran el Gobierno de China, la aeron¨¢utica Lockheed, ITT y American Express.
Todos los temores se confirmaron cuando Kissinger, con el apoyo de Bush, se neg¨® a revelar los nombres de sus clientes. Sosten¨ªa, al igual que la Casa Blanca, que el hecho de no cobrar por su trabajo al frente de la comisi¨®n le permit¨ªa mantener al margen sus actividades profesionales. El viernes, sorprendi¨® al propio presidente Bush con el anuncio de su dimisi¨®n.
En una carta malhumorada al presidente de Estados Unidos, indic¨® que no estaba dispuesto a que la comisi¨®n estropeara sus negocios. Dijo estar dispuesto a aceptar cualquier norma de transparencia, "pero la controversia pronto llegar¨ªa a la firma consultora que fund¨¦ y de la que soy propietario". Eso podr¨ªa suponer la p¨¦rdida de clientes, temerosos de ver desvelados algunos de sus secretos, y, por tanto, la p¨¦rdida de ingresos.
"Concluyo, por tanto, que no puedo aceptar las responsabilidades que usted me ofreci¨®", finalizaba el mensaje de Kissinger a Bush. "Las exageradas exigencias de transparencia planteadas por el Congreso hacen que gente de val¨ªa no tenga inter¨¦s en trabajar por el Gobierno", se quej¨® un an¨®nimo alto cargo de la Casa Blanca citado por The Washington Post.
El vicepresidente de la comisi¨®n, el ex senador dem¨®crata George Mitchell, c¨¦lebre por su trabajo como mediador en el conflicto de Irlanda del Norte y autor de un plan de paz para Oriente Pr¨®ximo, ya hab¨ªa dimitido dos d¨ªas antes, el mi¨¦rcoles pasado. "Me han pedido que corte mis relaciones con la firma de abogados de la que formo parte, pero, dado que tengo que mantener a mi familia, no puedo hacerlo", se justific¨® Mitchell.
En dos d¨ªas, la comisi¨®n perdi¨® a su presidente y a su vicepresidente. Gan¨®, sin embargo, el primer miembro republicano. El agraciado con el nombramiento result¨® ser el senador Slade Gorton, cuya independencia parec¨ªa al menos discutible, ya que su despacho de abogados en Seattle tiene entre sus clientes a la compa?¨ªa Boeing, constructora de los cuatro aviones utilizados en los ataques del 11-S, y a pr¨¢cticamente todas las compa?¨ªas de transporte a¨¦reo, entre ellas American y United. Las citadas compa?¨ªas eran propietarias de los aparatos secuestrados.
"El de Gorton es un nombramiento terrible", coment¨® Stephen Push, cuya esposa, Lisa Raines, muri¨® pulverizada en el choque de un avi¨®n contra el Pent¨¢gono.
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