Beb¨¦s en la escuela
El Gobierno vasco est¨¢ aprobando diferentes decretos de apoyo a las familias con hijos. Con ellos se pretende fomentar la natalidad y llevar a la pr¨¢ctica las recomendaciones de la Uni¨®n Europea sobre este tema. Sin embargo, opino que estas medidas son pobres, contradictorias y no se ajustan a las necesidades de los hijos, sino a intereses productivistas, a una falsa igualdad de sexos o para satisfacer las necesidades de los padres.
?Hay alg¨²n art¨ªculo o tan siquiera un p¨¢rrafo de estos decretos que nos hable de fomentar una crianza sana? ?Acaso son tan conformistas que dan por buena la crianza actual? No saben que el origen de las atrocidades que se cometen, del desamparo y del desamor reinante en esta sociedad es consecuencia directa del tipo de crianza autoritaria y patriarcal, que generaci¨®n tras generaci¨®n es implantada por la familia. M¨¦dicos y psic¨®logos de la talla de Reich, Bowlby nos cuentan lo trascendental de establecer durante los primeros a?os de vida un v¨ªnculo afectivo seguro, que posibilitar¨¢ un desarrollo sano. Esto implica que, al menos durante el primer a?o de vida, el beb¨¦ sea cuidado por la madre si le est¨¢ dando pecho, o en su defecto por el padre si no ha sido iniciada la lactancia.
La medida de incorporar a los beb¨¦s en la red escolar desde los cero a?os supone un grave peligro para la salud de los ni?os, al obviar las grandes necesidades afectivas de los primeros a?os de vida. Una vez m¨¢s se priman los intereses productivistas, al poner todo tipo de facilidades para que la mujer empiece a trabajar lo antes posible.
Otro factor por el que se justifica la incorporaci¨®n temprana de los ni?os a la red escolar es la supuesta socializaci¨®n de ¨¦stos, oblig¨¢ndoles a compartir espacios, muchas veces, cerrados y reducidos. No tenemos m¨¢s que observarles durante un rato para comprobar que, con uno o dos a?os, el inter¨¦s por jugar con sus semejantes es pr¨¢cticamente nulo, siendo su ¨²nico deseo tener el objeto que tenga el otro. El verdadero inter¨¦s por compartir y jugar no aparece hasta los tres a?os.
Solicito a pol¨ªticos, maestros y padres que reflexionen seriamente sobre las consecuencias de actuaciones mencionadas y cambien todo lo que tengan a su alcance por facilitar una crianza sana de nuestros hijos, que ser¨¢ la mejor inversi¨®n que hagamos por el futuro de la humanidad.
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