Desbordar
Sobre el c¨¦sped, Van Gaal volvi¨® a morir con sus pocas ideas puestas. Ya saben: como Dani jug¨® bien contra el Newcastle, lo ponemos de extremo derecho y as¨ª conseguimos que se desquicie, con lo cual podemos condenarlo pronto al banquillo y degradarlo como hemos hecho con tantos otros. El entramado t¨¢ctico de Van Gaal recuerda el argumento de una novela barroca que s¨®lo su creador entiende y con el que los personajes se desesperan y los lectores se aburren o disgustan, incluso aquellos que, ingenuos, intentan encontrar alguna coherencia en la sucesi¨®n de escenas inconexas y desconcertantes. En las inmediaciones del palco, el directivo Francesc Closa responde a preguntas de periodistas. Si le hablan de la moci¨®n de censura, responde que el socio deber¨ªa tener en cuenta la credibilidad del se?or Carrillo. Hace 15 d¨ªas, los mismos que acusan a Carrillo de no tener credibilidad estuvieron a punto de asignarle la direcci¨®n de Gent del Bar?a y de incorporarlo a la directiva. ?En qu¨¦ quedamos? Probablemente sea un oportunista, pero su atrevimiento e inconsciencia llegan en el momento justo, ya que se constituye en la ¨²nica urgencia hist¨®rica de la que puede echar mano el cul¨¦ cabreado. Las furgonetas de la moci¨®n de censura se vieron desbordadas, puede que porque no est¨¦n preparadas o por exceso de demanda. Que nadie se rasgue las vestiduras: estar desbordado es una constante del club. Est¨¢ desbordado el presidente, que no consigue encauzar dos decisiones correctas y que se flagela innecesariamente en lugar de reaccionar con entereza y serenidad tomando ya las decisiones para mejorar la situaci¨®n cr¨ªtica de la entidad. Est¨¢ desbordado el entrenador, ebrio de un extra?o narcisismo t¨¢ctico. Est¨¢ desbordado el equipo, que ya no sabe a qu¨¦ juega y que sufre, y no es broma, un estr¨¦s que propicia lesiones y sobrecargas. Y por supuesto, est¨¢ desbordada la afici¨®n, que, tras meses de resistencia y paciencia, empieza a manifestar, a gritos y con un sincopado movimiento de pa?uelos, su inequ¨ªvoco cabreo. ?Contra qui¨¦n? En este caso contra el que, durante semanas, ha pedido que le silben. Nadie podr¨¢ decirles a los socios que no hagan caso a su presidente. Aunque nadie deber¨ªa olvidar, y menos hoy, que ellos lo eligieron para el cargo.
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