6.000 euros por 'cazar' un AVE
La polic¨ªa y Renfe luchan contra bandas de 'graffiteros' que act¨²an a cambio de recompensa
Los graffitis que decoran paredes, establecimientos comerciales y veh¨ªculos p¨²blicos han dejado de ser inocentes manifestaciones individuales de arte urbano. Los afectados por estas pintadas, sobre todo Metro y Renfe, en colaboraci¨®n con el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, aseguran que en muchas ocasiones son ya obra de bandas perfectamente organizadas, de car¨¢cter violento, que act¨²an para conseguir una recompensa econ¨®mica. Hasta 6.000 euros (un mill¨®n de pesetas) ha llegado a ofrecer una red empresarial al comando que logre pintarrajear la joya de un graffitero: los trenes del AVE.
Fuentes de la investigaci¨®n consideran que estas organizaciones tienen ya la consideraci¨®n de tribu urbana (igual que otros grupos marginales, como los rapados). El negocio de estas pintadas se mueve en torno a revistas de m¨²sica de distribuci¨®n en Internet, a un circuito de pubs en el que se exhiben los trabajos de los graffiteros y a algunas tiendas que venden los aerosoles y pinturas que utilizan estos artistas.
Hay 'comandos' de 20 miembros que act¨²an enmascarados y planifican los ataques
Interior ha creado unidades 'antigraffiteros' en Madrid y A Coru?a
"La actuaci¨®n de estas bandas es un hecho que la gente desconoce. Hoy se est¨¢ convirtiendo en un problema incipiente que en poco tiempo puede llegar a ser algo descontrolado. Creo que estamos s¨®lo ante la la punta de un iceberg", declara un responsable de la investigaci¨®n.
Los graffiteros son en su mayor¨ªa j¨®venes de hasta 25 a?os, aunque tambi¨¦n hay adolescentes de s¨®lo 12. Los que trabajan de forma organizada operan en bandas de unos 20 miembros que act¨²an juntos y se reparten las tareas. Normalmente llevan la cara tapada con pasamonta?as y una mochila a la espalda con los ¨²tiles de trabajo en la que suele ir estampada la firma del grafitero.
El comando est¨¢ formado por un grupo de informaci¨®n (dos o tres personas) que localiza y controla la presa a pintar, es decir, el tren o el metro. A continuaci¨®n, llega el grupo de ataque -los que hacen las pintadas- cada uno de cuyos integrantes tiene perfectamente definido su cometido: d¨®nde debe colocarse, la zona que tiene qu¨¦ pintar y c¨®mo. Unos se ocupan del perfil y otros del relleno del grafito. Nada es improvisado. Todo est¨¢ estudiado al mil¨ªmetro. Incluso el tiempo que tienen que tardar en terminar el trabajo. En ocasiones llevan armas blancas y, para lograr su cometido, han llegado a amenazar a los vigilantes y guardas de seguridad de Metro o Renfe.
Una vez concluida la obra, llega la parte m¨¢s importante: fotografiarla o grabarla en v¨ªdeo con el autor, o autores delante de la pintada, de grabar en v¨ªdeo unas im¨¢genes que posteriormente se exhiben en determinados pubs. Sin este paso, considerado como la firma o la prueba, no hay recompensa al no existe constancia de que ha sido realizado el ataque.
Renfe y Metro retiran de la circulaci¨®n inmediatamente todo tren que es pintarrajeado y queda parado en las cocheras hasta que no est¨¢ completamente limpio. De hecho, raras veces los usuarios han visto vagones tapizados de arriba a abajo con las coloridas obras de graffiteros, pese a que este tipo de hechos se produce con cierta frecuencia. En el caso del metro madrile?o, hay un promedio de un vag¨®n pintarrajeado cada mes. En el de Renfe, las pintadas son m¨¢s frecuentes, dada la dificultad de vigilar las zonas donde descansan los trenes.
Hay una guerra permanente, pero silenciosa, entre graffiteros y vigilantes, en la que una parte se esfuerza por dejar su huella, y la otra por impedirlo y borrarla. Esto, en el caso de Metro y Renfe, se traduce en un preocupante gasto econ¨®mico: esas empresas emplean cada vez m¨¢s vigilantes, personal de limpieza y, adem¨¢s, m¨¢s trenes que quedan temporalmente fuera de circulaci¨®n a causa de estos ataques. Los pintores, que es como se refieren a los graffiteros en sus c¨ªrculos, lo que m¨¢s se valora es el riesgo que entra?a la pintada y su duraci¨®n.
Entre las haza?as m¨¢s preciadas por los pintores est¨¢ la que consiste en pintar un convoy entero, vag¨®n a vag¨®n. EL PA?S ha tenido acceso a un v¨ªdeo en el que se ve a un comando de este tipo en plena acci¨®n. La grabaci¨®n, titulada Misi¨®n Imposible, fue decomisada por vigilantes del Metro madrile?o a uno de los integrantes del grupo.
En las im¨¢genes aparecen unos 20 j¨®venes que corren por un descampado pr¨®ximo a M¨®stoles en direcci¨®n a las v¨ªas por las que circula un tren de Cercan¨ªas. Est¨¢n previamente alertados de que el convoy se detendr¨¢ en mitad del descampado debido a que un miembro de la banda que viaja infiltrado en el tren tirar¨¢ del freno de emergencia. En ese momento, los enmascarados se apresuran a pintarrajearlo de lado a lado. Una vez concluido el trabajo, el c¨¢mara, que se encuentra en lo alto de un puente o pasarela, realiza un barrido por todos los vagones para mostrar la obra final y lograr testimonio gr¨¢fico del ataque.
Las actuaciones de graffiteros no se limitan a Madrid. Existen bandas en otras ciudades. La polic¨ªa ha detenido a pintores extranjeros que act¨²an en Madrid y Barcelona. Esto se debe en buena parte a que se comunican a trav¨¦s de Internet. En algunas de esas webs se facilitan mapas de las ciudades con las zonas m¨¢s cotizadas para los graffiteros.
En Madrid, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n, existen tres puntos en los que se concentran estas bandas: una zona cercana a la plaza del Conde de Casal; otra en torno a tiendas de maquetas de la plaza de Vista Alegre; y una tercera que opera en un instituto del barrio de Aluche. En Andaluc¨ªa tambi¨¦n hay grupos organizados, seg¨²n fuentes policiales.
La polic¨ªa ha montado unidades antigraffiteros en Madrid y A Coru?a. Pero la persecuci¨®n legal de estas bandas tropieza con la dificultad de castigar penalmente a sus integrantes. Son pocos los casos en que ha habido una sentencia condenatoria. Lo usual es que se les imponga una multa por el valor de los da?os que han ocasionado y por los materiales deteriorados, cantidades que, en la mayor¨ªa de los casos, pagan los padres de los detenidos.
Y, sin embargo, eliminar las huellas de los pintores supone un gasto considerable para Renfe y Metro: una pareja de vigilantes les supone 300.000 euros al a?o; y limpiar las pintadas entra?a un gasto de 18 euros por metro cuadrado.
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