El salvaje

Lee Bowyer (Londres, 1977), largas patillas rectas de color rojo, nariz chata y pelo crespo rapado, es un "centrocampista combativo", seg¨²n la p¨¢gina oficial de su club, el Leeds United. Seg¨²n la edici¨®n del pasado domingo del Times de Londres, "Bowyer es, en una palabra, repugnante". Una definici¨®n corta e implacable para un jugador con un largu¨ªsimo historial de fechor¨ªas violentas dentro y fuera del c¨¦sped. El martes, Bowyer se entretuvo en pasar los tacos de su bota derecha por la cara de Gerardo, del M¨¢laga. Primero le caz¨® utilizando sus pies como una segadora que engull¨® la tierra bajo Gerardo y, una vez con el malaguista en el suelo, le trat¨® de pisar la cara. S¨®lo le roz¨® de refil¨®n. Una suerte.

M¨¢s de la que tuvo Juan S¨¢nchez, del Valencia, en 2001. Entonces, Lee Bowyer repiti¨® paso por paso la acci¨®n de la pasada semana con Gerardo, pero con mejor punter¨ªa: primero le derrib¨® y despu¨¦s, con el juego parado, le pisote¨® cerca del bander¨ªn de c¨®rner en el suelo sobre el est¨®mago. La UEFA le suspendi¨® con tres partidos.

Pero su historial de incidentes empieza mucho antes, coindiendo con el principio de su carrera. Una carrera que el Times califica de "ejemplo inaceptable del deporte moderno". En 1995, con 18 a?os y jugando en su primer club, el Charlton Atheletic, fue recluido en un centro de rehabilitaci¨®n por consumir marihuana. Al a?o siguiemnte, protagoniz¨® el traspaso m¨¢s caro de un jugador joven en el Reino Unido. El Leeds pag¨® casi tres millones de libras (unos 4,5 millones de euros) por el fogoso adolescente. Unos a?os despu¨¦s, su presidente, Peter Ridsdale, declar¨® que si hubiese sabido "c¨®mo era Bowyer nunca le hubiera fichado". Pero no lo sab¨ªa. Lo supo poco despu¨¦s, en 1998, Bowyer se neg¨® a jugar un torneo amistoso en Francia con la selecci¨®n inglesa sub 21 alegando que le "quitaba ritmo". Al a?o siguiente fue multado por superar la barrera de las 11 amonestaciones en el campeonato ingl¨¦s.

El episodio cumbre en su accidentada biograf¨ªa se produjo una noche de enero de 2000. Entonces, junto a su compa?ero Woodgate y a otros dos amigos, apalearon brutalmente a un estudiante paquistan¨ª de 19 a?os a la salida de una discoteca. Woodgate fue condenado a 100 horas de servicios sociales. Bowyer, que reconoci¨® su presencia en la paliza pero neg¨® su participaci¨®n, fue absuelto dos a?os despu¨¦s del incidente. Mientras dur¨® la causa, cerca de dos a?os, el jugador vio truncada su carrera internacional. Hasta que no se resolviera el juicio el jugador no pod¨ªa ser seleccionado por una norma de la Federaci¨®n de F¨²tbol inglesa. En 2001 tambi¨¦n fue suspendido por "insultar gravemente" a un ¨¢rbitro.

"Buscado por cr¨ªmenes contra el f¨²tbol", titula el Times su furibunda cr¨ªtica al jugador, que ocupa una p¨¢gina de tama?o s¨¢bana completa. Y bajo el inequ¨ªvoco titular, aparecen las fotos de los dos espa?oles, Juan S¨¢nchez y Gerardo, pisoteados por Bowyer. Dos "extranjeros", seg¨²n el cronista del diario londinense, que "provocaron el ansia agresiva de Lee Bowyer".

Pero Bowyer no hace ascos tampoco a agredir a sus compatriotas. En febrero de 2002 fue sancionado con seis partidos por dar un codazo a Gary McAllister, del Liverpool, e insultar al ¨¢rbitro del partido.

Parad¨®jicamente la postura oficial del M¨¢laga tras la agresi¨®n a su jugador fue la de minimizar el asunto escud¨¢ndose en las leyes no escritas del juego. "Son cosas del f¨²tbol, cosas que pasan en caliente y que no deben traspasar el terreno de juego". El propio agredido, Gerardo, no quiso hacer declaraciones al respecto. La UEFA estudia qu¨¦ sanci¨®n imponer al d¨ªscolo jugador ingl¨¦s.

A Bowyer tambi¨¦n le toc¨® en una ocasi¨®n probar a qu¨¦ sabe el regusto de sangre en la boca. Un codazo de la estrella del Manchester David Beckham le parti¨® el labio. En los foros de opini¨®n del Reino Unido se pod¨ªan leer muchos mensajes como el siguiente: "Bien hecho, David, al fin alguien hace caer como lo que es, un saco de mierda, a ese nazi".