?Ad¨®nde va la cooperaci¨®n valenciana?
La Agencia Valenciana de Cooperaci¨®n al Desarrollo (AVCD) es ya tan previsible, por mera aritm¨¦tica parlamentaria, como poco justificable, por apenas sujeta al debate p¨²blico oportuno. Cuando ni son evidentes su finalidad y contenido, de atender al proyecto de que da cuenta el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana de 4 de noviembre, ni menos a¨²n de recibo la forma elegida para su puesta en pie, al acudirse a la v¨ªa torticera de la Ley de Acompa?amiento de los presupuestos, de la que abusa el PP.
El proyecto de dicha ley se limita a se?alar que la agencia "obedece al importante impulso, a todos los niveles, que ha soportado en los ¨²ltimos a?os y a las peculiaridades en la gesti¨®n que conlleva la misma". Pero ni el contexto m¨¢s inmediato en que se enmarca la iniciativa (con la Comisi¨®n de Ayuda Humanitaria y de Emergencia como el casi ¨²nico logro en 3 a?os), ni tampoco su propio articulado (centrado en su organizaci¨®n, que no en su r¨¦gimen econ¨®mico), hacen cre¨ªble tal justificaci¨®n. Y otras m¨¢s espurias, por contra, parecen anteponerse. Las de corte personalista incluidas, pues ?no ser¨¢ que antes se trate de brindar al president Olivas alg¨²n triunfo con que reforzar su paso ef¨ªmero por el Palau? ?O acaso de reforzar la posici¨®n de algunos, de escal¨®n no tan notorio, con vistas al medio plazo? Por partes.
Nada mejor que enfocar la Agencia de Cooperaci¨®n a la luz de las 3 "c": coherencia, coordinaci¨®n y credibilidad
Lo (todav¨ªa) posible reclamar¨ªa una ley valenciana de cooperaci¨®n. Cuanto antes
Importa no olvidar, de entrada, de d¨®nde venimos. Y lo hacemos de un modelo de cooperaci¨®n que, tras diez a?os desde su arranque a finales de los 80, dejaba ver ya: a) su desigual trayectoria hist¨®rica: del inicial gubernamentalismo al posterior cuasimercado de organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD) ; b) en cuanto al papel de la Generalitat, su indudable protagonismo en el salto cuantitativo de la ayuda valenciana desde 1995, acudiendo a ONGD y organizaciones no lucraticas (ONL) para su ejecuci¨®n, si bien instrumentado por decreto, en ausencia de ley auton¨®mica en la materia; c) el acentuado personalismo que ha venido impregnando los modos, pol¨ªticos y de gesti¨®n, de pilotar la cooperaci¨®n en cada etapa (de Jos¨¦ Luis ?balos a Pilar Mateo, con V. Zaragoza, Jos¨¦ Sanmart¨ªn y Aurelio Hern¨¢ndez entre medias), personalismo agudizado a¨²n m¨¢s si cabe en la cooperaci¨®n municipal; y, en fin, d) las debilidades, m¨¢s cualitativas, que hay que atribuir a los principales agentes: las ONGD (brazo ejecutor dominante de la cooperaci¨®n valenciana, que algo habr¨ªan avanzado en la necesaria superaci¨®n de la cultura del microproyecto pero no tanto en evitar la dispersi¨®n de su esfuerzo entre pa¨ªses, excesivos, ni en mejorar su propia implantaci¨®n); y el Consell (brazo financiero, que pronto aval¨® con el PP la creciente presencia de universidades como la Polit¨¦cnica, reforzando a fundaciones afines y ONGD religiosas y "moj¨¢ndose" en proyectos que dejaban entrever una tendencia preocupante a una perspectiva de relaciones externas de car¨¢cter comercial).
La necesidad de reconducir dicho modelo, con la Ley de Cooperaci¨®n estatal ya en vigor, era clara. Lo que reclamaba pol¨ªticas, auton¨®micas y municipales, menos de escaparate. Y la urgente clarificaci¨®n e innovaci¨®n de los marcos jur¨ªdico y presupuestario aplicables. De ah¨ª que no pocos habl¨¢semos de un Libro Blanco, como oportunidad de dinamizaci¨®n pol¨ªtica y social previa... Y en esas est¨¢bamos hace 4 a?os.
Pero el contexto m¨¢s inmediato pronto qued¨® marcado por la mayor¨ªa absoluta y el desembarco de Zaplana en Madrid. Con Josep Piqu¨¦ en Exteriores, el aparato de Relaciones Externas de Presidencia de la Generalitat estrechaba sus lazos m¨¢s europe¨ªstas a la par que aprovechaba la creciente condici¨®n de Valencia como lugar de encuentros, ferias y congresos internacionales. Por a?adidura, el equipo de la directora general de Cooperaci¨®n, Pilar Mateo, pronto hubo de apechugar, tras las ¨²ltimas generales, con las servidumbres inducidas desde Madrid: un giro ultraconservador del enfoque neoliberal, que la lectura a la Bush del 11-S no har¨ªa sino apuntalar. Pues ya con el infumable Plan Director, pronto se encadenan el reajuste en la c¨²pula de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional (AECI) primero, el nuevo sistema de financiaci¨®n de ONGD despu¨¦s, y la tendenciosa remodelaci¨®n del Consejo de Cooperaci¨®n -con la rebeli¨®n definitiva de Intermon- y la posterior remodelaci¨®n de las coordinadoras de ONGD, tanto estatal como auton¨®mica... ?Malos tiempos en suma, m¨¢xime con la creciente inmigraci¨®n y la deuda ya acumulada por la Generalitat como problemas a?adidos, para impulsar una ley auton¨®mica de cooperaci¨®n, y peor a¨²n para lograrla con el consenso deseable!
Ser¨¢ entonces cuando el triunvirato Mateo-Castell-Mor¨¢nt, de perfil tan polit¨¦cnico, se encargue de retomar y lanzar la idea del Libro Blanco de la cooperaci¨®n valenciana. Al respecto, y designado como "experto" (sic) por las ONGD, asist¨ª a la reuni¨®n de hace un a?o en La Coma. Dije cosas como las previas y, echando de menos a gentes como Carlos G¨®mez Gil, por ejemplo, al cabo fu¨ªme. Poco m¨¢s supe, hasta hoy. Aunque cab¨ªa suponer que de eso se trataba, de poder decir que all¨ª estuvimos "todos, y m¨¢s"... Y en esas, tan inesperadamente como la propia marcha tras el 20-J de Zaplana a los madriles, pero luego de ella, se anuncia la creaci¨®n de la AVCD.
Pero ?de qu¨¦ agencia se trata? Porque, seg¨²n y c¨®mo, una agencia o similar podr¨ªa ser ¨²til. Ahora bien, a quien de entrada pregunte sobre el porqu¨¦ de tanta prisa por crearla, le espera un callej¨®n sin salida. Pues no le dar¨¢n un argumento de car¨¢cter pol¨ªtico-l¨®gico ni tampoco un argumento t¨¦cnico-gestor. Le hablar¨¢n por contra del Libro Blanco (?a¨²n in¨¦dito?), pues poco menos que en ¨¦l -cual si del b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s se tratara- se exige dicha agencia.
Lo que era de temer... Pues, respecto del mismo y por resumir, cab¨ªan tres opciones a seguir. La del Libro Blanco que auspici¨® Blair: obediente ante todo a una seria revisi¨®n doctrinal, buscando al tiempo dinamizar el debate p¨²blico; la de la Estrategia para la Cooperaci¨®n Espa?ola, formulada en 1999: un diagn¨®stico fino con una propuesta de acci¨®n pragm¨¢tica, por m¨¢s que al cabo no asumida por la nueva AECI; o, en fin, la menos ambiciosa de todas (y la elegida seg¨²n creo): aquella que no persigue clarificar el debate doctrinal ni dinamizar el p¨²blico ni diagnosticar nada, sino servir de mera excusa de legitimaci¨®n de vaya Vd. a saber qu¨¦ pol¨ªtica de cooperaci¨®n.
Nada mejor, para ello, que enfocar la creaci¨®n de la agencia a la luz de las 3 grandes "C" (coherencia, coordinaci¨®n y credibilidad). De entrada, la coherencia (entre pol¨ªticas). Deudora, ya se sabe, de la dependencia de la cooperaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de turno. Dependencia de hecho y doblemente en entredicho, en el caso espa?ol, por la tan criticada bicefalia entre los ministerios de Econom¨ªa y Hacienda y el de Exteriores.
?Y qu¨¦ aportar¨ªa la agencia al respecto? Pues m¨¢s dudas que respuestas. ?Ser¨¢ la agencia, por su adscripci¨®n a Presidencia, ajena a toda tentaci¨®n de bicefalia en la direcci¨®n de nuestra pol¨ªtica de cooperaci¨®n, o, aun con Bienestar Social al margen (de Econom¨ªa ni hablemos), seg¨²n qui¨¦n sea el president (que no su director/a)? ?La comisi¨®n inter-Consell, en tanto que "ejecutiva" e "integrada" en su direcci¨®n, augura la superaci¨®n de tal problema por elevaci¨®n: ninguna bicefalia que temer, pues que de multicefalia en realidad se tratar¨ªa?... Ni nada ni nadie tampoco puede asegurar la coherencia estrat¨¦gica todav¨ªa por ganar en relaci¨®n, incluso, con el resto de agentes oficiales, empezando por los ayuntamientos: por tan alejada del "umbral de consenso cualificado" que ser¨ªa deseable (tanto el grupo Mixto como los de EU y Socialistas-Progresistas han presentado enmiendas de supresi¨®n a la totalidad del cap¨ªtulo por el que se crear¨ªa la agencia), lo que hace temer posicionamientos de entrada o salida, en relaci¨®n con ella, seg¨²n el bipartidismo imperfecto de hecho asentado a nivel municipal.
Los problemas de coordinaci¨®n (entre agentes) son por otro lado, en el caso espa?ol y valenciano, especialmente deudores de la propia "juventud" de nuestra(s) pol¨ªtica(s) de cooperaci¨®n. Con todo, el debate sobre la "miseria de la cooperaci¨®n" no se limita ya a las sospechas sobre la utilidad de la ayuda, y viene apuntando cada vez m¨¢s a los problemas de dise?o institucional (la creaci¨®n de una agencia lo es) y al ya impostergable recambio en nuestros modos de hacer cooperaci¨®n con el Sur: pues si ¨¦sta debiera ser para su desarrollo (y no nuestro), habr¨¢ de ser de di¨¢logo, como m¨¦todo, y de codesarrollo, si de programaci¨®n, ejecuci¨®n y evaluaci¨®n se trata, de lo que tendr¨ªamos que hablar.
En tal sentido, ni la inoperancia habitual de los ¨®rganos colegiados del modelo valenciano (Comisi¨®n ejecutiva, Consejo de cooperaci¨®n), ni sus lagunas m¨¢s clamorosas (nada parecido a una Oficina de Planificaci¨®n y Evaluaci¨®n), ni el m¨¢s que magro soporte administrativo de la todav¨ªa direcci¨®n general, ni mucho menos los efectos contraproducentes a que todo ello, en suma, viene conduciendo eran ni son defendibles. Pero frente a eso, ?cu¨¢l es el dise?o "alternativo" que con la agencia se propone?
Pues un batiburrillo incalificable. O tal me parece, con tan s¨®lo atender a su propuesta de organizaci¨®n: tan camale¨®nica (mezcla ¨®rganos unipersonales con colegiados, sean ejecutivos, consultivos o de control) como preocupante (pues los tritura, m¨¢s que integra: ni funcionales ni de divisi¨®n de poderes...). Por que, en la AVCD como "ente aut¨®nomo administrativo" y al tiempo constituida, entre otros, por la Comisi¨®n inter-Consell y un renovado Consejo de cooperaci¨®n ?grupos parlamentarios incluidos!, ?Se limitar¨¢n los diputados representativos al papel inicialmente consultivo que se les atribuye? ?C¨®mo, sin ley marco espec¨ªfica, avalar sus prioridades geogr¨¢ ficas y sectoriales con quienes la pol¨ªtica de la Generalitat, dentro y fuera del pa¨ªs, debiera coordinarse? ?Seguro que bastar¨¢ con externalizar la evaluaci¨®n para avanzar en t¨¦rminos de codesarrollo (y a qu¨¦ precio, ?los de "capacidad institucional propia" incluidos!, y tanto m¨¢s cuanto m¨¢s integrales sean los proyectos)?... De modo que, por s¨®lo aludir al Consejo, ?tendr¨¢ tambi¨¦n cabida en ¨¦l parte al menos del Consejo de Voluntariado reci¨¦n cocinado por Blasco, en cuanto le afecte? ?Y el Ivex? ?Y hasta el comit¨¦ de expertos propuesto por el PSPV, v¨ªa enmiendas, para evaluar e informar al plenario? (Por cierto, ?tan poco importa al dise?ador de la agencia la divisi¨®n de poderes, o es que el sistema de evaluaci¨®n ha de persistir en la viajitis sobre el terreno al uso y el control limitarse al exclusivamente financiero que viene (cuando viene) practic¨¢ndose? ?Por qu¨¦ no, simplemente, reforzar el control parlamentario v¨ªa comisi¨®n ad hoc?).
En fin, en cuanto a la credibilidad, a qu¨¦ abundar... Baste con comparar el raquitismo en el ritmo de crecimiento del volumen de nuestra ayuda auton¨®mica desde 1995 (sin negar el esfuerzo humano que lo ha acompa?ado ni, tampoco, el contexto a la baja en que se inserta: la ayuda global ha ca¨ªdo un 20% desde 1990) con el hecho de que la propuesta de AVCD se formule en bloque -incluyendo su direcci¨®n con rango (y retribuciones) de subsecretario/a y que se crea un gabinete de direcci¨®n (que no t¨¦cnico, como en la AECI) cuyo titular tendr¨ªa categor¨ªa de director general- sin m¨¢s memoria econ¨®mica que la remisi¨®n a unos presupuestos, con cuya ley de acompa?amiento se presenta en sociedad. Unos Presupuestos para el 2003 que recogen, s¨ª, el compromiso de dotarla en 3 meses para cuanto precise: pero ?v¨ªa modificaci¨®n o de nuevo v¨ªa deuda?, pues de entrada se limitan a asignar al programa de referencia unos recursos, respecto del ejercicio en curso, que crecen (no llega a un 3%) por debajo de la inflaci¨®n anual ya acumulada...
Lo (todav¨ªa) posible reclamar¨ªa una ley valenciana de cooperaci¨®n. Cuanto antes. Y s¨®lo despu¨¦s, cuantos redise?os institucionales sean precisos... La realidad, sin embargo, no parece sino confirmar lo que ya Musil hac¨ªa prejuzgar a Ulrich en su conversaci¨®n con el joven socialista Schmeisser: que la pol¨ªtica siempre llega tarde; y adem¨¢s, como en este caso, mal... De donde tantas y tantas rebeld¨ªas, muchas de ellas tan calladas como nada caprichosas. Pues ?de qu¨¦, si no, creen que se habla, los avalistas del "conocimiento en acci¨®n" -lema que bien podr¨ªa pasar por ¨²ltima bandera del jacobinismo tecnocr¨¢tico-, cuando algunos hablamos de problemas de gobernabilidad (y no s¨®lo en el Sur, como en Galicia sin ir m¨¢s lejos no dejase de insinuarse los primeros d¨ªas)?
Rafael Qu¨ªlez es t¨¦cnico de la Generalitat y miembro del Observatorio para la Calidad de los Servicios P¨²blicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.