Tom¨¤s Roig i Llop
Hace unos d¨ªas, un escritor mexicano nacido en Egipto y de padres italianos contaba en Barcelona que es incapaz de escribir en su lengua materna. Dec¨ªa Fabio Mor¨¢bito que, al vivir en M¨¦xico, necesita situarse entre los castellanohablantes para, a trav¨¦s de sus libros, dialogar o discutir con ellos: "No se puede escribir sin tener unos interlocutores que te permitan decidir y tomar una posici¨®n", afirm¨®. Esta voluntad de conexi¨®n con los que te rodean, con los otros, es quiz¨¢ lo que mueve toda creaci¨®n. El tiempo, sin embargo, se esfuerza en ir borrando los empe?os de la mayor¨ªa, convirti¨¦ndolos en campo abonado para especialistas y estudiosos. O ni eso. Si cuesta mantenerse al tanto de lo que producen sin parar nuestros contempor¨¢neos, m¨¢s todav¨ªa cuesta hacerlo con los que un d¨ªa, hace tiempo, ocuparon un papel relevante en el peque?o parnaso de los pa¨ªses peque?os. Por eso, el hecho de que un grupo de personas se re¨²na para recordar y mantener vivo el contacto con el pasado es algo as¨ª como un acto de resistencia especialmente emocionante. Algunas veces se consigue hacer avanzar al personaje en cuesti¨®n hasta el presente.
El tiempo se esfuerza en ir borrando los empe?os de la mayor¨ªa, convirti¨¦ndolos en campo abonado para especialistas y estudiosos
Hablemos, por ejemplo, de los noucentistes, que a pesar de la exposici¨®n del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona de 1994 no consiguieron ponerse otra vez de moda, ni de lejos. Y de aquellos que, aunque no se inscribieran est¨¦ticamente en el movimiento o llegaran tarde, trabajaron en las mismas coordenadas ¨¦ticas, ya fuera bajo la Mancomunitat o despu¨¦s de la guerra civil en una especie de resistencia subterr¨¢nea. Tom¨¤s Roig i Llop, escritor y abogado -y padre de Montserrat Roig-, fue uno de ellos. Roig i Llop naci¨® en Barcelona en 1902, ahora hace 100 a?os, y muri¨® en 1987. El martes por la noche se le homenaje¨® en el Ateneo Barcelon¨¦s.
Aunque lo fue hace tiempo, y a veces parezca que todav¨ªa lo sea, Barcelona ha dejado de ser un pueblo. En algunos aspectos, es una l¨¢stima. Me pas¨¦ cuatro a?os en el instituto con Jordi Sempere, futuro escritor y nieto del homenajeado, sin llegar a saber nada de las ahora casi inencontrables Fac¨¨cies, Siluetes epigram¨¤tiques, Petits poemes de la llar y Del meu viatge per la vida ni de las actividades del FESTA (Foment de l'Espectacle Selecte i Teatre Amateur), del que Roig i Llop fue fundador y presidente. Tampoco supe de su vinculaci¨®n con el Premio Joan Crexells y con R¨¤dio Associaci¨® de Catalunya en los a?os treinta. Ni que particip¨® en las campa?as de la Associaci¨® Protectora de l'Ensenyan?a Catalana en los veinte, representadas por ese chaval¨ªn vestido con alpargatas y cal?a curta del cartel de -disculpen la confianza- mi abuelo, Josep Obiols. Todo esto puede ser achacable a mi ignorancia, sin duda oce¨¢nica, pero no s¨®lo. Est¨¢ la ruptura de la dictadura. Y tambi¨¦n el desd¨¦n con que la modernidad se ha acabando creyendo que cualquier manifestaci¨®n cultural relacionada con el asociacionismo y el catalanismo militante huele a naftalina. Y es que, visto retrospectivamente, eso de participar en la organizaci¨®n de unos Jocs Florals en Toulouse en plena dictadura de Primo de Rivera y montar un orfe¨®n o un esbart en la Catalu?a de los a?os cuarenta parece cosa de cuatro asilvestrados.
Pues bien. En el acto del martes se habl¨® del Roig i Llop escritor y abogado. Oficiaron Jordi Sarsanedas, presidente del Ateneo; el historiador Josep Maria Ainaud de Lasarte; el difusor de historia local Joan Pallar¨¨s; la abogada Magda Oranich, y los actores Teresa Cunill¨¦ y Dom¨¨nec Vilarasa. En la primera fila de butacas, su viuda, Albina Fransitorra.
Pallar¨¨s traz¨® toda una genealog¨ªa de abogados metidos a escritores o viceversa, una l¨ªnea en la que se inscriben hombres como Narc¨ªs Oller, Maurici Serrahima, Tom¨¤s Garc¨¦s y Josep Maria Espin¨¤s. De la generaci¨®n de Roig i Llop, Pallar¨¨s destac¨® un car¨¢cter com¨²n, su identificaci¨®n con Joan Maragall como referente intelectual y vital. "Eran escritores met¨®dicos y de orden, preocupados por su pa¨ªs y los derechos humanos", afirm¨®.
Sobre esto ¨²ltimo se extendi¨® m¨¢s Oranich. "Aunque Roig dijera que se hab¨ªa jubilado en 1975, yo recuerdo verle tambi¨¦n en tiempos posteriores en el Colegio de Abogados". Ya fuera participando simb¨®licamente en encierros en contra de la pena de muerte o firmando en manifiestos p¨²blicos, Roig fue, al decir de Oranich, "un ejemplo que seguir", tambi¨¦n durante la transici¨®n. Y Ainaud de Lasarte, citando las memorias del homenajeado, le record¨® en el Ateneo de los a?os veinte y treinta. "Atento al signo de los tiempos, ¨¦l sab¨ªa que las mujeres ten¨ªan que desarrollar un papel muy importante en la sociedad", afirm¨®, evocando el revuelo que se organiz¨® en la entidad -"un reducto machista"- por la primera conferencia pronunciada por una mujer, Carme Karr, abuela del historiador.
S¨®lo quedaba escuchar sus palabras con la voz de Cunill¨¦ y Vilarasa. Leyeron algunas de esas Siluetes epigram¨¤tiques, caricaturas de personajes como Salvador Dal¨ª, Josep Maria de Sagarra, Merc¨¨ Rodoreda y Joaquim Molas, entre muchos otros. Tambi¨¦n poemas y alg¨²n cuento breve. A partir de aqu¨ª, empieza una tarea ingente: buscarle en los anaqueles de las bibliotecas y leer.
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