La farsa de Obiang
Teodoro Obiang ha consumado en Guinea Ecuatorial una farsa electoral de grandes dimensiones, hasta el punto de que los otros cuatro aspirantes a la presidencia se retiraron de la competici¨®n el mismo d¨ªa de los comicios. No contento con mantener en prisi¨®n desde junio a una buena parte de la oposici¨®n, tras el juicio-mascarada del cine Marfil, el dictador ecuatoguineano se ha atribuido la victoria en las urnas con el 99,5% de los votos, en la estela de lo que Sadam proclam¨® en Irak. Tanto dar¨ªa que fuese el 100%. Muchos de los votantes en el pa¨ªs africano exhib¨ªan la papeleta ante las c¨¢maras de televisi¨®n con el nombre del presidente antes de depositarla, siguiendo as¨ª la consigna del voto patri¨®tico. En colegios donde acudieron conocidos opositores no apareci¨® ni un solo voto contrario a Obiang. En otros, los soldados obligaron a firmar las actas antes del cierre de las urnas o se expuls¨® directamente a los interventores poco gratos.
Si la astracanada -ejecutada precipitadamente y en ausencia de cualquier observador internacional- tiene alguna virtud es que este dictador que se hizo con el poder mediante un golpe en 1979 no podr¨¢ mantener la ficci¨®n de que encamina a su pa¨ªs hacia un r¨¦gimen representativo. Guinea Ecuatorial es una finca de Obiang Nguema, y es conveniente que se sepa. A EE UU, la Uni¨®n Europea y Espa?a les corresponde ahora actuar en consecuencia. Washington ha hecho o¨ªdos sordos a todo lo que ocurre all¨ª porque sus multinacionales petroleras son las principales beneficiadas de las extracciones en aumento, que el r¨¦gimen de Obiang mantiene como secreto de Estado. Espa?a, como antigua potencia colonial, tiene una responsabilidad especial. El presidente ecuatoguineano ha tenido vara alta en nuestro pa¨ªs, adonde viaj¨® por ¨²ltima vez en abril, y se ha hecho las fotos pertinentes con el Rey y el presidente del Gobierno. Lo que procede es tratarle como corresponde y denunciar internacionalmente su patra?a.
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