?Oh, Cecilia!
Uno. "Abr¨®chense los cinturones, que la noche va a ser movidita". La c¨¦lebre r¨¦plica de Bette Davis en Eva ser¨ªa el p¨®rtico obligado para cualquier espect¨¢culo de Cecilia Rossetto, la imprescindible show-woman argentina. Un turbi¨®n de vida, un men¨² teatral hipercal¨®rico, un animal esc¨¦nico en libertad, una pantera que le canta al sol y se r¨ªe de la luna (o al rev¨¦s). Como dec¨ªa Juan Carlos Olivares, "con cada recital de Cecilia uno podr¨ªa vivir siete d¨ªas y con su recuerdo tres a?os". Esta extra?a criatura "de sonrisa triste y piernas felices" ha vuelto a Barcelona (teatro Romea, hasta el 6 de enero de 2003) con Resiste Rossetto, la funci¨®n que conmemora sus 25 a?os de teatro: cinco lustrosos lustros en escena. En 1991 aterrizaba en Espa?a para presentar In Concherto y llevarse de calle a p¨²blico y cr¨ªtica. Volvi¨® tres veces m¨¢s: Dame un beso (1995), Bola de nieve (1997), Rojo tango (2001). Entre viaje y viaje se convirti¨® en Mujer Ara?a en Mortadela (1992), la extraordinaria comedia musical de Alfredo Arias, que arras¨® en Par¨ªs (primero en La Cigale, luego en el Montparnasse) y fue Madame La Mort en el Mein Kampf de Tabori, dirigido por Lavelli en Buenos Aires.
Cecilia Rossetto celebra en el Romea, de Barcelona, sus 25 a?os en el teatro
Si ustedes no han visto nunca a esta fiera en directo, Resiste Rossetto es la puerta perfecta para zambullirse en su universo: un c¨®ctel explosivo de humor y pasi¨®n, seducci¨®n y generosidad.
Dos. "O mia patria, si bella e perduta...". Abre el espect¨¢culo un Va pensiero casi cantado a capella, susurrado como una canci¨®n de amor, atravesado por gritos de p¨¢jaros y sirenas de barcos, mientras van desfilando, en sepia, las fotos del ¨¢lbum de familia. Ettore y Vittorina, los bisabuelos, que viajaron de Tur¨ªn a la Patagonia... El abuelo Arnaldo, amigo de Pirandello... El padre bohemio, campe¨®n de ajedrez, jugando con Bogart y Marlene y el Che... "En s¨®lo cien a?os", dice Cecilia, "mi familia perdi¨® dos patrias. Dos veces nos vimos obligados a emigrar del suelo natal. Primero Italia, ahora Argentina. Hoy intento regresar a Barcelona como tierra de acogida y, desde aqu¨ª, resistir. Resistir desde el lugar m¨¢s seguro que encontr¨¦ en el mundo: el escenario". ?sos son los vectores, las l¨ªneas de fuerza del espect¨¢culo: Italia, Argentina, Barcelona. Nostalgia, resistencia. En la voz y en el cuerpo de esta "mina de caf¨¦-concert", como se autoproclama en el tema que le sirve de bandera, de tarjeta de presentaci¨®n. Mina de caf¨¦-concert, milonguera sard¨®nica y tierna, que llega arrastr¨¢ndose ("?nadie va a decir que soy una flaca claudicante!") como si hubiera cruzado el Atl¨¢ntico a nado. A su lado, a guisa de salvavidas, Freddy Vacarezza, el enorme pianista de Rojo tango. Enfrente, en el puerto, el p¨²blico. La Rossetto dialoga con el p¨²blico como una Carol Burnett de arrabal. Se lo cuenta todo: sus dudas, sus amores, sus furias. Habla sobre lo que dej¨® atr¨¢s ("hay quien dice que lo de Argentina no puede haber sucedido; que es una alucinaci¨®n de la hierba mate") y sobre su d¨ªa a d¨ªa en el Raval barcelon¨¦s, un barrio multirracial de exilados, una colonia de colonias, con palmeras aureoladas de curry, donde convive ahora con paquistan¨ªes, colombianos, magreb¨ªes. Habla de su gira por Espa?a con la compa?¨ªa de Calixto Bieito, y el delirante estreno de La ¨®pera de cuatro cuartos en Salamanca "cuando pusimos en fuga a la plana mayor del PP". Humor feroz, con chistes como latigazos. Una perla: "?Saben c¨®mo le llaman ahora a Menem?", dice, haciendo el signo de los cuernos sobre el brazo para ahuyentar la bicha: "Aloe Vera. Porque cuando m¨¢s lo investigan, m¨¢s propiedades tiene".
Tres. Siguen las canciones: un Mano a mano mitad en lunfardo, mitad en catal¨¢n. Y la milonga Tortazos, cantada y bailada como Tita Merello manda, entre ecos de poemas de Juan Gelman, de Eduardo Galeano, y consignas de las murgas resistentes, un segmento central que culmina en el estremecedor Morir¨¦ en Buenos Aires, de Piazzola y Horacio Ferrer. Luego, Vacarezza se queda solo en el escenario para regalarnos una versi¨®n gal¨¢ctica de Los mareados, y la Rossetto vuelve vestida de rojo, nocturna, ¨ªntima, para servirnos un lento trago largo: Cuenta conmigo, el bolerazo del gran Chico Novarro. Y un nuevo viaje a su Italia so?ada, imposible: Se tu non fosi qui, de Mina. Y de nuevo el humor. En el ¨²ltimo tercio de la noche resplandece la gran payasa, la c¨®mica con un timing milim¨¦trico, burl¨¢ndose de s¨ª misma y de su fama de devoradora de hombres, casi una hermana transoce¨¢nica de la Palmera Suaretti de Jardiel: "Estoy caliente / pero tanto, tanto, tanto / que me he comprado / cuatro s¨¢banas de amianto". De postre, la guinda negra, el tour de force, la pieza estrella del show, uno de sus grandes ¨¦xitos, corregido y mejorado: La mujer abandonada, de Oscar Balducci, un mon¨®logo deslumbrante que hubiera enloquecido a Copi y que ella interpreta como un puente entre Nin¨ª Marshall y Esperanza Roy, la Roy de La vida perra de Juanita Narboni. Una mujer enloquecida tratando de sobrevivir al desamor, que dialoga con su analista y llama una y otra vez al hombre que la dej¨® por "una tarada veintea?era" mientras trata de poner orden en su existencia: "A este lado de la cocina, todos los objetos redondos. A este otro, todas las cosas blancas. Los tenedores a la basura, para no confundirlos con los cuchillos". Veinticinco minutos de farsa tr¨¢gica, de sabidur¨ªa teatral, que rinden definitivamente al p¨²blico.
No me cansar¨¦ de insistir: Cecilia Rossetto ha de ser conocida en toda Espa?a; es el ant¨ªdoto perfecto para el chapapotismo (negro, marengo y gris perla) que nos infecta. Madrid (donde puede provocar adicciones en cadena) la est¨¢ esperando. Almod¨®var y sus cien mil hijos pueden volverse locos con ella. Y los cazatalentos de El Club de la Comedia: aqu¨ª tienen a cincomujeres.com (o m¨¢s) en una, the one and only. Y usted. Todos ustedes, amigos de lo vivo y de lo aut¨¦ntico, de la fuerza y el talento.
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