El poder de la escritura
A estas alturas en las que estamos iniciando el tercer milenario de nuestra era, asediados por toda suerte de cat¨¢strofes y males, casi todos ellos originados por nuestras propias manos, apenas podemos ya preguntarnos por las causas de esa infelicidad universal y por los posibles remedios que todav¨ªa est¨¢n a nuestro alcance para poder, si no resolverlos, al menos ayudar a nuestra simple y sencilla supervivencia. ?C¨®mo poder escapar de esas trampas implacables que la mejor de todas las culturas que el mundo ha conocido -al menos as¨ª se nos presenta y as¨ª lo creemos sin rechistar- nos empuja a aceptarlo todo de golpe y como si fuera total y para siempre, dejando a nuestro lado millones de cad¨¢veres y desgracias que ni siquiera parecen rozarnos ni de cerca ni de lejos, salvo a trav¨¦s de las peque?as pantallas? En fin, que, como dec¨ªa Albert Camus, "los hombres mueren y no son dichosos" y, desde luego, siguen sin serlo pese a todo.
CR?NICAS TAURINAS
Joaqu¨ªn Vidal Aguilar. Madrid, 2002 376 p¨¢ginas. 21,95 euros
Resulta curioso que la lectura de este libro -una simple antolog¨ªa de cr¨®nicas taurinas, bien que sean magistrales- me sugiera estas grandes preguntas de siempre, que son las provocadas por la lectura de todo gran libro. Para empezar, este libro lo es -grande- y no tan s¨®lo por lo que el propio Joaqu¨ªn Vidal (1935-2002) dijo en el t¨ªtulo de su primer libro, El toreo es grandeza (1987), que en su d¨ªa no caus¨® el impacto que merec¨ªa. S¨ª, el toreo es grandeza, o puede llegar a serlo, aunque no voy a entrar en ello, porque creo que la que provocan estas Cr¨®nicas taurinas no lo hacen tan s¨®lo por sus contenidos, sino por la maravillosa manera con la que han sido escritas, algo ins¨®lito en las letras espa?olas de hoy, como se puso de relieve por la repercusi¨®n causada por su fallecimiento el pasado mes de abril. Pues lo que s¨ª resulta ser una verdadera "excepci¨®n cultural" es la expresi¨®n formal de estas cr¨®nicas, tan excelsa, perfecta y po¨¦tica, tan metaf¨®rica, cl¨¢sica y moderna a la vez, que se configuran como un verdadero "manifiesto literario" a tener en cuenta como un aut¨¦ntico "canon" o referencia expresiva en estos lamentables tiempos de descuido y abandono de todo lo literario, donde la poes¨ªa (mejor dicho, lo "po¨¦tico") es lo primero que parece estar siendo expulsado de nuestro lenguaje.
Este libro no es una novela,
ni una narraci¨®n unitaria, como lo era el que antes he citado (12 estampas taurinas encabalgadas a trav¨¦s de un relato, que se configuraban como una novela "te¨®rica", entre ensayo y ficci¨®n doctrinal, quiz¨¢ por ello demasiado encorsetada, aunque escrita con su habitual maestr¨ªa y pasi¨®n), sino un conjunto de 150 cr¨®nicas, como si se tratara -que se trata- de otros tantos cuentos o microrrelatos perfectamente magistrales: para cada corrida un cuento, desde luego. Y hay algo m¨¢s, pues, al tratarse de un libro de cuentos (reales, desde luego), su car¨¢cter "antol¨®gico" y su calidad formal le impiden caer en el habitual defecto de este tipo de libros, que suele ser el de la desigualdad, los desequilibrios y la falta de ritmo. Por el contrario, la tensi¨®n expresiva y su m¨¢xima calidad permanente le convierten en un libro unitario y perfecto de principio al fin, un aut¨¦ntico mazazo en estos tiempos de abandono y descuido de nuestro idioma, una lengua cada vez m¨¢s "basura" y dejada de la mano de dios, en manos de profesores, acad¨¦micos y medios de comunicaci¨®n de masas que en funci¨®n de falsas identidades -?a qui¨¦n se le habr¨¢ ocurrido eso de la unidad del espa?ol, que s¨®lo se ha salvado gracias a su dispersi¨®n?-, falsas libertades y no menos falsas ideas sobre la democracia y la huida de todos los c¨¢nones han desembocado en esta lengua de hoy, que oscila entre polisemias, sentidos y equ¨ªvocos diccionarios, como una verdadera "marea negra" que invade nuestra vieja lengua enfang¨¢ndola hasta sus tu¨¦tanos. Entre esta general abdicaci¨®n de responsabilidades y las reales amenazas que una lengua hablada (?y hasta escrita!) a todos los niveles, en las televisiones, los tel¨¦fonos m¨®viles, los "emilios" y los "ordenatas" con sus "internets" (instrumento "acr¨ªtico" donde los haya) incorporados, dentro de poco entenderse en espa?ol va a ser m¨¢s complicado que hablar en el espacio a¨¦reo que es el verdadero ingl¨¦s de Shakespeare y Faulkner, en el que ya nadie habla en nuestros d¨ªas. (Sin olvidar la permanente e inmoral lecci¨®n de desmemoria que hoy se predica en nuestras escuelas, con las falsas "calidades" o "rev¨¢lidas" que se quieran, pues en toda ense?anza lo importante no son las pedagog¨ªas, sino los contenidos).
Y en este sentido es en el que digo que este libro de Joaqu¨ªn Vidal no es tan s¨®lo mod¨¦lico, ni ejemplar: es un verdadero manifiesto literario y cultural de la mejor y m¨¢xima ley, que deber¨ªa ser de lectura obligada en todas las escuelas; y hasta un recordatorio que consagra uno de los idiolectos m¨¢s dignos y acreditados del idioma castellano, el de la jerga taurina, en la que Joaqu¨ªn Vidal ha entrado a saco reafirm¨¢ndola y d¨¢ndole la vuelta sin parar, conserv¨¢ndola y moderniz¨¢ndola, dotado de una sabidur¨ªa que s¨®lo la pasi¨®n, el humor, la capacidad metaf¨®rica y de creaci¨®n de neologismos pod¨ªan inspirarle sin parar, hasta con el obligado olfato circunstancial que todo periodista aut¨¦ntico debe contar de antemano. Hombre austero ("aparentemente introvertido y adusto", le describe Juan Luis Cebri¨¢n en su emocionado pr¨®logo), fundamentalmente honesto, libre, insobornable, pero siempre repleto de humor, amor y respeto a todo lo respetable, los toros y los toreros, y odio hacia quienes les manipulaban y todav¨ªa les sigue manipulando, ganaderos, empresarios, burocracias, presidencias y toda esa faramalla de la clase taurina que siempre est¨¢ ah¨ª al acecho, para arruinar el mundo de los toros mientras ellos se enriquecen. Cuando Joaqu¨ªn se fue, el planeta de los toros recibi¨® un golpe mortal y se abri¨® un "agujero negro" en el universo de la cultura y la lengua castellana y espa?ola. Y quiz¨¢ su obra, parcial y esencialmente aqu¨ª recogida y su actitud de respeto, esp¨ªritu de aprendizaje, y la sencillez y humildad con que cultiv¨® su afici¨®n al trabajo bien hecho, sin alharacas y lejos de todo mundanal ruido, es la ¨²nica respuesta -desde luego individual- que puede proponerse frente a las grandes preguntas que me agobiaban cuando empec¨¦ a escribir, verdaderamente conmovido, estas temblorosas l¨ªneas.
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