Una novela ¨ªntima
Cualquiera ten¨ªa mejor aspecto que Fernando Pessoa. Pessoa significa en portugu¨¦s "persona", pero lo cierto es que Pessoa fue el escritor del siglo XX que m¨¢s hizo por desdibujarse y desaparecer. Hubiera sido feliz acabando como el vaho del cristal de una ventana, una ma?ana de invierno, algo que podemos borrar con la manga del abrigo para ver, por fin, la realidad. ?Qu¨¦ realidad? ?De qu¨¦ mundo? ?Vista por qui¨¦n? De eso trata este extraordinario, complejo y bell¨ªsimo Libro del desasosiego.
En comparaci¨®n con otros escritores no se conservan muchas fotograf¨ªas suyas. Hay una especialmente interesante. Se le ve, en 1929, de pie, en el mostrador de la bodega Abel Pereira de Fonseca, de Lisboa. Ten¨ªa entonces 41 a?os. Le quedaban menos de seis para morir. Lleva el sombrero puesto, con la proa levantada, como si estuviese ya un poco achispado. Detr¨¢s del mostrador se ven unas docenas de botellas en sus lejas y se dir¨ªa, por la soledad en la que se encuentra Pessoa, que se las va a beber todas. Si nos dijeran que ese hombre triste se llama Bernardo Soares, escribiente, tambi¨¦n nos lo creer¨ªamos.
LLIBRE DEL DESASSOSSEC
Fernando Pessoa. Traducci¨®n de Gabriel Sampol y Nicolau Dols Quaders Crema. Barcelona, 2002 572 p¨¢ginas. 27 euros
LIBRO DEL DESASOSIEGO
Fernando Pessoa. Traducci¨®n de Perfecto E. Cuadrado Acantilado. Barcelona, 2002 603 p¨¢ginas. 27 euros
Bernardo Soares fue el nombre que encontr¨® Fernando Pessoa para el protagonista de este libro que empez¨® a escribirse en 1914 y que s¨®lo interrumpi¨® en 1935 la muerte de su autor, quien nunca lo vio publicado. Durante todos esos a?os, y hasta llegar a Soares, Pessoa lo atribuy¨® tambi¨¦n a un tal Vicente Guedes y al bar¨®n de Teive, heter¨®nimos no menos oscuros, por comparaci¨®n a Campos, Reis o Caeiro, el vanguardista, el cl¨¢sico y el buc¨®lico, las estrellas de esa extra?a factor¨ªa pessoana de sue?os irrealizables.
Se le ha dado mucha importancia a todo ese l¨ªo de los heter¨®nimos, quiz¨¢ porque el siglo XX fuese el de las identidades rotas y el de los fracasos estrepitosos del yo, pero, y perd¨®nennos todos los pessoanos, lo importante en este asunto no es tanto si los autores a los que Pessoa atribuy¨® sus libros eran tales o cuales, sino los propios textos, y la prueba la tenemos en este Libro del desasosiego, que en nada hubiera cambiado de haber sido de Guedes, de Teive o de Soares, entre otras cosas porque los tres se parec¨ªan mucho al propio Pessoa.
Es desde luego un libro hecho a la medida de aquel hombre desconcertado, sentimental y parad¨®jico. Hablamos de unos quinientos textos y fragmentos, as¨ª como algunos otros escritos breves. Desde que se publicaron por primera vez en 1982, han conocido media docena de ediciones portuguesas, cada una de las cuales corrige y aumenta las anteriores, as¨ª como sugiere nueva ordenaci¨®n. Esta que tenemos ahora en las manos se debe a Richard Zenith, y ha sido traducida de manera ejemplar por uno de nuestros m¨¢s finos lus¨®filos, el profesor, de nombre no menos pessoano, Perfecto Cuadrado.
Muchas son las cuestiones que un libro como ¨¦ste plantea, tanto de orden filol¨®gico, filos¨®fico, literario y moral.
Para muchos no hay ninguna duda de que se trata de un diario ¨ªntimo, como ¨ªntimos son el de Juan de Mairena o los Pasajes de Walter Benjamin, que en tantos aspectos se le parecen. Pero tambi¨¦n podemos considerarlo una novela. No se trata, claro, de una atribuci¨®n interesada. Lo dice ¨¦l mismo: "Mi ideal ser¨ªa vivir todo en forma de novela". El argumento es sencillo: un hombre oscuro que trabaja en una sombr¨ªa oficina de la R¨²a dos Douradores a las ¨®rdenes de un patr¨®n idiota mira el mundo desde su insignificancia social y personal, pero tambi¨¦n desde su extrema lucidez y agudeza. "Toda la literatura consiste en un esfuerzo para hacer real la vida", dir¨¢ como una criatura cervantina.
Y a partir de ese punto, ese
hombre busca la manera de estar en un mundo que no es el suyo, sabiendo que no tiene otro. Se llama a s¨ª mismo "sagrado transe¨²nte" y no se cansa de repetir, como nuestro Segismundo, que "toda la vida es un sue?o". Podr¨ªamos pensar que hablamos de metaf¨ªsica, pero si alguien detesta la metaf¨ªsica es Soares: "Siempre me pareci¨®", dice, "una forma prolongada de locura latente". Y por esa raz¨®n, para no parecerse a ninguno de quienes tanto da?o le hacen sin saberlo, adopta el que podr¨ªa ser su lema: "Vivir es ser otro".
Y aqu¨ª es donde ese hombre tan nieztscheano como de¨ªsta, tan estoico como arrebatado, tan l¨ªrico como ¨¦pico, enamorado de Lisboa, del Tajo, de los atardeceres, de los trayectos cortos y de los sue?os de largo bordo, de los peque?os placeres y de los dolores agudos que certifican que est¨¢ vivo, del vino y de la vida parca, de la gente y de la soledad, aqu¨ª es, dec¨ªa, cuando ese hombre vive su novela. Es uno de los pasajes m¨¢s hermosos del libro: "Soy como una historia que alguien hubiera contado, y que de tan bien contada, paseara carnal, pero no mucho, por este mundo novela, al principio de un cap¨ªtulo: 'A esa hora pod¨ªa verse a un hombre caminando lentamente por la calle...'. ?Qu¨¦ tengo yo que ver con la vida?".
Desde luego no se hallar¨¢ un libro que tenga que ver m¨¢s con la vida que ¨¦ste. Por eso lo llam¨® del desasosiego, que es la manera natural que tienen de estar en este mundo los rom¨¢nticos, aquellos que saben que el coraz¨®n, si pudiera pensar, se parar¨ªa.
Sufrir de lejos
DESDE QUE se public¨® por vez primera este libro, acaso uno de los m¨¢s hermosos del siglo XX, han pasado veinte a?os. Su autor llevaba muerto cincuenta. Todo ello debiera hacernos reflexionar. Teniendo en cuenta que Soares consideraba el entusiasmo una indecencia, no sabe uno c¨®mo recomend¨¢rselo a quienes no lo hayan le¨ªdo. Les dir¨ªa que cambiar¨¢ sus vidas, pero para ello tendr¨ªan que tener ganas de cambiarla. "Duele sufrir, pero de lejos", dec¨ªa un Pessoa muy leopardiano. Y por esos misterios de la literatura, nunca el sufrir de otro consolar¨¢ tan de cerca nuestras vidas.
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