La otra lengua de Dios

Los libros de prodigios del Renacimiento giran sobre asuntos como el nacimiento de espigas prodigiosas que antecedi¨® a la muerte de Lutero, las lluvias de cruces que se?alaron la revuelta de los campesinos o los ni?os nacidos con cuchillos en el vientre que anunciaban la inminencia de las guerras civiles... Eran, o pod¨ªan ser, literatura narrativa, pero tambi¨¦n propaganda pol¨ªtica, o exhortaci¨®n a la piedad, o ejercicio de adivinaci¨®n, o premonici¨®n del fin del mundo. Se organizan en cr¨®nicas, en historias prodigiosas y sorprendentes, en manuales de adivinaci¨®n, o en libros de historia natural; se escrib¨ªan en lat¨ªn, pero tambi¨¦n en alem¨¢n, o en italiano, o en franc¨¦s; se tradujeron incesantemente y se imprim¨ªan en Basilea, en Venecia, en Par¨ªs o en Wittenberg.

Si exceptuamos a los bibli¨®filos, s¨®lo se les hab¨ªa prestado esa atenci¨®n condescendiente y m¨ªnima que, desde la raz¨®n ilustrada, se concede a los fen¨®menos aparentemente marginales: a los monstruos y portentos, a las lluvias de sangre y espinas, a la visi¨®n de ej¨¦rcitos que luchan en los cielos o al nacimiento de ni?os de aspecto abominable. El ensayo de Mar¨ªa Jos¨¦ Vega procura una visi¨®n comprehensiva de los libros de prodigios en el Renacimiento y, sobre todo, otorga al prodigio un sentido social, pol¨ªtico y religioso: es decir, no se limita a dar cuenta anecd¨®tica del inter¨¦s del hombre de esa ¨¦poca por cuanto suceso portentoso ocurriera en el mundo, sino que concede pertinencia a esos fen¨®menos en la econom¨ªa intelectual del Renacimiento, en el contexto de la Reforma religiosa, y en el de las convicciones escatol¨®gicas del luteranismo.

La premisa m¨¢s relevante de la literatura de prodigios es que los monstruos y portentos no son meros fen¨®menos ins¨®litos o desviaciones del curso de la naturaleza, sino sucesos significativos, con los que Dios manifiesta su presencia o poder, o su voluntad de comunicarse con todos los hombres, con la "comunidad de los simples", directamente y sin mediaciones: esto es, sin la intervenci¨®n de cl¨¦rigos y doctores, o de las jerarqu¨ªas de la fe y de la ciencia. De este modo, las cr¨®nicas de prodigios, las historias de la monstruosidad o los di¨¢logos sobre portentos ser¨ªan actas fidel¨ªsimas de las manifestaciones divinas, y, por su exhaustividad y detalle, permitir¨ªan entender las palabras cifradas de la divinidad y describir una singular¨ªsima "lengua de Dios".

La primera parte del ensayo de Mar¨ªa Jos¨¦ Vega se dedica, por ello, a la escritura del prodigio y a los protocolos de su interpretaci¨®n. Atiende, pues, no tanto a los fen¨®menos por s¨ª cuanto a su multiplicaci¨®n textual, o a su construcci¨®n como un efecto de la escritura. Es aqu¨ª donde da cuenta de los "usos" de lo prodigioso y ofrece la lectura de casos representativos. La segunda parte, titulada Lutero y los signos, estudia los prodigios instrumentados por la propaganda de la Reforma para sostener una tesis fundamental: que el nacimiento de Lutero y los hechos m¨¢s relevantes del movimiento reformista hab¨ªan sido anunciados o profetizados por la multiplicaci¨®n de sucesos prodigiosos; que Dios, en suma, no env¨ªa a su ministro sin acompa?arlo de signos inequ¨ªvocos y que por ello se manifiesta en el mundo para apoyar la nueva doctrina y condenar a la Iglesia de Roma.

Es ¨¦ste, pues, un libro necesario y de amen¨ªsima lectura, editado adem¨¢s con extraordinaria pulcritud y elegancia. Las ilustraciones que acompa?an el texto procuran una imagen v¨ªvida de la "apariencia" del prodigio que procede directamente de las fuentes, es decir, de las xilograf¨ªas que figuraron, en el siglo XVI, junto a la descripci¨®n de portentos y maravillas. Pero quiz¨¢ el valor principal de este estudio resida en que, con brevedad y perspicacia, y con una vast¨ªsima documentaci¨®n, procura tanto una relaci¨®n de prodigios cuanto una interpretaci¨®n global, que enfatiza la dimensi¨®n pol¨ªtica y religiosa de unos fen¨®menos tan aparentemente alejados de cuestiones de poder o de doctrina.

Jean-Pierre ?tienvre. Universidad de la Sorbona.