El 'caso Hillary Clinton'
Hillary Rodham Clinton siempre fue una activista pol¨ªtica convencida. Su madre, con una carrera truncada, cri¨® a su ¨²nica hija para que llegara a ser la primera juez del Tribunal Supremo. A los 17 a?os, Hillary actu¨® en funci¨®n del fr¨¢gil deseo de su madre: entr¨® en el mundo real de su padre, adopt¨® su pol¨ªtica republicana ultraconservadora, y se convirti¨® en una "chica Barry Goldwater".
Los observadores de la escena pol¨ªtica de Washington est¨¢n asombrados de lo bien que funciona Hillary con los senadores republicanos. Quiz¨¢ hayan olvidado o desconozcan su pasado remoto: m¨¢s all¨¢ de los tratamientos de belleza hollywoodienses y las veladas con famosos en Manhattan, hay una chica de una peque?a ciudad del Medio Oeste, y en la herm¨¦tica y derechista Park Ridge, la peque?a ciudad del norte de Chicago en la que Hillary creci¨®, Goldwater era el pol¨ªtico de moda. Para poder triunfar a gran escala en pol¨ªtica en Estados Unidos, hay que tener el tipo de acceso que Hillary tiene al habla y a las costumbres del norteamericano medio. Y de una manera muy a lo norteamericana media, una joven y confusa Hillary acudi¨® al sacerdote metodista de Park Ridge para que le diera asesoramiento pol¨ªtico tras el descalabro electoral de Goldwater en su apuesta por la presidencia. ?l la convenci¨® de que su destino consist¨ªa en inculcar la moral y el bien c¨ªvico a trav¨¦s de la pol¨ªtica, y le sugiri¨® que escogiera un sector pol¨ªtico m¨¢s moderado. Hillary se pas¨® de inmediato al Partido Republicano mayoritario y, m¨¢s tarde, en Yale, durante los a?os sesenta, cuando estaba de moda ser ligeramente de izquierdas, se convirti¨® en una joven dem¨®crata.
Durante sus d¨ªas de estudiante en una de las mejores universidades estadounidenses para mujeres, Hillary fue una de las l¨ªderes del campus. Todos pensaban que era la estudiante con m¨¢s probabilidades de convertirse en la primera mujer en alcanzar la presidencia de Estados Unidos. La Hillary esencial ya exist¨ªa antes de que conociera a Bill Clinton cuando estudiaban en la Facultad de Derecho de Yale. Clinton no arrastr¨® a Hillary a la pol¨ªtica. Al contrario, fue ella la que le convenci¨® de que pod¨ªan funcionar como un equipo pol¨ªtico tipo "dos por uno". He conocido a Hillary. No tiene una forma de pensar especialmente original, pero cuenta con una tremenda energ¨ªa pol¨ªtica en el d¨ªa a d¨ªa. Tiene una capacidad incre¨ªble para absorber r¨¢pidamente complicados an¨¢lisis pol¨ªticos, un gran olfato pol¨ªtico para los hechos m¨¢s notables, y un sexto sentido pol¨ªtico para saber lo que tiene que decirle a cada uno cuando se pasea por la sala, lo que la convierte en una excelente recaudadora de fondos.
Me susurr¨® algunos cumplidos sobre mi difunto marido, que fue profesor de la Facultad de Derecho de Yale. Un chico que estaba a mi lado le dijo, mientras le daba la mano, que estaba acudiendo a un colegio especial para alumnos con dificultades para aprender a leer. Como si de una se?al convenida se tratara, Hillary se apresur¨® a enumerar sus esfuerzos para que ese tipo de colegios especiales formaran parte del sistema educativo p¨²blico. Lo que proporciona a Hillary semejante potencial presidencial es que cree en todo lo que dice, es lista y trabaja duro.
Puede que acabe por conseguir, aunque no creo que sea en las pr¨®ximas elecciones presidenciales, su eterna ambici¨®n de convertirse en la primera mujer que preside EE UU. De alguna manera, la ¨¦poca que pas¨® junto a Bill Clinton fue como un destino interrumpido. Tras licenciarse en la Facultad de Derecho de Yale, Hillary se convirti¨® en pionera de la pol¨ªtica socio-liberal, y trabaj¨® por los derechos de los ni?os y de las mujeres. Marian Wright Edelman, fundadora de la relevante asociaci¨®n Children's Defend Fund, y ella se convirtieron en abogadas de la infancia, en un momento en que nadie reconoc¨ªa que los ni?os eran el principal grupo social en Estados Unidos que carec¨ªa por completo de representaci¨®n legal.
Los que admiran a Hillary piensan que abandon¨® una prometedora carrera en Washington para acompa?ar a Bill a Arkansas. Son los mismos que no dicen que fue lo suficientemente lista como para darse cuenta de que una mujer de su generaci¨®n, en aquel momento, no podr¨ªa llevar a cabo sus tit¨¢nicas ambiciones pol¨ªticas sin contar con Bill. Cuando Hillary Clinton era una joven que sin duda so?aba despierta con las posibilidades de su futuro pol¨ªtico, los dos modelos femeninos que evocaban el poder pol¨ªtico de Washington eran Eleanor Roosevelt y Jackie Kennedy. Ambas eran esposas de presidentes. La primera, un personaje hist¨®rico del pasado remoto, simbolizaba un arraigado poder moral y ¨¦tico. Jackie encarnaba el refinamiento distante y elegante. Ninguna de las mujeres ten¨ªa una carrera aut¨¦ntica. Las feministas se apartaron de Hillary porque quer¨ªan que ella fuera su modelo a seguir, quer¨ªan que castigara a Bill. No se dieron cuenta de que Hillary era una mujer de carrera, no una esposa mejor o peor. Estaba tomando posiciones para ser la primera mujer candidata a la presidencia. Y los requisitos para el puesto incluyen poseer un buen pellizco de pragmatismo rastrero.
Barbara Probst Solomon es escritora estadounidense.
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