Para todos
Que la humanidad siga empe?ada en la v¨ªa de la fuerza, dice Maite Larrauri en su ¨²ltima obra, no deber¨ªa ser un obst¨¢culo para seguir reconociendo esa otra realidad que es nuestra expectativa de bien.
Desde ese impulso filos¨®fico, nos llega ahora La guerra seg¨²n Simone Weil, cuarto volumen de la colecci¨®n Filosof¨ªa para profanos, en la que Maite Larrauri ha publicado El deseo, seg¨²n Gilles Deleuze, La sexualidad, seg¨²n Michel Foucault y La libertad seg¨²n Hannah Arendt. A ellos seguir¨¢ El cuerpo seg¨²n Spinoza, continuando esta singular y feliz colecci¨®n que publica T¨¤ndem en sendas ediciones, en valenciano y en castellano, ilustradas con dibujos de Max. Maite Larrauri pertenece a la generaci¨®n forjada en torno al movimiento estudiantil antifranquista de los a?os setenta. Detenida en 1971, fue expulsada de la Universitat de Val¨¨ncia en 1973, junto a otros 311 estudiantes, adscritos a diferentes organizaciones marxistas. Licenciada en Filosof¨ªa, ampli¨® sus estudios en Par¨ªs, donde recibi¨® cursos de Gilles Deleuze y de Michel Foucault, en cuyos archivos trabaj¨® a mediados de los a?os ochenta y sobre cuyo pensamiento realiz¨® su tesis doctoral y public¨® Conocer Foucault y su obra. Formada en la cr¨ªtica feminista, movimiento en el que ha sido temprana militante, es profesora de instituto y ha desarrollado un amplio trabajo fuera de los circuitos estrictamente acad¨¦micos, a trav¨¦s de diversos seminarios, que como el de Mujeres grandes re¨²ne en torno a la lectura filos¨®fica a mujeres de edad y formaci¨®n muy diferente.
En una conversaci¨®n con Luc¨ªa G¨®mez, publicada en 1998, con el t¨ªtulo de El reto de las mujeres hoy es pensar lo no pensado, Maite Larrauri reivindicaba el eros, la atracci¨®n, como algo muy importante en la pedagog¨ªa filos¨®fica: "Presentarse como alguien deseable... Eros encarnado en una forma de hablar, una forma de proponer o de mirar". Ahora, como fruto de ese empe?o plasmado en estos cuatro vol¨²menes, consigue contagiarnos a todos los lectores inexpertos en la materia su propio entusiasmo filos¨®fico.
Con toda seguridad esa singular pr¨¢ctica de los seminarios con mujeres, y tambi¨¦n la dura experiencia del trabajo de desasnar bachilleres, constituyen el ensayo cotidiano sobre el que Maite Larrauri ha podido tejer unos textos que, por la soltura con que est¨¢n escritos, parad¨®jica y afortunadamente, consiguen parecer fruto de una improvisada inspiraci¨®n. Ya en las primeras p¨¢ginas de El deseo, seg¨²n Gilles Deleuze, Maite Larrauri evoca a su maestro en un barrac¨®n de la periferia de Par¨ªs, dirigi¨¦ndose a un p¨²blico variopinto, ni siquiera formado por estudiantes de filosof¨ªa, a los que deleita, interpela y asombra, como un S¨®crates que sab¨ªa que cada uno tiene que aprender a pensar por s¨ª mismo.
Con esa actitud socr¨¢tica, bien diferenciada de la comunicaci¨®n y de la informaci¨®n, Maite Larrauri ha alumbrado esta sorprendente colecci¨®n de filosof¨ªa, concebida para que el discurso discurra ante nosotros, lectores profanos, para que nos contagiemos con sus conceptos y podamos remover nuestros pensamientos, para as¨ª permitirnos acceder a una vida m¨¢s intensa.
Para obtener una parte de la verdad, nos dice Maite Larrauri siguiendo a Simone Weil, hay que desearlo, estar atento y pensar sin subordinar lo que uno piensa a lo que socialmente se presenta como lo que puede y debe ser pensado. Suscitar expectativa de bien, un tremendo regalo para todos.
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