Por qu¨¦ estuvimos all¨ª
No creo que haya muchas ciencias realmente exactas, y desde luego, la lucha contra el terrorismo etarra no figura entre ellas. De modo que ni la decisi¨®n de asistir a la manifestaci¨®n convocada por Ibarretxe ni la de no ir son invulnerables a la objeci¨®n razonable. Lo malo en estos casos es que a muchos les entretiene m¨¢s formular juicios de intenciones que sopesar los argumentos a favor y en contra. En el asunto vasco, nadie puede estar seguro de tener del todo los deberes hechos: te acuestas h¨¦roe de la libertad y te levantas c¨®mplice de los dinamiteros o bobalic¨®n enga?ado por astucias nacionalistas (y lo malo es que estas deficiencias te las se?alan quienes son dolorosamente a¨²n m¨¢s bobos que t¨²), lo cual aumenta las incomodidades de cualquiera. El caso es que se trataba de ir o no ir a la manifestaci¨®n, tal era la cuesti¨®n. ?Qu¨¦ es m¨¢s digno...? En estos casos, francamente, vale todo menos el respeto a la obediencia debida. Como acota al comienzo de su autobiograf¨ªa Santayana, "el respeto a las autoridades es fatal cuando los doctores disienten y el alumno no tiene la confianza en s¨ª mismo para dirigir su libertad". Algunos p¨¢rvulos preferimos decidir por nosotros mismos y por eso fuimos a la manifestaci¨®n de Bilbao. Se?alar¨¦ algunas de nuestras razones.
Empecemos por las que nos son adversas. Se ha dicho que el lehendakari convoc¨® el acto tras el expl¨ªcito rechazo de ETA a su plan, pero no antes, que no lo acompa?¨® de la aceptaci¨®n de ninguna de las medidas pol¨ªticas o judiciales que ¨²ltimamente vienen tom¨¢ndose contra ETA y que su partido ha criticado, que pudo intentar con esa convocatoria fingir un liderazgo antiterrorista que de hecho no ejerce, que incluso quiz¨¢ pretende abominar p¨²blicamente de ETA para mejor luego echar un cable a la desfalleciente Batasuna, que busca por v¨ªa indirecta un refrendo a su plan soberanista o semisoberanista. Otros resumen su rechazo diciendo que Ibarretxe sencillamente no es de fiar y recuerdan los vergonzosos episodios ocurridos en Vitoria durante los actos que siguieron al velatorio de Fernando Buesa. ?Me creer¨¢n si les digo que incluso a los menos despejados se nos hab¨ªan ocurrido tales objeciones y que fundamentalmente las comparto todas? Y sin embargo...
Sin embargo, lo cierto es que el lema de la marcha era exclusivamente "ETA kanpora", aquel que sacamos por primera vez a la calle en la manifestaci¨®n inaugural de Basta Ya el 19 de febrero de 2000 y que entonces nos vali¨® censuras por "unilaterales", "crispadores" y "simplificadores". Lo pagamos caro: tres meses despu¨¦s hab¨ªan sido asesinados ya dos de los asistentes, Fernando Buesa y Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle, y otro compa?ero, Ram¨®n Recalde, a¨²n convalece del grave atentado sufrido poco m¨¢s tarde. En aquella ocasi¨®n ning¨²n alto cargo nacionalista quiso acompa?arnos: ahora, fueron los m¨¢s altos dirigentes del nacionalismo sempiternamente reinante los que lo compart¨ªan. ?Deb¨ªamos negarnos a ir con ellos por su tardanza, cuando entonces los echamos de menos? Creo que la firmeza en lo esencial est¨¢ re?ida con dar la raz¨®n a quien no la tiene por oportunismo, pero no con aceptar los cambios favorables de postura que los acontecimientos van forzando en los adversarios, sobre todo cuando tales cambios son los que busc¨¢bamos precisamente con nuestras intervenciones p¨²blicas. Siempre hemos censurado al Gobierno nacionalista por condicionar la repulsa inequ¨ªvoca de ETA a otras prioridades pol¨ªticas: ?deb¨ªamos nosotros ahora hacer lo mismo, por mucho que estuvi¨¦semos seguros de discrepar de los principios soberanistas de la c¨²pula gobernante? Mi amigo Germ¨¢n Yanke se?alaba en un art¨ªculo que ¨¦l no se pondr¨ªa tras una pancarta contra ETA con Ibarretxe por lo mismo que rechazar¨ªa la misma invitaci¨®n de Inestrillas. Pero para m¨ª, lo que representa Inestrillas no merece ning¨²n aprecio pol¨ªtico, mientras que el lehendakari, del cual no soy excesivamente devoto, representa m¨¢s mal que bien unas instituciones constitucionales que acato, sin renunciar a criticarle porque quiz¨¢ ¨¦l cree menos en ellas que yo. Como defensor del Estatuto y la Constituci¨®n, que hasta mejor noticia representa, estoy dispuesto a acompa?arle en todo lo que no vaya contra ellas. De lo contrario hubiera tenido que coincidir con Arzalluz, que se congratula de que el PP no asistiese a la manifestaci¨®n porque en tal caso "hubiera ido mucha menos gente" (supongo se refiere a nacionalistas). No estoy obligado a compartir la mala impresi¨®n que de la filiaci¨®n democr¨¢tica de los nacionalistas tiene Arzalluz y quienes son como ¨¦l.
Los rebuznos con que unos cuantos nos gratificaron a los miembros de Basta Ya que asistimos al evento, sin desnaturalizarlo en modo alguno, pero sin renunciar a nuestro propio perfil p¨²blico y l¨²dico que es nuestro derecho tener, s¨®lo demuestran una contradicci¨®n dentro de un amplio sector del nacionalismo que son ellos los que deben afrontar. Est¨¢ claro que informativa y educativamente les han inculcado que los etarras son en el fondo buenos, aunque lo que hagan est¨¢ mal, y que los no nacionalistas somos en el fondo malos, aunque lo que hagamos parezca estar bien. A los ¨²nicos que la manifestaci¨®n convocada por el lehendakari les cogi¨® con el paso cambiado fue a ellos. Ahora deben aprender dos cosas: primera, a defender su proyecto pol¨ªtico sin el apoyo no siempre indeseado de los terroristas, la necesidad de cuya derrota y supresi¨®n de nuestra convivencia sus representantes no niegan; segundo, a aceptar que el proyecto alternativo no nacionalista tambi¨¦n debe ser defendido en igualdad de condiciones pac¨ªficas, que los que pensamos distinto que ellos no vamos a desaparecer ni antes ni despu¨¦s que ETA, que estamos dispuestos a ocupar tambi¨¦n las calles y a expresarnos -con nuestros s¨ªmbolos pol¨ªticos- cada vez m¨¢s alto y cada vez m¨¢s claro. Y para eso hace falta que nos vean, entre ellos y junto a ellos, cuando se trata de enfrentarse contra quienes no son simples rivales, sino claros enemigos. Aunque nuestra presencia les cause un cierto trauma a los m¨¢s arterioscler¨®ticos de la clase. En cambio tuvimos la alegr¨ªa del apoyo decidido de dirigentes socialistas, dicho sea con la misma franqueza con que otras veces hemos debido criticarles.
Sinceramente, si a la manifestaci¨®n hubi¨¦ramos tenido que ir solos Ibarretxe y yo, creo que hubiese declinado tal honor. Pero all¨ª asisti¨® mucha m¨¢s
gente, nacionalistas sin duda, pero como esos nacionalistas que se me acercaban aquel pasado 19 de febrero hace dos a?os para decirme que a pesar de serlo estaban con nosotros, o como los que, tras la marcha de Bilbao, nos buscaron para agradecernos haber ido y deplorar los incidentes. Los cr¨ªticos de la deriva radical nacionalista no podemos escondernos tras nuestra dignidad ofendida ni contentarnos con art¨ªculos feroces para solaz masturbatorio de los ya convencidos. Tenemos que hacernos visibles, permanente y tenazmente visibles en todos los espacios p¨²blicos que nos pertenecen ni m¨¢s ni menos que al resto de los ciudadanos vascos. Sin complejos ni arrogancias. Con nuestra presencia, denunciamos lo que otros callan: la realidad de un pa¨ªs en profunda crisis econ¨®mica que ya las subvenciones y los ama?os no encubren y en no menor agon¨ªa institucional, que desoyen o agravan quienes deber¨ªan estar m¨¢s preocupados por ella. Cara a las pr¨®ximas municipales, es preciso reflexionar sobre las terribles indicaciones del Euskobar¨®metro, que indica a un cuarenta por ciento de votantes del PP y del PSOE con ganas de irse del pa¨ªs. No s¨®lo hay que impedir esa retirada desastrosa, sino conquistar a un gran n¨²mero de votantes urbanos que siguen sin especial entusiasmo a los nacionalistas porque las otras opciones no las "ven" en la cotidianidad en que ellos se mueven. Ah¨ª est¨¢ la tarea que deben acometer los partidos no nacionalistas, cuyas dificultades de expresi¨®n son obvias por culpa del terrorismo y del monopolio nacionalista del espacio p¨²blico: ellos tienen que impedir que se les expulse de ¨¦l sin renunciar a sus ideas, como pretenden Arzalluz y adl¨¢teres.
Por eso fuimos algunos a la manifestaci¨®n de Bilbao, a pesar de los pesares. Y no nos arrepentimos de ello, aunque a bastantes ultramontanos se les olvidara que la convocatoria era ins¨®litamente contra ETA y decidieran volverla contra nosotros, como es habitual. Y como les han ense?ado a hacer.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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