Tras la manifa
Acud¨ª a la manifestaci¨®n de Bilbao junto con tres amigos, uno de ellos madrile?o. La ma?ana era hermosa e invitaba al paseo -cada d¨ªa me gusta m¨¢s nuestra city-, de manera que nos perdimos un poco por los paseos de la r¨ªa entre recuerdos, comentarios y sarcasmos. Finalmente decidimos dirigirnos al encuentro de la manifestaci¨®n, y emprendimos su recorrido en sentido inverso hasta que nos la topamos. Incorporados casi a la cabeza de la misma, nos llam¨® la atenci¨®n su sobriedad, la ausencia de s¨ªmbolos, pero ten¨ªamos la sensaci¨®n de que la hermosura de la ma?ana nos hab¨ªa hurtado algo. En realidad, dada nuestra algo tard¨ªa incorporaci¨®n y debido al lugar que ocup¨¢bamos, no sab¨ªamos si aquello era grande o peque?o, y seguimos sin saberlo cuando, tras escucharle a Mar¨ªa Isabel Lasa desde la otra orilla, emprendimos viaje hacia la costa de la Margen Izquierda. Nos fuimos con la impresi¨®n stendhaliana de haber estado en la batalla sin saberlo. La tarde continu¨® siendo maravillosa.
No me enter¨¦ de d¨®nde hab¨ªa estado hasta que no regres¨¦ a casa. Una vez aqu¨ª, supe que la manifestaci¨®n hab¨ªa sido grande y que hab¨ªa ocurrido algo con un grupo de ?Basta ya! Que hab¨ªan sido increpados por llevar una pancarta propia y unos globos de colores. Cada cual tendr¨¢ su opini¨®n sobre el acierto o desacierto de esa escenograf¨ªa, pero lo que no tiene justificaci¨®n ninguna es la agresi¨®n. La pancarta que portaban era la de la manifestaci¨®n de febrero de 2000 y sospecho que con ese gesto quisieron recordar que ellos llevaban ya un par de a?os manifest¨¢ndose con ese motivo, arriesgando la vida por ello y en medio de la incomprensi¨®n de muchos de los que se manifestaban ese d¨ªa. Quiz¨¢ pecaron de ingenuos.
Tengo buenos amigos en 'Basta ya! y los aprecio. Precisamente por ello, hace tiempo que creo que deben reconsiderar su papel y adoptar decisiones claras ante una situaci¨®n que no es la de sus inicios. S¨¦ que no surgi¨® con esa inspiraci¨®n, pero acaso tenga que decantarse ya por una fuerza pol¨ªtica concreta, por la misma que en realidad los dej¨® abandonados el pasado domingo. O acaso deba distanciarse definitivamente de ella, y de las dem¨¢s, y optar por un lugar m¨¢s modesto y m¨¢s cr¨ªtico, de vigilancia pol¨ªtica activa con el fin de erradicar la violencia. Hoy por hoy, tengo la impresi¨®n de que es un colectivo muy sometido a los vaivenes de la pol¨ªtica y que no controla su rumbo. Cuando no sirven a los intereses de nadie, quedan reducidos a la condici¨®n de parias. Lo que les ocurri¨® el pasado domingo es muy ilustrativo al respecto. No los quiso nadie.
No, no los quiso nadie, pero incluso reducidos a la condici¨®n de parias resultan aprovechables. Ya en los d¨ªas previos a la manifestaci¨®n, un conocido me llam¨® interes¨¢ndose por un amigo vinculado a ese colectivo y cuyo nombre omito por discreci¨®n. Mi interlocutor hab¨ªa o¨ªdo en una tertulia radiof¨®nica que a mi amigo, a prop¨®sito de alg¨²n art¨ªculo que hab¨ªa escrito, lo acusaban de algo as¨ª como de cambiarse de bando. Me pregunt¨® si yo sab¨ªa algo y le respond¨ª que no, pero indagu¨¦ y encontr¨¦ el art¨ªculo del delito. No hall¨¦ nada en ¨¦l que justificara ese reproche, aunque s¨ª algo como una desesperada confusi¨®n. S¨®lo al final del art¨ªculo di con la clave: mi amigo dec¨ªa que estar¨ªa en la manifestaci¨®n del pasado domingo. Hasta este extremo llegan las cosas, y ese simple prop¨®sito bastaba para convertir a alguien en sospechoso, quiz¨¢ en un asimilado, nuevo delito que comienza a circular ya.
?Basta ya! habr¨ªa actuado en los l¨ªmites de la asimilaci¨®n y recibido su lecci¨®n y su castigo. A diferencia de otros colectivos m¨¢s sumisos -lo de Covite me sigue pareciendo incomprensible- se prest¨® a un riesgo inaceptable para Mayor Oreja: la escenificaci¨®n de la unidad democr¨¢tica. Por desgracia, ocurri¨® lo que ocurri¨®, y de esa lecci¨®n se pueden extraer ense?anzas m¨²ltiples. En el encebollado mundo de la prensa progubernamental, en la que cada cabecera adopta el tono y funci¨®n que le corresponden, unos invocan al martirio y se aprovechan de la v¨ªctima para disparar a diestro y siniestro. Pero en las cloacas de esa prensa, all¨ª donde graznan los inpanfletuales -v¨¦ase libertadigital.com- se dispara contra la v¨ªctima misma, en este caso contra ?Basta ya! y sus intelectuales traidores. Y es que las v¨ªctimas han de ser sumisas para serlo de verdad. Algo que es muy f¨¢cil de conseguir cuando ya est¨¢n muertas, pero que requiere de tareas de maceraci¨®n mientras a¨²n viven. Abandonadas a la soledad, su destino puede resultar glorioso. ?Dios de Abraham y de Jacob, amp¨¢ranos!
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