Presupuestos de chiripa
El 'lehendakari' Ibarretxe ha conseguido sacar adelante los Presupuestos del Pa¨ªs Vasco para 2003 por una chiripa parlamentaria. La ausencia de cuatro diputados de la oposici¨®n en el momento de la votaci¨®n y los reflejos de los partidos del Gobierno a la hora de aprovechar la circunstancia le permitieron ayer aprobar por los pelos un proyecto que hab¨ªa sido rechazado en comisi¨®n. Con esta carambola evita el bald¨®n que hubiera supuesto una nueva pr¨®rroga presupuestaria, la cuarta en los cinco a?os que va a cumplir al frente del Ejecutivo, y la anormalidad jur¨ªdica y pol¨ªtica de funcionar en 2003 con unas cuentas estiradas desde 2000, cuando se aprobaron con el apoyo de Euskal Herritarrok (la antigua Batasuna).
El azar ha querido que sea el m¨¢s firme detractor del lehendakari, Jaime Mayor Oreja, quien haya propiciado, tras una incomprensible cadena de errores de su grupo parlamentario y de ¨¦l mismo, la aprobaci¨®n del presupuesto. En menos de una semana, Mayor ha hecho dos impagables favores a Ibarretxe. El de ayer y el del domingo pasado, cuando, al decidir que su partido no asistiera a la manifestaci¨®n de Bilbao contra ETA, le permiti¨® mostrar la falsa imagen que intenta crear: la de un PNV situado en el centro de la sociedad vasca y flanqueado en los extremos por el PP y Batasuna.
El Gobierno tripartito obtiene con el regalo de ayer un amplio margen de gesti¨®n que va m¨¢s all¨¢ del pr¨®ximo a?o y le permite afrontar con cierto desahogo el segundo tramo de la legislatura. Pero se equivocar¨ªa si interioriza esta carambola como una muestra de fortaleza propia. La aritm¨¦tica sigue diciendo que los partidos del Ejecutivo (PNV, EA y Ezker Batua-IU) suman s¨®lo 36 esca?os de los 75 que tiene el Parlamento vasco. En otras palabras, Ibarretxe contin¨²a con los mismos problemas de gobernabilidad. La victoria del nacionalismo el 13 de mayo de 2001 fue importante por inesperada, pero no le otorg¨® la mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara vasca ni le permite gobernar como si de hecho la tuviera. Y el compromiso "¨¦tico" del lehendakari de no atraerse activamente los votos de Batasuna -renuncia en la que le precedieron PSE y PP-, tampoco neutraliza las coincidencias pasivas en las votaciones, de las que los partidos del Gobierno se han aprovechado reiteradamente. La forma de evitar esas casualidades, que en el debate de unos presupuestos se producen de forma natural, es negociar los apoyos necesarios con la oposici¨®n.
Garantizarse la mayor¨ªa parlamentaria suficiente para gobernar es una tarea que corresponde al Ejecutivo, no a la oposici¨®n, como parece interpretar el lehendakari. Lo que no vale es criticar a populares y socialistas por coincidir en el rechazo con la formaci¨®n de Arnaldo Otegi, pero no hacer el m¨ªnimo gesto de di¨¢logo y transacci¨®n para atraerse siquiera la abstenci¨®n del PSE-EE. Es m¨¢s, lejos de intentar desmentir la valoraci¨®n socialista de que son unos presupuestos "soberanistas", engarzados en la filosof¨ªa del plan de Ibarretxe, PNV y EA introdujeron en comisi¨®n una enmienda para subvencionar con 451.000 euros a Udalbiltza, el espectral organismo que sobrevive al experimento del Acuerdo de Lizarra.
El pasado a?o, el lehendakari evit¨® la devoluci¨®n de los presupuestos gracias a una arbitraria interpretaci¨®n del reglamento de la C¨¢mara. Ayer se salv¨® de carambola de una nueva pr¨®rroga. Los problemas para aprobar algo tan b¨¢sico como unos presupuestos deber¨ªan disuadir a Ibarretxe de llevar adelante, de forma unilateral, su plan soberanista de superaci¨®n del Estatuto. Empecinarse en obtener adhesiones directas de lo que el lehendakari interpreta que es la sociedad vasca, obviando la expresi¨®n de lo que ha sido su voluntad en las urnas, supone un peligroso ejercicio de escapismo. Pero tambi¨¦n deber¨ªa hacer reflexionar a quien con su incre¨ªble retraso permiti¨® esa aprobaci¨®n. Bien est¨¢ que pida perd¨®n a sus votantes, pero de alguien tan experimentado cabr¨ªa esperar mayor celo.
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