Balance elemental de un a?o pol¨ªtico
Dos rasgos principales, a nuestro entender, han caracterizado pol¨ªticamente el a?o que acaba. El primero de ellos ha sido el relevo anticipado en la presidencia de la Generalitat, indicativo del peculiar pulso auton¨®mico valenciano. Peculiar, decimos, porque nos ha revelado que la legislatura concluy¨® en julio, cuando el presidente Eduardo Zaplana se incorpor¨® al Gobierno central. En t¨¦rminos estatutarios, no dej¨® tras de s¨ª un vac¨ªo de poder, pero es indudable que la gesti¨®n p¨²blica se sumi¨® en el marasmo, lastrada por este novedoso interregno cubierto por un sucesor que bastante hace con resolver decorosamente la papeleta, agobiado simult¨¢neamente por la tutela del ex molt honorable y la efervescencia electoral del candidato a esa misma poltrona.
Se han perdido seis meses y casi otros tantos que se diluir¨¢n en la campa?a por el voto en los comicios de mayo. Por lo visto, este pa¨ªs valenciano carece de problemas que le apremien. Su fr¨¢gil vocaci¨®n autonomista, adem¨¢s, se pliega a cualquier ventolera. A este respeto ha sido un tanto parad¨®jica la reacci¨®n de ciertos n¨²cleos empresariales, otrora zaplanistas fervientes, celebrando con poco recato la partida del hoy ministro de Trabajo. A¨²n valor¨¢ndola negativamente desde el punto de vista institucional, consideran que este cambio s¨²bito en el Gobierno les aligera del intervencionismo que -dicen- vienen padeciendo, a pesar de que no pocos de ellos son beneficiarios, si bien no en la medida supuestamente esperada.
Otro de los rasgos aludidos es el chapapote que ha emergido estos d¨ªas a prop¨®sito de la compa?¨ªa Aguas de Valencia y el pretendido grupo medi¨¢tico que se promov¨ªa al amparo de sus finanzas y por inspiraci¨®n -dej¨¦moslo as¨ª- del ministro. Han corrido r¨ªos de tinta a este respecto y cada qui¨¦n tiene formada su opini¨®n sobre tan sobresaliente episodio, que no es ins¨®lito ni inaudito. Al margen de las sorpresas que nos pueda deparar todav¨ªa, la pregunta pertinente -o una de ellas- es c¨®mo podr¨¢ repercutir en el electorado. Esta es la ¨²nica faceta que preocupa a unos -al PP- e interesa a otros, el PSPV, presunto ganancioso de este embrollo. Al final, esto es, a la vuelta del a?o, colegimos nosotros, quedar¨¢ en poco m¨¢s que una invectiva ret¨®rica y electorera. La erosi¨®n moral del quehacer pol¨ªtico que conlleva la aludida maniobra es subalterna a las preocupaciones del pueblo soberano. Muy propio de la inmadurez democr¨¢tica.
En sinton¨ªa con este asunto period¨ªstico es inevitable referirnos a la anunciada privatizaci¨®n -de la gesti¨®n, que no de la titularidad- de RTVV. Ha terminado el a?o y no se han cumplido las promesas de ejecutarla en el 2002. Ser¨¢, pues, en el 2003 y no hay que ser augur para pronosticar que tampoco se llevar¨¢ a cabo antes de las elecciones auton¨®micas y municipales. En consecuencia, proseguir¨¢n las andanadas contra dicha berlusconizaci¨®n del ente auton¨®mico, sin que su promotor, el PP, se digne a razonar p¨²blicamente la conveniencia. Todo su argumentario se ci?e al escueto compromiso de su programa. Una fatalidad si no se produce el vuelco en las urnas, a?adimos nosotros. Algo que -decimos del prodigioso vuelco- pondr¨ªa a los socialistas en el brete de inventarse un modelo desconocido de RTVV.
Dejando de lado, por prolijos y permanentes, ep¨ªgrafes como la seguridad ciudadana, sanidad, ense?anza e investigaci¨®n, ordenaci¨®n territorial, endeudamiento de las finanzas p¨²blicas y alg¨²n otro de este mismo calibre, el a?o que se esfuma nos ha dejado otros cap¨ªtulos dignos de recordaci¨®n, y no precisamente por su ejemplaridad. Tales son el apremiado asolamiento del teatro romano de Sagunto, la no menos absurda rev¨¢lida de valenciano para los licenciados en filolog¨ªa catalana, y nada digamos de la forzada emigraci¨®n del profesor Bernat Soria para proseguir sus investigaciones -?en Andaluc¨ªa?- con c¨¦lulas embrionarias. No es culpa del Consell que el euro nos haya empobrecido.
En contrapunto, se ha resuelto satisfactoriamente el problema exportador de las clementinas y las Cortes han alumbrado una ley contra el ruido que puede marcar un hito hist¨®rico si hay voluntad pol¨ªtica para aplicarla. De la fusi¨®n CAM-Bancaixa no se ha vuelto a decir palabra. Se ha ca¨ªdo de la agenda, como el 2002.
VALENCIA CULTURAL
El cap i casal no figura entre las ciudades culturales preferidas por los turistas, seg¨²n un estudio especializado. Se la sit¨²a entre las urbes de segundo orden en esta clasificaci¨®n, como Ronda, C¨¢ceres o Salamanca. Vale. Lo que el referido estudio no constata es el prodigioso cambio producido en Valencia a lo largo de estos ¨²ltimos lustros, y no s¨®lo por su auge muse¨ªstico y proyecci¨®n cultural internacional. ?Se recuerda lo que ¨¦ramos hasta el advenimiento de la democracia, y a¨²n despu¨¦s? Me parece poco objetivo, y acaso mezquino, infravalorar el esfuerzo y el acierto de quienes -unos y otros- nos est¨¢n rescatando del puro y aflictivo anonimato.
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