Ni se ve ni se oye

El calendario previsto por el Gobierno para la implantaci¨®n real en el mercado de la radio y la televisi¨®n digitales terrestres ha sido tan inveros¨ªmil como el de la telefon¨ªa de tercera generaci¨®n o UMTS.

Cuando en abril de este a?o la ex ministra de Ciencia y Tecnolog¨ªa Anna Birul¨¦s inaugur¨® las emisiones de televisi¨®n digital terrestre, era consciente de que hab¨ªa pocos descodificadores y que eran caros, pero asegur¨® que a finales de 2002 todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil. El a?o ha vencido, hay un nuevo ministro y los ciudadanos siguen ignorando que hay televisiones que, obligadas por la Administraci¨®n, emiten programas que no se ven porque ni los televisores digitales ni los adaptadores para los televisores anal¨®gicos son accesibles.

La radio digital ofrece una historia parecida, s¨®lo que empieza antes, en 2000: las emisoras de radio est¨¢n obligadas a emitir una se?al que nadie escucha por la carest¨ªa de los receptores. La propia Comisi¨®n del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) critic¨® la falta de previsi¨®n del Gobierno y, m¨¢s concretamente, el ancho de banda atribuido a las operadoras de televisi¨®n digital terrestre, tan escaso que no permite aprovechar de verdad el potencial de la se?al digital. Los fabricantes de receptores estiman que hasta julio de 2003 no podr¨¢n exponer su producto en las estanter¨ªas comerciales.

Tanta urgencia digitalizadora del Gobierno levanta sospechas. El modelo de pol¨ªtica para las televisiones locales prev¨¦ que en 2004 se defina un mapa de las mismas, que, en cualquier caso, estar¨¢n obligadas a emitir s¨®lo se?al digital, un obst¨¢culo grav¨ªsimo para su difusi¨®n y un problema de costes, no para los canales dedicados las 24 horas a las adivinanzas del tarot, sino para emisoras con aut¨¦nticas apuestas informativas. Las televisiones locales fueron en su inicio una verdadera alternativa informativa, y algunas est¨¢n ahora en la vanguardia en el uso c¨ªvico del lenguaje audiovisual.

Este panorama de una radio inaudible y una televisi¨®n invisible invitar¨ªa al chiste si no fuera porque el Gobierno ha obligado a ciertas empresas a realizar y sostener unas inversiones que no pueden rentabilizar. En sus irresponsables ganas de ser el primero, aunque s¨®lo sea en el escaparate del derecho comparado, el Ejecutivo incluso quiere adelantar el apag¨®n anal¨®gico, el momento en que las actuales televisiones deber¨¢n emitir forzosa y exclusivamente una se?al digital.

Las leyes dicen una cosa y la realidad otra muy distinta, como tambi¨¦n ha ocurrido con el UMTS. En este caso, las operadoras que quisieron obtener la licencia tuvieron que comprometerse a un calendario que el mercado ha rechazado, aqu¨ª y en el resto de Europa, porque los fabricantes de m¨®viles no han puesto a la venta los receptores para UMTS y porque la crisis ha alargado los ciclos de te¨®rica obsolescencia tecnol¨®gica. Al final, operadores y Gobierno han tenido que pactar nuevos plazos y condiciones para el despliegue. En el dise?o de la sociedad de la informaci¨®n, el Gobierno ha preferido el apremio legislativo al fomento de su uso social y al consenso con la industria que debe liderarla. Ha preferido lucir un festival de leyes ausente de seguridad jur¨ªdica en lugar de dibujar un horizonte cre¨ªble que anime a los sectores implicados.