Negocio en blanco
La herencia del comercio de la nieve a¨²n se mantiene en algunos parques naturales
En la primavera de 1624 se celebr¨®, en lo que hoy es Parque Nacional de Do?ana, uno de los festejos reales m¨¢s sonados de la historia de Espa?a. El Duque de Medina Sidonia celebr¨® una monumental cacer¨ªa en honor de Felipe IV a la que asistieron 1.200 invitados. Las cr¨®nicas relatan c¨®mo, para mantener en buen estado los manjares que se transportaron desde diferentes puntos de la regi¨®n, todos los d¨ªas llegaban al coraz¨®n de las marismas del Guadalquivir, procedentes de la serran¨ªa de Ronda, seis cargas de nieve a lomos de cuarenta y seis mulas.
Cuando a¨²n no exist¨ªan m¨¦todos artificiales de refrigeraci¨®n la nieve acumulada en los puntos m¨¢s elevados de las comarcas serranas constitu¨ªa un elemento muy codiciado, no s¨®lo para la conservaci¨®n de determinados alimentos o la elaboraci¨®n de refrescos y helados, costumbre que se hab¨ªa extendido entre las clases m¨¢s pudientes, sino tambi¨¦n por sus aplicaciones m¨¦dicas, ya que se juzgaba imprescindible en el alivio de hemorragias e inflamaciones, y hasta en el tratamiento de la peste.
A mediados del siglo XVII el comercio de la nieve estaba ya m¨¢s que desarrollado en numerosos puntos del pa¨ªs. M¨¢laga era entonces una de las ciudades que, por su actividad portuaria, demandaba grandes cantidades de nieve. ?sta se obten¨ªa de la que entonces era conocida como sierra de Yunquera, y en particular en el denominado Puerto de los Ventisqueros, a 1.600 metros de altitud.
Traslado de actividad
Cuando los inviernos eran benignos y escaseaba este recurso en los t¨¦rminos municipales de Yunquera y Tolox, hoy incluidos en el Parque Natural de la Sierra de las Nieves, los comerciantes trasladaban su actividad a la m¨¢s lejana sierra de Tejeda, en la Alta Axarqu¨ªa, donde algunos picos, como el de la Maroma, rebasan los 2.000 metros de altitud.
Dependiendo de la distancia a recorrer el precio de la nieve sufr¨ªa notables oscilaciones, ya que en el transporte, que necesariamente deb¨ªa realizarse de noche, se perd¨ªa entre un 35% y un 50% de la materia prima. El aprovechamiento de este recurso natural estaba en manos de los hombres de la nieve o neveros que, en puntos estrat¨¦gicos, excavaban unos pozos de amplio di¨¢metro, cuyas paredes, a veces, reforzaban con piedras, y que dispon¨ªan de desag¨¹es para desalojar la nieve derretida. Los restos de algunos de estos ingenios a¨²n pueden contemplarse tanto en la sierra de la Nieves como en la de Tejeda.
El trabajo se iniciaba a finales de invierno o comienzos de la primavera. Las cuadrillas acud¨ªan a los ventisqueros para recoger la nieve en espuertas y capazos y transportarla as¨ª hasta los pozos, donde se acumulaba y compactaba.
Cuando el pozo se hab¨ªa llenado se cubr¨ªa con un manto vegetal para el que se utilizaban diferentes especies y, en particular, aulaga morisca, que serv¨ªan de aislante, y se taponaba con una capa de tierra que dejaba sellado el dep¨®sito hasta la llegada del verano. Ya en el est¨ªo comenzaba la explotaci¨®n del pozo, junto al que permanec¨ªa uno de los neveros, encargado de vigilar el dep¨®sito y organizar la venta. Durante la noche acud¨ªan los comerciantes que cortaban el hielo en grandes trozos y los cargaban en unos serones especiales, que pod¨ªan cerrarse, y que iban recubiertos de tamo, una especie de serr¨ªn de paja, y helechos. Hasta 200 kilos de nieve llegaba a transportar cada animal de carga hasta componer largas caravanas que, de madrugada, los repart¨ªan por los diferentes pueblos del entorno.
Organizando las correspondientes paradas en lugares frescos y protegidos del sol, las caravanas de hielo llegaban a cubrir rutas de hasta tres d¨ªas.
Los neveros no s¨®lo trabajaban en las serran¨ªas malague?as, tambi¨¦n operaban en distintos puntos del macizo de Sierra Nevada, donde la disponibilidad de este recurso era mucho mayor, en la cercana sierra de Baza y en diferentes localidades de las serran¨ªas jienenses. Adem¨¢s de los primitivos pozos, en algunos de estos espacios naturales se conservan los caminos y veredas que se utilizaban para el transporte de este material, como la ruta de los pescaeros, acondicionada hoy para el senderismo, que une las localidades de Loja (Granada) y Torre del Mar (M¨¢laga).
El negocio de la nieve se mantuvo vivo en numerosas comarcas hasta la llegada del fr¨ªo industrial. Las primeras f¨¢bricas de hielo marcaron el final de esta actividad, que los historiadores dan por desaparecida alrededor de 1930.
CR?NICA EN VERDE. Hasta comienzos del siglo XX, y en numerosas comarcas serranas andaluzas, el comercio de la nieve formaba parte de los aprovechamientos tradicionales, llegando a constituir un negocio floreciente que reportaba ingresos considerables a la Corona. Aunque artesanales, llegaron a desarrollarse curiosas t¨¦cnicas para la conservaci¨®n y transporte de este recurso natural que demandaban, en grandes cantidades, poblaciones como M¨¢laga. Todav¨ªa hoy se mantienen, en algunos espacios protegidos, los restos de aquella actividad, desaparecida con la llegada de las f¨¢bricas de hielo.
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
La edad del hielo
Las primeras pruebas documentales del comercio de nieve se remontan mil a?os antes de Cristo, cuando en los s¨®tanos de algunas viviendas chinas se almacenaba hielo en invierno para consumirlo en verano. Los romanos organizaban caravanas de nieve desde los Apeninos, y en la Edad Media eran los ¨¢rabes los que transportaban este material desde las monta?as del L¨ªbano hasta los palacios de los califas en Damasco y Bagdad.
Las t¨¦cnicas que se emplearon en Andaluc¨ªa para la conservaci¨®n y transporte de nieve eran similares a las que, siglos atr¨¢s, hab¨ªan desarrollado griegos y romanos, que comprim¨ªan este material en pozos practicados en las zonas m¨¢s elevadas, cubri¨¦ndolos con pasto, paja y ramas de ¨¢rboles. Los primeros manuales que describ¨ªan el aprovechamiento de este material vieron la luz en Sevilla en el siglo XVI.
Cuando en el siglo XVII la explotaci¨®n de la nieve experiment¨® un auge en Andaluc¨ªa, las condiciones clim¨¢ticas eran diferentes a las que hoy conocemos y hac¨ªan posible que este recurso fuera abundante en lugares en los que hoy escasea. La misma sierra de las Nieves no registra ahora ni las temperaturas ni las precipitaciones que hace unos 300 a?os la convirtieron en uno de los territorios m¨¢s apreciados por los neveros.
La conocida como Peque?a Edad del Hielo, periodo que se inici¨® en los siglos XV-XVI, fue la responsable de esta abundancia de nieve en latitudes en las que hoy apenas aparece. Incluso dio lugar a algunos de los glaciares m¨¢s meridionales de Europa, como el que se localizaba en el Corral del Veleta, en la cresta de Sierra Nevada, cuya fusi¨®n fue imparable en los ¨²ltimos a?os del siglo XIX por cambios en las condiciones ambientales.
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