Este a?o
Hemos le¨ªdo ya, desmenuzados y comentados punto por punto, la lista de los tropiezos del Gobierno en 2002. Muchos de ellos, a nuestro entender, propiciados por la nostalgia de y la querencia hacia un capitalismo puro, en la medida de lo posible. Esto no es precisamente el esp¨ªritu del franquismo, del que se acusa al elenco gubernamental del PP. El franquismo, en estado puro, significa la omnipresencia de un Estado altamente centralista y heterodoxamente jacobino. El PP es neoliberalismo econ¨®mico, o sea, la desaparici¨®n en unos casos, la disminuci¨®n en otros, de la presencia estatal.
Podr¨¢ objet¨¢rsenos que el presidente Bush hace y deshace; eso nos pone ante el problema de la complejidad del poder, que no es el objeto de este art¨ªculo. El Estado m¨ªnimo le concede al Estado la salvaguardia de la seguridad interna y externa de la naci¨®n. Si ¨¦sta es la primera potencia mundial, forzosamente el poder estatal parece m¨¢s grande; parece y de hecho lo es. Pocos se atreven a toserle al se?or Bush en el interior de su gran feudo; y esto es as¨ª en virtud del respaldo social del presidente. Un poder con mucha proyecci¨®n global se ejerce, en primer lugar, de puertas adentro. Y siendo la pol¨ªtica la cara visible, termina por ser tambi¨¦n la invisible. A mayor abundamiento, el poder econ¨®mico no es monol¨ªtico y en una democracia a?eja, el militar no es determinante. En circunstancias como las descritas, el Estado m¨ªnimo liberal cede paso al Estado m¨¢ximo. Si ¨¦ste se siente obligado a intervenir en una actividad privada, incluso a convertirla en p¨²blica, lo hace sin tropezar con mayores obst¨¢culos. Con todas las competencias que ostentan los ayuntamientos, no se atreva un alcalde a plantarle cara al poder federal encarnado en el presidente, pues se las dar¨¢n todas en el mismo carrillo.
En pa¨ªses secundarios, como los europeos tomados de uno en uno, el Estado m¨ªnimo es m¨¢s factible... te¨®ricamente. El capitalismo puro, basado en la supervivencia del m¨¢s apto (en frase de Spencer) fue perdiendo la batalla en favor de un capitalismo "impuro", el del intervencionismo estatal, los derechos humanos y el Estado de bienestar. Pero queda la nostalgia de unas ¨¦lites, pol¨ªticas y econ¨®micas, e incluso de un segmento minoritario de la poblaci¨®n. Tampoco es que se quiera un retorno al capitalismo puro pur¨ªsimo. Ya en la segunda mitad del siglo XIX, el citado Spencer a¨²n pretend¨ªa el abandono de la caridad p¨²blica o privada, pues iba en contra del mejoramiento de la raza. Ser¨ªa abiertamente panfletario afirmar que el PP bebe en las fuentes de un Spencer. El modelo seductor es m¨¢s el norteamericano, a medio camino entre el capitalismo de los fundadores de la econom¨ªa liberal y el que rige en Europa. Eso, que se barruntaba, es lo que han hecho di¨¢fano el "decretazo" y acaso el Prestige.
Al PP le encandilan los ¨¦xitos econ¨®micos y cient¨ªficos norteamericanos; a nosotros tambi¨¦n. Pero, ?son debidos al neoliberalismo o lo son a pesar del neoliberalismo? Cont¨¦stese como se conteste esta pregunta, surge otra mayor. ?Son trasplantables los modelos socioecon¨®micos cuando ya est¨¢n constituidos en fuertes se?as de identidad? Si lo son y decidimos en abstracto que el americano es superior, ?qu¨¦ hacemos los europeos? La tercera pregunta desemboca en la cuarta y ¨¦sta en un ramillete de alternativas. Pero no habiendo contestado todav¨ªa la primera, todo ello es pura especulaci¨®n. Quienes han vivido en Estados Unidos dedicados a la ense?anza saben que all¨ª se atrae a los profesores, entre otras ventajas, con la oferta de servicios sociales que se acercan o se confunden con los que presta el Estado de Bienestar. Pero el grueso del profesorado norteamericano no es representativo del "American grain". Mayoritariamente, all¨ª el hombre medio prefiere pagar menos impuestos y agenciarse ¨¦l mismo la protecci¨®n que crea conveniente. No indagaremos en los or¨ªgenes del individualismo norteamericano, pues es tema manido. Tampoco nos entretendremos en otra premisa b¨¢sica, (pues ser¨ªa petici¨®n de principio), la abundancia comparativa de ofertas de trabajo. La reforma laboral del PP, se salta los hechos. Olvida ambos, la idiosincrasia del pueblo estadounidense y la disponibilidad de empleo. El "decretazo" est¨¢ inducido por la necesidad de crear puestos de trabajo, pero inspirado en otra cultura y en hechos visibles, tropieza con la realidad de nuestra cultura y de sus hechos visibles. No hubo maldad en el decretazo, pues por hacerle la pu?eta al pueblo nadie se juega las elecciones. Hubo la mirada al espejo c¨®ncavo, como ocurre siempre que se quiere asimilar realidades profundas de importaci¨®n. M¨¢xime cuando lo que se trasplanta no es nuevo, sino el retorno a un pasado -o algo parecido- por el que no se siente la menos nostalgia.
El Prestige es caso aparte. La vigilancia y control de las costas no se dej¨® en manos privadas, simplemtne se dej¨® al arbitrio de la suerte. Tal vez el Gobierno ech¨® c¨¢lculos y lo hizo con criterios puramente econ¨®micos. Bas¨¢ndose en el antecedente del Mar Egeo y descontando una cat¨¢strofe mayor, por improbable, puede que las cuentas salgan. El mantenimiento de barcos anticontaminaci¨®n, de remolcadores, de pantanales, de equipos, de suficientes inspectores, etc¨¦tera, quiz¨¢s resulte m¨¢s caro que un Mar Egeo cada seis o siete a?os. Por supuesto, no en t¨¦rminos sociales y ecol¨®gicos, pero preciso es reconocer que el desprecio de tales factores no es privativo del neoliberalismo. El comunismo ruso se carg¨® buena parte de Rusia, de pa¨ªses incorporados y de Siberia. Tampoco se luci¨® a este respecto el PSOE, ni en Valencia ni en el resto de Espa?a. (Aunque record¨¢rselo, como argucia defensiva, es dar por sentado que el electorado es idiota. ?No prometi¨® el PP arreglar todo lo que estaba patas arriba? Pues resulta que, sin escarmentar en cabeza ajena, la cosa sigue igual, o sea, peor). Hay que cederle el paso a otros factores, como la incuria y la incapacidad para la organizaci¨®n, m¨¢s acusados aqu¨ª que en los pa¨ªses de nuestro entorno. Se?as de identidad que comparten todos los pueblos de Espa?a.
Este a?o. Poco dados a la profec¨ªa, constatamos, sin embargo, que 2003 empieza con mal pie. Criterios neoliberales a la vivienda, al paro, progresivamente a la sanidad y a la educaci¨®n... m¨¢s Prestige. Buenos para USA, puesto que all¨ª los pide la sociedad. ?stas son otras latitudes.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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