"Aznar no ha sido un activo electoral para su partido"
2003 ser¨¢ el a?o en que se celebren elecciones municipales y auton¨®micas en 14 comunidades. Juli¨¢n Santamar¨ªa, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Complutense, analiza las encuestas de opini¨®n al contestar a este cuestionario.
Pregunta. ?Puede considerarse como tendencia la disminuci¨®n de la diferencia entre PP y PSOE?
Respuesta. Las diferencias en la intenci¨®n de voto entre PP y PSOE han venido reduci¨¦ndose desde principios de 2002 de forma sistem¨¢tica tanto en las encuestas del CIS como en todas las dem¨¢s. Las ¨²ltimas indican que las diferencias han desaparecido o incluso que el PSOE ha pasado por delante. As¨ª lo confirman, adem¨¢s, otros indicadores, como la p¨¦rdida de confianza en el Gobierno o la valoraci¨®n m¨¢s negativa de su gesti¨®n. En teor¨ªa, esa tendencia podr¨ªa cambiar de aqu¨ª a las elecciones, pero si las elecciones se celebrasen el domingo que viene, lo m¨¢s probable es que ganara el PSOE.
"Los nuevos votantes se abstienen en mayor medida que los dem¨¢s. En las generales lo har¨¢n tres de cada cinco, y ahora vuelven a votar a la izquierda"
"Si las legislativas se celebraran el domingo que viene, lo m¨¢s probable es que ganara el PSOE, pero la tendencia siempre puede cambiar de aqu¨ª a mayo"
"Lo que perjudicar¨ªa al PP no es la ausencia de Aznar, sino que el can- didato elegido dividiera al partido o no concitase suficiente consenso"
P. ?Ir¨¢n a votar los nuevos electores que se han incorporado al censo? ?Por qu¨¦ partido se inclinar¨¢n?
R. No todos. Los nuevos votantes se abstienen en mayor medida que los dem¨¢s. En 2004, es muy probable que acudan a votar tres de cada cinco nuevos votantes, quiz¨¢ incluso dos tercios. De ellos, alrededor del 40% se orientar¨¢ a la derecha y alrededor del 60% a la izquierda. La tendencia de los a?os noventa se ha invertido. Los j¨®venes vuelven a votar a la izquierda al comenzar el siglo XXI.
P. ?Se ha visto erosionado el liderazgo del PP por el temprano anuncio de Aznar de no presentarse otra vez?
R. ?Me lo pregunta en serio? ?Ha estado usted fuera de Espa?a estos ¨²ltimos meses?
P. ?Las municipales como indicio de las legislativas?
R. Lo ser¨¢n, sin duda, si PP o PSOE obtienen un triunfo espectacular o sufren una gran derrota. Si eso no ocurre, las municipales dar¨¢n, al menos, algunas indicaciones sobre la capacidad del PP para resistir y del PSOE para avanzar, indicaciones que pueden verse luego confirmadas o desmentidas. Las municipales no son f¨¢ciles de interpretar en clave de primarias. Los candidatos y las circunstancias locales pesan mucho con independencia de los partidos, aunque es evidente que en esta ocasi¨®n la imagen de los principales partidos a nivel nacional jugar¨¢ un papel muy importante en las municipales. Por eso, habr¨¢ que analizar lo que ocurra en algunas ciudades emblem¨¢ticas como Madrid, Sevilla, Valladolid, Vigo, M¨¢laga, Vitoria o Zaragoza para comprobar si candidatos fuertes se ven lastrados por su partido y/o si candidatos menos potentes se ven impulsados por el suyo.
P. ?C¨®mo afectar¨¢ la decisi¨®n de los votantes el proceso pol¨ªtico abierto en el Pa¨ªs Vasco y el terrorismo?
R. Se trata de dos cuestiones relacionadas pero diferentes. Para la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles, el problema prioritario de Euskadi es el terrorismo. En este punto se ha avanzado mucho gracias al Pacto Antiterrorista, la cooperaci¨®n internacional y la mayor eficacia policial. La violencia callejera y el n¨²mero de atentados han disminuido de forma sensible. Con ello, la preocupaci¨®n por el tema ha disminuido, y s¨®lo la reaparici¨®n de ETA en el escenario del crimen podr¨ªa realimentarla. De no ser as¨ª, el terrorismo seguir¨¢ ocupando un espacio en las preocupaciones de los espa?oles, pero el debate pol¨ªtico se centrar¨¢ en torno a otras cuestiones m¨¢s relacionadas con la vida cotidiana de la gente, como el paro, la sanidad, la educaci¨®n, los precios, la vivienda, las pensiones o el medio ambiente.
Por contraste, el proceso pol¨ªtico en el Pa¨ªs Vasco se ha complicado. Las relaciones entre el Gobierno Vasco y el Gobierno de Espa?a se han deteriorado gravemente. Se ha llegado a niveles de tensi¨®n desconocidos desde 1980. En las elecciones municipales se pondr¨¢ por segunda vez a prueba la estrategia de la confrontaci¨®n total con los nacionalistas vascos, promovida por el PP, que fracas¨® en las auton¨®micas de 2001 y podr¨ªa sufrir un nuevo rev¨¦s si la ilegalizaci¨®n de Batasuna favoreciese al PNV en las municipales. Pero tambi¨¦n son una prueba de fuego para los nacionalistas, que podr¨ªan incendiar la situaci¨®n si, despu¨¦s de las municipales, se decidieran a imprimir un nuevo impulso a su Plan de Estado Libre Asociado, que, hoy por hoy, divide a los vascos y rechaza abiertamente el resto de los espa?oles.
S¨®lo ese eventual impulso o la improbable intensificaci¨®n de la actividad de ETA devolver¨ªan al tema vasco en el debate electoral la centralidad que ha ido perdiendo estos ¨²ltimos meses.
P. ?C¨®mo influir¨¢ el Prestige?
R. En Espa?a y fuera de Espa?a, todos hubi¨¦ramos deseado ver a Fraga, Aznar, Rajoy, Rato, Mayor Oreja o ?lvarez Cascos asumir el papel de Schroeder en Alemania o el de Giuliani en Nueva York. Nos hubiera enorgullecido a todos, al margen de la rentabilidad pol¨ªtica que hubieran obtenido. Pero lo cierto es que no fue as¨ª. El Gobierno no dio la cara, no quiso creer lo que estaba pasando y, cuando lo comprob¨®, decidi¨® lavarse las manos y responsabilizar de todo a los socialistas.
Despu¨¦s de mes y medio insistiendo en ello, a trav¨¦s de todos los medios de los que dispone, el PP ha ca¨ªdo en la cuenta de que ni los gallegos ni los dem¨¢s espa?oles aciertan a comprender por qu¨¦ raz¨®n el Gobierno hace responsable al PSOE de sus propios errores. Y ha decidido explic¨¢rselo con la ayuda de una empresa de publicidad. Algunos pueden pensar que se trata de una decisi¨®n pintoresca y estrafalaria, como la peregrina idea de presentar una moci¨®n de censura a la oposici¨®n, y, sin duda, lo es.
Pero es algo m¨¢s. Es una burla a las instituciones y a los medios, y un insulto a la inteligencia de los espa?oles, al creer que un folleto de propaganda bastar¨¢ para cambiar las opiniones que se han formado a lo largo de dos meses viviendo minuto a minuto una tragedia que ha conmovido a Espa?a entera. Y, por ¨²ltimo, es una prueba m¨¢s de que el Gobierno ha perdido el rumbo. Esa decisi¨®n del PP es tan disparatada pol¨ªticamente como lo fue t¨¦cnicamente la decisi¨®n del Gobierno de alejar lo m¨¢s posible al Prestige. Comprobaremos sus elevados costes electorales y podemos tener la seguridad de que el PP se los reprochar¨¢ tambi¨¦n al PSOE.
P. ?El candidato del PP tiene que ser relativamente conocido? ?Puede haber grandes sorpresas?
R. Por supuesto, tiene que ser conocido, pero no m¨¢s de la cuenta. Algunos de los precandidatos tal vez sean demasiado conocidos, y el hecho de participar en esa especie de concurso abierto por Aznar los hace muy vulnerables. ?Pueden ser candidatos Mayor Oreja, Rajoy o Rato? Tal vez llegue a serlo alguno de ellos, pero no cabe descartar sorpresas. El primer sorprendido puede ser el mismo Aznar, cuya capacidad de decisi¨®n o propuesta va a estar muy condicionada, llegado el momento, por acontecimientos no controlables que podr¨ªan limitar su margen de maniobra.
P. ?Es un problema, como dice el PP, que el PSOE tenga dos discursos distintos, uno con Zapatero en Madrid y otro en Catalu?a con Maragall?
R. No s¨¦ muy bien en qu¨¦ se diferencian ambos discursos. Por lo que tengo entendido, ambos coinciden con la visi¨®n de una Espa?a diversa y plural que recoge la Constituci¨®n Espa?ola de 1978 y a la que hac¨ªa referencia el Rey en su mensaje navide?o. Y entiendo que, por eso mismo, ambos est¨¢n tambi¨¦n en total desacuerdo con la vieja visi¨®n uniformadora de Espa?a a la que se siguen aferrando algunos.
P. ?Cu¨¢ntos puntos puede a?adir un partido a ¨²ltima hora gracias a una buena campa?a electoral?
R. Imposible responder a esta pregunta en t¨¦rminos generales. Si las campa?as de todos los partidos son buenas, ninguno tendr¨ªa por qu¨¦ beneficiarse especialmente, y si todas son malas, tampoco. Pero un partido que va mal es dif¨ªcil que haga una buena campa?a, como le pas¨® al PSOE en 2000, y es normal que un partido que va bien haga una buena campa?a, como ocurri¨® con el PP ese mismo a?o. Por regla general, la campa?a acelera la tendencia previa, y s¨®lo en casos excepcionales la frena o la invierte, sin que sea posible cuantificar a priori en qu¨¦ medida.
P. ?Influir¨¢ en los resultados la desaparici¨®n de Aznar como candidato?
R. Estoy convencido de que Aznar no pens¨® nunca que podr¨ªa perjudicar a su partido por el hecho de no presentarse a la reelecci¨®n. Tampoco encontr¨® demasiada resistencia en el seno del PP para llevar adelante su decisi¨®n. Aznar y los dem¨¢s dirigentes del PP consideraron que pod¨ªa ser sustituido sin riesgo y no por uno, sino por tres, cuatro o cinco candidatos distintos. A m¨ª me parece que estaban en lo cierto. Aznar no ha sido nunca un activo electoral para su partido como lo fueron Su¨¢rez o Gonz¨¢lez para los suyos, y adem¨¢s, cuando Aznar tom¨® la decisi¨®n, el PP era un partido m¨¢s unido que la UCD o el PSOE cuando tuvieron que sustituir a sus l¨ªderes. Lo que perjudicar¨ªa al PP no es la ausencia de Aznar, sino que el candidato elegido dividiera al partido, no concitase suficiente consenso o guardase alg¨²n esqueleto dentro de su armario.
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