La gran estafa
Una de las im¨¢genes que perdurar¨¢n en la retina del espectador que haya soportado el despliegue de televisi¨®n navide?a de las ¨²ltimas semanas ser¨¢ la de Jos¨¦ Manuel Parada interpretando a Hannibal Lecter en el Telepasi¨®n de TVE, un especial que tiene m¨¢s peligro que Mat¨ªas, el Tigre de Guadalix, en el jacuzzi de Gran Hermano. Sea de quien fuere la idea de convertir al folcl¨®rico Parada en psic¨®pata y can¨ªbal cantar¨ªn, felicidades. Ha superado a todos los que le imitan con la intenci¨®n de ridiculizarle.
Trileros
Fui uno de los enga?ados por las campanadas de Tele 5. Me cre¨ª que, aunque desincronizadas, eran en directo. Pues bien: fueron en riguroso diferido, grabadas durante el ensayo que, la noche antes, hab¨ªa terminado a las tres de la madrugada. No importa. Canal + tambi¨¦n las emite enlatadas y no pasa nada. Total: s¨®lo son una convenci¨®n que sirve para compartir un ritual tan absurdo como llenarse la boca de uvas. Lo malo es que no te lo digan. Y que antes y despu¨¦s te sermoneen con discursos y gaitas solidarias. Y que te timen periodistas que van de concienciados por la vida. Lo bueno, en cambio, es que, al descubrirse el pastel, vuelves al mundo real y te sientes como la v¨ªctima de una inocentada y haces lo que se espera de ti: poner cara de gilipollas y sonre¨ªr a la c¨¢mara. Luego, si todav¨ªa te quedan ¨¢nimos, piensas: "Eso me pasa por ir de progre". Y te haces fan de Ram¨®n Garc¨ªa y de Jos¨¦ Luis Moreno al grito de Nunca m¨¢is.
Vicios privados
Cada vez me tropiezo con m¨¢s personas que me hablan mal de El club de la comedia. Y no se trata s¨®lo de breves y espont¨¢neas andanadas contra el programa, sino de elaborad¨ªsimos comentarios, con su exposici¨®n, nudo, subordinadas y hasta desenlace. Deduzco, pues, que est¨¢ de moda monologar contra El club de la comedia en plan El club de la comedia. O sea: que si antes aguantabas a los que te daban la cena con humor cotidiano o aforismos anecd¨®ticos, ahora tienes que conformarte con un ¨²nico rollo, supuestamente agudo, sobre lo plasta que resulta El club de la comedia. Conclusi¨®n: hemos salido perdiendo. As¨ª que, como hac¨ªa tiempo que no lo ve¨ªa, volv¨ª a mirar El club de la comedia. Y no s¨¦ si me estar¨¦ haciendo viejo o qu¨¦, pero me encant¨®.
Virtudes p¨²blicas
Una de las personas que m¨¢s saben de televisi¨®n en este pa¨ªs me ha enviado una carta (aprovecho para desearle feliz a?o a ¨¦l, a su madre y a las amigas de su madre) en la que, entre otras cosas, me recomienda la novela El pensamiento de los monstruos, de Felipe Ben¨ªtez Reyes (Ed. Tusquets). Me he le¨ªdo el libro de dos tirones y creo que buena parte de su contenido, ameno y digresivo, podr¨ªa ser perfectamente reciclado en mon¨®logos para El club de la comedia. Dicho sea sin ¨¢nimo de ofender a nadie, que est¨¢ la gente de la televisi¨®n y de la literatura muy susceptible ¨²ltimamente.
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