Mil personas se ven obligadas cada d¨ªa a huir de su casa en Colombia
El ACNUR denuncia la situaci¨®n de los desplazados internos
Colombia vive una de las situaciones m¨¢s graves de desplazados internos del mundo. Cada d¨ªa, casi mil personas tienen que abandonar sus hogares, seg¨²n el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En el Magdalena medio la Uni¨®n Europea financia proyectos para frenar el ¨¦xodo interno. "Ser desplazado es muy duro", dijo Gerardo Campo a Rudd Lubbers, jefe de ACNUR.
Fue un di¨¢logo en una casa de tablas y cart¨®n, en Barrancabermeja. El barrio es una franja estrecha de tierra, entre un brazo del r¨ªo Magdalena y la ci¨¦naga. Los desplazados, que han llegado "desde ¨¦pocas remotas" a esta poblaci¨®n petrolera, epicentro de la conflictiva zona del Magdalena medio, instalaron sus casuchas en rellenos, espacio robado a la ci¨¦naga.
Colombia tiene m¨¢s de dos millones de desplazados internos. Esto ha generado una grave crisis humanitaria. El 62% de los desplazados son mujeres y ni?os; un mill¨®n son menores de 18 a?os. "Los ni?os desplazados son rechazados, se les mira mal, se les se?ala de violentos", relata un maestro que participa de un programa pedag¨®gico, apoyado por ACNUR, que les capacita para entender el drama de los peque?os.
En el Magdalena medio, 27 municipios en pleno centro del pa¨ªs, hay unos 40.000 desplazados. Es una zona en disputa. Los paramilitares est¨¢n en el llano, cerca del r¨ªo Magdalena; la guerrilla, en la monta?a. La mayor¨ªa de los desterrados han buscado acomodo en Barranca y est¨¢n asociados. "Han sacrificado todos nuestros l¨ªderes", confiesa Bartolo un hombre moreno, fuerte, dirigente de una asociaci¨®n de los desplazados en Barranca. Se queja de falta de apoyo oficial: "Nos hemos parado [levantado] con nuestro esfuerzo".
Graciela pertenece a la asociaci¨®n. Con tres mujeres m¨¢s montaron una f¨¢brica de helados. "Soy desplazada hace tres a?os. Dejamos la casa, las mulas, la motosierra, las cosechas y 60 gallinas", recuerda. No puede contener las l¨¢grimas: "La guerrilla quer¨ªa que mis hijos y mis nueras tomaran las armas y se fueran con ellos y preferimos huir". Graciela y sus compa?eras, a las que los paramilitares les dieron apenas horas para abandonarlo todo, viven con temor en Barranca . La ciudad esta bajo control paramilitar. Armados y a veces uniformados, vigilan sus calles, dan ¨®rdenes.
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