Sin capacidad de respuesta

Resulta aflictivo confesarlo en cada ocasi¨®n, pero debo decir que pertenezco al nutrido estamento de individuos inhabilitados para los n¨²meros, balances y contabilidades. En consecuencia, cometer¨ªa una temeridad si me aventurase a comentar la auditor¨ªa de la Sindicatura de Comptes sobre el ejercicio 200l de la Generalitat. Una temeridad y un abuso, pues ¨²nicamente conozco de su contenido lo mismo que cualquier lector de prensa: los res¨²menes divulgados de los siete vol¨²menes de que consta el documento y algunas pocas opiniones al respecto, por lo general partidistas, lo que no es sin¨®nimo de enga?osas.

No obstante, de lo dicho y escrito se desprende con sobrada verosimilitud que el mentado ¨®rgano fiscalizador ha constatado un denso listado de anomal¨ªas e irregularidades en la administraci¨®n de los dineros p¨²blicos. Tampoco habr¨ªa de sorprendernos. El Gobierno auton¨®mico, desde que ejecuta sus propios presupuestos, se ha contagiado crecientemente de las perversas pr¨¢cticas financieras al uso y, sobre todo, de una pertinaz opacidad a la par de un descomunal descaro para dar y quitar, bailar partidas, fragmentar adjudicaciones y, en suma, pasarse por el forro leyes y reglamentos. Todo, claro est¨¢ -o debemos suponer-, por mor de la eficiencia.

El problema no reside en que un a?o tras otro la Sindicatura aflore esta picaresca, sino en que nos hayamos avezado a ella. Y lo que es peor, en que el Gobierno no se sienta aludido ni conminado a esclarecer o justificar las imputaciones de la instituci¨®n fiscalizadora. A su entender, y aludo al consejero de Econom¨ªa y Hacienda, Vicente Rambla, los cr¨ªticos son unos manipuladores carentes del m¨ªnimo rigor contable. Exculpaci¨®n demasiado simple y elusiva cuando se han aventado tantos indicios de desorden, desmadre y parcialidad, que podr¨¢n ser m¨¢s o menos graves, pero que en todo caso exigen una explicaci¨®n p¨²blica donde hay que hacerla, en las Cortes.

Ignoro si el Consell y el citado consejero se avendr¨¢n a comparecer en la C¨¢mara, asumiendo los requerimientos del PSPV y EU, u optar¨¢n por dar el silencio como respuesta. En este ¨²ltimo caso, nos tememos que cometer¨ªan un error de bulto. En primer lugar, porque tal escaqueo vendr¨ªa a confirmar los desarreglos econ¨®micos que se le imputan, acreciendo adem¨¢s las sospechas. En segundo, porque abonar¨ªa la impresi¨®n -que sus opositores denuncian reite-radamente- de utilizar el foro parlamentario para su exclusiva conveniencia y, por ¨²ltimo, porque ya va siendo hora de que el partido gobernante d¨¦ se?ales de que todav¨ªa est¨¢ en el pescante de la Administraci¨®n y no recluido en la desgana o el autismo.

Y una raz¨®n m¨¢s. El PP valenciano est¨¢ necesitando dar pruebas de que el asunto Aguas de Valencia y el famoso grupo medi¨¢tico que promov¨ªa no lo ha noqueado despu¨¦s de dar la cara en el hemiciclo parlamentario. De aquel lance sali¨® con el rabo entre las piernas y ¨¦sta es la oportunidad que se le propicia para demostrar -si puede, obviamente- que no ha perdido el br¨ªo pol¨ªtico, que sigue siendo caballo ganador y, especialmente, que las cuentas est¨¢n claras como un vaso de agua clara, que no de Valencia. Obstinarse en rehuir el lance es exponerse a la ineludible somanta de cr¨ªticas que ya le llueven y que encaja con desd¨¦n, pero delatando asimismo que no tiene nada que alegar.