No llueve caf¨¦ del cielo
"La libertad no se da, se conquista", grandilocuente expresi¨®n de un precepto de acci¨®n pol¨ªtica que encuentra su traducci¨®n castiza, verso en el tango, de que "quien no llora, no mama". No s¨¦ por qu¨¦ la gente tiende a pensar y a asumir como algo natural que la acci¨®n de gobierno, sus creaciones materiales, son exclusivas de esos gobiernos, de su buena o mala voluntad, en definitiva de su magnanimidad. Nada menos cierto. Primero porque los "gobiernos" no existen, lo que tenemos son unas personas, con mayor o menor capacidad, que tienen la legitimidad para hacer y deshacer a su antojo, dentro de los l¨ªmites que la constituci¨®n pertinente defina. S¨ª, hacer y deshacer a su antojo, aunque ese antojo siempre est¨¦ provocado por el gui?o c¨®mplice de un amigo o la promesa de alg¨²n poderoso. Si no, c¨®mo se puede entender y explicar la modificaci¨®n legislativa que los Se?ores Aznar, Zaplana, Piqu¨¦, Rato, etc¨¦tera han introducido en la regulaci¨®n del sector audiovisual subidos en el vag¨®n de cola de la llamada "ley de acompa?amiento"; que, por cierto, ley que m¨¢s bien deber¨ªa llamarse "de las malas compa?¨ªas".
Pues eso, que quien no reivindica, quien no exige, nada consigue. Bien sea una exigencia realizada en habitaciones cerradas y con la amenaza de una publicaci¨®n de vicios privados que hasta ese momento se han presentado como p¨²blicas virtudes, bien prometiendo futuras, nunca presentes, prebendas, consejer¨ªas delegadas, direcciones de empresas o acciones cruzadas (hoy te hago part¨ªcipe de los beneficios de la acci¨®n pol¨ªtica, ma?ana me adjudicas unas cuantas acciones de tus empresas). Y todo ello de forma oculta, evidentemente, pues la luz las deshar¨ªa como si de vampiros se tratasen.
Pero esa exigencia, esa reivindicaci¨®n tambi¨¦n puede hacerse a la luz del d¨ªa, en la calle. Y de ella puede nacer lo reivindicado; de ella, que nadie lo dude, nace lo reivindicado. Si no, ?de qu¨¦ ¨ªbamos a tener los centros educativos que se han construido en estos tres ¨²ltimos a?os y aquellos que se est¨¢n construyendo o est¨¢n en fase de elaboraci¨®n? ?Es que alguien cree que han llovido del cielo? Del cielo no llueve ni caf¨¦ ni nada que de material est¨¦ hecho y menos si su factura depende del gobierno. Nuestros gobernantes que, en el Pa¨ªs Valenciano, comenzaron su acci¨®n en el a?o 1995 diciendo que sobraban centros educativos p¨²blicos, que paralizaron todas las propuestas de obras que hab¨ªa realizado el gobierno socialista a ¨²ltima hora, que afirmaron orgullosos, crecidos, que su escuela era la privada y que la ense?anza p¨²blica deb¨ªa ser subsidiaria de la privada, nuestros gobernantes del Partido Popular, digo, en 1995 no pensaban gastarse ni un duro en crear las infraestructuras necesarias para desarrollar una ley en la que, adem¨¢s, no cre¨ªan.
Han sido las "Plataformas en defensa de la escuela p¨²blica" quienes han torcido la voluntad de nuestros gobernantes. Ellas, centradas en reivindicar lo propio, la escuela p¨²blica, sin constituirse frente a nadie; ellas, saliendo a la calle a?o tras a?o, ya no reivindicando, sino gritando la necesidad de centros de ense?anza de infantil, primaria o secundaria. Las Plataformas de Alicante, Castell¨®n y Valencia; las de L'Horta Sud, la Safor, La Plana de Castell¨®n, Las Marinas... Buscad en el mapa un pueblo con un n¨²mero significativo de ni?os y ni?as, de chicos y chicas en edad escolar, y a?adidlo a la lista. Es a ellos, a las madres, a los padres, a las organizaciones sindicales, a los estudiantes, a los movimientos ciudadanos, es a ellos a quienes debemos esos centros que estos d¨ªas se presentan en una costosa campa?a publicitaria. No los ha construido la Generalitat, los han construido cada una de las voces que los han venido gritando a?o tras a?o.
Pero, la acci¨®n no termina al ver el centro ya construido pues hay que velar porque lo que haya dentro de ¨¦l coincida con lo que esperamos, con lo que pensamos que debe constituirlo. Y para ello es imprescindible una legislaci¨®n educativa que contenga la respuesta a los interrogantes que crean las nuevas generaciones en una sociedad que ha cambiado su escala de valores, sus modos de relaci¨®n entre las personas, sus deseos, sus expectativas... Desde hace a?os somos muchos los que hemos venido pidiendo una respuesta reglamentaria, no legislativa, a los nuevos problemas que en 1990 no exist¨ªan o nos eran desconocidos. Se han hecho propuestas, se han dise?ado programas... pero la contestaci¨®n del Gobierno del Partido Popular ha sido una nueva Ley educativa. Por eso ha de seguir la movilizaci¨®n, ahora contra la Ley del Castillo. En ella no encontramos ni una soluci¨®n a los problemas que los ni?os y ni?as tienen en infantil, primaria o secundaria. En primaria, la Sra. del Castillo lo deja todo tal como estaba. Nada cambia. El profesorado de secundaria, as¨ª pues, seguir¨¢ teniendo el mismo tipo de alumnado que tiene ahora. Entonces, ?para qu¨¦ esta nueva ley? La respuesta no est¨¢ en el viento, sino en el conocimiento de a qui¨¦n beneficia, en saber de qui¨¦n son las palabras m¨¢s elogiosas para esa Ley y su ministra.
La construcci¨®n de los centros educativos es una evidencia frente a los pesimistas, un ¨¦xito contra los esc¨¦pticos. Lo que nada produce es la lamentaci¨®n permanente, que en algunos ya es eterna, paralizante, est¨¦ril. Se pod¨ªan pasar al otro lado de la esperanza, y por lo menos ser¨ªan felices o, cuando menos, nos lo facilitar¨ªan a nosotros; los tendr¨ªamos de opuestos, nos ahorrar¨ªamos sus llantos y adem¨¢s no abrumar¨ªan a los reci¨¦n llegados a la acci¨®n pol¨ªtica y social con sus quejas permiti¨¦ndoles expresarse y hacer. No en vano, ellos son el pa?o con el que los prestidigitadores que ahora est¨¢n en el gobierno ocultan los trucos de sus acciones. Si alguien lo duda, que observe a la ministra de Educaci¨®n, de los lamentosos habla continuamente, a ellos utiliza para convertir una jarra de agua en un vulgar ramo de flores de papel.
Luis Garc¨ªa Trapiello es secretario de Pol¨ªtica Educativa de la Federaci¨®n de Ense?anza de CCOO-PV.
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