Los l¨ªderes de la izquierda italiana se encuentran al borde de la ruptura
Duro cruce de acusaciones a s¨®lo cuatro meses de las municipales
Veinte meses despu¨¦s del descalabro electoral de mayo de 2001, la izquierda italiana ha superado las previsiones m¨¢s pesimistas present¨¢ndose, en v¨ªsperas de las elecciones municipales de mayo pr¨®ximo, como un conjunto heterog¨¦neo de reinos de taifas que se combaten a muerte entre s¨ª. El panorama es particularmente desolador en el partido de los Dem¨®cratas de Izquierda (DS, antiguo PCI), dividido entre los seguidores del secretario general, Piero Fassino, y los que apoyan al ex l¨ªder sindical Sergio Cofferati.
Durante meses, Fassino ha intentado ignorar el problema, pero esta semana ha pasado al ataque, "harto" de los excesos del "cofferatismo", en los que ve la huella del "viejo estalinismo". La ira de Fassino ha estallado por culpa de una propuesta del primer ministro, el magnate Silvio Berlusconi, que invit¨® en Navidades al Olivo a discutir con el Gobierno las reformas institucionales. Se trata, una vez m¨¢s, de cambiar el cuadro de mandos del poder, bien al estilo franc¨¦s, al alem¨¢n, o incluso al brit¨¢nico, pasando por alto el detalle de la monarqu¨ªa. Ingenuamente, Fassino, al igual que Francesco Rutelli -l¨ªder de la minicoalici¨®n centrista la Margarita-, entraron en el debate. Craso error. Pocos d¨ªas despu¨¦s, Cofferati les vapuleaba rechazando en diversas entrevistas la idea de sentarse a negociar con Berlusconi y subrayando adem¨¢s algo que parece obvio: "Las reformas no son el tema importante en estos momentos", declar¨®.
El resultado de la intervenci¨®n de Cofferati fue que Fassino y Rutelli reconsideraron su posici¨®n y el jueves hicieron p¨²blica la propuesta de reformas del Olivo, que pasa por una nueva ley para regular el conflicto de intereses de Berlusconi y mayor pluralidad en la televisi¨®n p¨²blica.
La siguiente escaramuza dial¨¦ctica se produjo un d¨ªa despu¨¦s, cuando Fassino acept¨® la posibilidad de una reforma del sistema de pensiones. Esta vez las cr¨ªticas han procedido del sucesor de Cofferati al frente del poderoso sindicato de izquierdas, la CGIL. Las pensiones no se tocan, ha venido a decir Guglielmo Epifani, colmando la paciencia del l¨ªder te¨®rico de la izquierda, que se ha declarado "harto" de que se le supervise y se le corrija a cada minuto, poni¨¦ndole a Cofferati como modelo. Una intervenci¨®n que no ha gustado a la corriente de izquierdas de los DS. "Me parece una verdadera agresi¨®n. Nosotros s¨®lo queremos un partido abierto", dijo Giovanni Berlinguer, hermano del l¨ªder hist¨®rico del PCI.
En este clima enrarecido se multiplican los actos, las conferencias, m¨ªtines y encuentros pol¨ªticos que tienen a Cofferati como estrella invitada, siempre con alg¨²n tir¨®n de orejas para Fassino, siempre con alg¨²n reproche por falta de sensibilidad hacia el movimiento social que est¨¢ detr¨¢s de los girotondi, los corros de protesta dirigidos por el cineasta Nanni Moretti y por el director de la revista Micromega, Paolo Flores d'Arcais.
Ayer mismo, m¨¢s de 5.000 personas aplaudieron a Cofferati en Florencia, donde El Chino (por la forma oriental de sus ojos) particip¨® en un acto pol¨ªtico, flanqueado por el propio Moretti. No todos los poderes f¨¢cticos de la izquierda apoyan a Cofferati. Carlo de Benedetti, el antiguo patr¨®n de la Olivetti, gran adversario de Berlusconi, ha patrocinado otra asociaci¨®n, una especie de laboratorio de pensamiento bautizado con el nombre de Libertad y Justicia, que pretende dar cuerpo a una alternativa de oposici¨®n moderada que podr¨ªa apoyar a Romano Prodi, caso de que el hoy presidente de la Comisi¨®n Europea decida probar suerte en las elecciones de 2006. Entre los promotores de Libertad y Justicia figura el escritor Umberto Eco.
El camino se ha vuelto empinado y lleno de espinas para Fassino y Massimo d'Alema, elegidos l¨ªderes del partido en 2001. Hasta el punto de que un importante editorialista de la revista de izquierdas L'Espresso, Giampaolo Pansa, no duda en reconocer los s¨ªntomas de una inminente escisi¨®n en la Quercia, nombre con el que se conoce al ex PCI. "El Chino jura que no protagonizar¨¢ ninguna escisi¨®n", se?ala Pansa, pero, "?qui¨¦n puede asegurarlo? En pol¨ªtica, los desastres se producen a veces contra la voluntad de todos".
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