Lo que la gente entiende
Nos explica Javier Arenas, escenificando la doctrina del PP al respecto, que no son positivas (se supone por tanto que son negativas) aquellas decisiones judiciales que la gente no entienda. Se refer¨ªa l¨®gicamente a las ¨²ltimas excarcelaciones decretadas por la juez Alonso en relaci¨®n con personas que, seg¨²n sus informes, se han apartado de ETA y han cumplido ya la mayor parte de su condena.
Yo no estoy muy seguro de qu¨¦ es lo que la gente entiende o deja de entender. Aun reconoci¨¦ndome bastante heterodoxo, me considero tambi¨¦n parte de la gente y sin embargo la decisi¨®n me ha parecido bastante entendible. Es m¨¢s, me atrever¨ªa a decir que la noticia me ha resultado gratificante, en tanto que representa, seg¨²n nos ha explicado la juez, el abandono de la disciplina terrorista por otras dos personas.
Pero, en todo caso, la idea de que las decisiones judiciales se basen en los sentimientos de la gente en cada momento y no en los valores c¨ªvicos y democr¨¢ticos representados en este caso en la Constituci¨®n, me pone los pelos de punta. Seg¨²n esa regla de tres no tiene sentido la defensa de valores o derechos universales ya que todo deber¨ªa depender de las costumbres, las tradiciones, o las emociones.
Ser¨ªa interesante en todo caso discutir sobre lo que la gente entiende. ?Cu¨¢l es la gu¨ªa, o el term¨®metro, para interpretar las entendederas del personal? ?C¨®mo determina el PP aquello que entiende la gente? ?En qu¨¦ laboratorio se analizan los pronunciamientos de la gente sobre temas acerca de los cuales no ha sido expresamente consultada? ?No ser¨¢ que, por el contrario, primero se diagnostica cual es el inter¨¦s del gobierno, luego se pone en marcha toda la poderosa maquinaria medi¨¢tica a su servicio para conformar un estado de opini¨®n y, finalmente, se toma el mismo como referencia indiscutible?
Se me ocurre sin embargo que hay otros terrenos, distintos del judicial, en los que podr¨ªa aplicarse la doctrina del PP sobre las entendederas del personal. Los sesudos asesores de la Moncloa pod¨ªan, por ejemplo, afanarse en conocer lo que la gente piensa sobre algunas cuestiones, para obrar despu¨¦s en consecuencia. De esa manera, tal vez pod¨ªan darse por enterados de que la gran mayor¨ªa de este pa¨ªs rechaza la pol¨ªtica belicista y de sumisi¨®n a Bush defendida por Aznar, decidiendo por tanto modificarla.
Siguiendo en esa misma l¨ªnea, pod¨ªan enterarse de lo que piensa la gente sobre las sucesivas reformas laborales que han convertido a este pa¨ªs en el de mayor ¨ªndice de precariedad laboral de Europa. O, tal vez, pod¨ªan percatarse de que lo que piensa el personal sobre la actuaci¨®n del Gobierno en el tema del Prestige, incluida la ¨²ltima bravuconada de prohibir a su delegado en Galicia comparecer ante el Parlamento de aquella comunidad. El cat¨¢logo de posibilidades ser¨ªa interminable y podr¨ªa dar mucho juego. Sin embargo, no parece que el saber o entender de la gente tenga demasiada importancia cuando no conviene a quien gobierna.
Malos tiempos para la democracia. Triste panorama ¨¦ste en el que los que detentan el poder juegan con las emociones de la gente seg¨²n les interese en cada momento. Cuando hace unos a?os Clinton decidi¨® una serie de bombardeos sobre Irak y sobre Sud¨¢n para desviar la atenci¨®n de sus esc¨¢ndalos sexuales, algunos pensamos ingenuamente que algo as¨ª ser¨ªa dif¨ªcilmente asumible por estos pagos.
Y, sin embargo, la mancha del Prestige ha tenido el mismo efecto que la del traje que guard¨® celosamente la Levinsky en su armario. No s¨®lo se pone a la juez Alonso a los pies de los caballos, sino que se anuncian todo tipo de cambios legales -no contemplados en ning¨²n programa electoral votado- para cambiar la conversaci¨®n. All¨¢ en Guant¨¢mano los presos son tratados como perros ampar¨¢ndose en la conmoci¨®n producida por el 11-S.
Aqu¨ª, se niega la reinserci¨®n de los presos etarras justific¨¢ndolo en el dolor de las v¨ªctimas...y -seg¨²n Arenas- en lo que la gente entiende. Mal comienzo de a?o.
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