Con el pupitre a cuestas
Los hijos de temporeros estudian un mismo curso en varios colegios Los hijos de temporeros estudian un mismo curso en varios colegios
Viven en una tienda de campa?a o en una caravana durante meses. Llegan a un pueblo a recolectar cebollas y dos semanas despu¨¦s est¨¢n en otra provincia recogiendo uva, n¨ªscalo, aceitunas o fresas, seg¨²n se tercie. Los temporeros viajan con sus familias de pueblo en pueblo y sus hijos pasan de un colegio a otro y a otro en un solo curso. Andar con el pupitre a cuestas les acarrea algunos retrasos y problemas de adaptaci¨®n. Hay ni?os que tienen dificultades para leer y escribir con nueve a?os. Apenas el 50% permanece escolarizado de forma estable.
Tamara tiene 11 a?os, es de Almagro, vive en Ciudad Real y de mayor quiere ser maestra. Sus padres son temporeros y trabajan a salto de mata durante medio a?o. En ese tiempo, Tamara, como su hermano ?ngel, estudiar¨¢ en cuatro colegios de cuatro localidades diferentes. Comenz¨® el curso en Lominchar (Toledo) donde sus padres recogen el cebollino. A los 15 o 20 d¨ªas se trasladaron a Venta de Retamosa (Toledo) para la vendimia y antes de octubre plantaron su campamento en Cogolludo (Guadalajara), para recolectar el n¨ªscalo. Con los primeros hielos se marchan a su domicilio en Ciudad Real, donde, con un poco de suerte, terminan el curso si su padre no decide salir para la campa?a aceitunera en los meses sucesivos.
Los Palomo, familiares de Tamara, pasaron el verano en una tienda de campa?a en Cogolludo (Guadalajara), junto a una decena de familias. Sin agua corriente y con la luz que les llegaba de una nave pr¨®xima. Jornaleros de varias generaciones, los Palomo est¨¢n acostumbrados a vivir lejos de su hogar. Padres y hermanos salieron de casa el pasado mes de julio y han regresado para pasar la Navidad.
En el Colegio Rural Agrupado (CRA) de Cogolludo, que tambi¨¦n tiene aulas en las localidades de Espinosa, Carrascosa, Arbanc¨®n y Majaelrayo, hay 15 profesores y 105 alumnos, 48 de los cuales est¨¢n en Cogolludo. Cuando llegan los temporeros en el oto?o escolarizan a sus hijos, entre 15 y 25 ni?os seg¨²n los a?os, con lo que aumenta en un 40% el n¨²mero de alumnos. Esto ocasiona algunos problemas en la habitual organizaci¨®n del curso porque los profesores tienen que hacer tareas de apoyo en las clases. Dionisio Abell¨¢n es el director del CRA y reconoce que a pesar de estos peque?os trastornos se han acostumbrado con los a?os: "Con un poco de organizaci¨®n salimos adelante sin tener que pedir ayuda a la Consejer¨ªa de Educaci¨®n".
Entre traslado y traslado, estos chavales se dejan varias jornadas de clase por el camino, m¨¢s de dos meses por curso, que luego son irrecuperables. Ana Mar¨ªa Velasco trabaja con los m¨¢s peque?os de los que acuden al aula de Cogolludo y reconoce que los chicos tienen un enorme l¨ªo en la cabeza: "En cada colegio les cuesta adaptarse al menos un par de semanas. Le pasar¨ªa lo mismo a cualquier adulto que estudiase en sitios diferentes cada curso".
Cuando el trasiego se produce en los a?os en que el ni?o aprende a leer y escribir es muy dif¨ªcil que lo hagan correctamente, "y sin esa base es imposible continuar", confiesa Dionisio Abell¨¢n. En muchas ocasiones, cuando tienen 10 u 11 a?os salen al campo a ayudar a sus padres durante varios d¨ªas. Y as¨ª, los hijos de los temporeros suman al fracaso escolar el absentismo.
A pesar de ello estos chicos demuestran una inteligencia natural muy ligada al aprendizaje en la calle. "Son muy vivos", asegura Dionisio Abell¨¢n. "Dominan el cambio de pesetas a euros con facilidad. Si les dices 2.500 pesetas, enseguida saltan: 'Profe eso son 15 euros'; y resulta que quien lo dice tiene ocho a?os y no sabe ni escribir ni sumar. El retraso en la escuela se debe al entorno y a los continuos traslados", dice el director del colegio.
Almudena Tobes es una profesora especializada en el apoyo a muchachos con deficiencias escolares. Sabe que si utiliza el n¨ªscalo o la aceituna en sus problemas de matem¨¢ticas consigue que los chicos presten atenci¨®n, aunque el repaso en casa es "imposible". El mundo escolar de los hijos de los temporeros es un universo especial que se refleja en los dibujos de los m¨¢s peque?os. "Cuando les mandamos dibujar a la familia, lo primero que pintan son los coches y las caravanas, luego a sus hermanos y, al final, a sus padres que son, con diferencia, a quienes menos ven".
Comedor y transporte
En Andaluc¨ªa trabajan unos 50.000 temporeros y el n¨²mero de ni?os que se desplazan junto a sus padres oscila entre los 10.000 y los 15.000. La campa?a de la fresa en Huelva o la aceituna en Ja¨¦n es causa de masificaci¨®n en algunos colegios, "un problema que se agrava cuando los chavales llegan con el curso avanzado", como reflej¨® en un informe el Defensor del Pueblo en Andaluc¨ªa, Jos¨¦ Chamizo. Problemas parecidos ocasiona la vendimia en La Rioja.
El absentismo disminuye cuando se ofrece un servicio de comedor en el colegio y una buena red de transporte escolar. En Ja¨¦n el Convenio Colectivo del Campo establece que en las tareas de recolecci¨®n que pasen de 30 d¨ªas y los trabajadores deban pernoctar fuera del pueblo se proporcionar¨¢ transporte para ir a la escuela.
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