Esta vez no
La guerra "odiada por las madres" (y por los padres); la guerra, su muerte, su odio, su destrucci¨®n, puede, a veces, ser justa. Por mucho que nos duela y con todo el respeto del mundo para el leg¨ªtimo y no siempre acertado pacifismo. Porque si los pacifistas se hubieran impuesto en Inglaterra y Francia cuando Hitler invadi¨® Polonia, lo m¨¢s probable es que en la actualidad no habr¨ªa democracia en Europa, ni libertades p¨²blicas, ni derechos humanos, ni vida de gozo y progreso; y quien dice Europa dice el resto del mundo. La guerra justa para detener al m¨¢s diab¨®lico de los nacionalismos cost¨® sesenta millones de v¨ªctimas, y bien podemos decir que somos hijos de esos cad¨¢veres. De su memoria.
En los ¨²ltimos tiempos ha habido varias guerras justas, por muy injustas que, en el fondo, nos parezcan. Guerras terribles que causaron muchas bajas humanas, infames errores militares, dolor a espuertas, pero que resultaron inevitables y que, adem¨¢s, fueron refrendadas por la comunidad internacional. La primera, la guerra del Golfo, que fue el ¨²nico modo de parar los pies al asesino dirigente de Irak cuando invadi¨® por las bravas el estado soberano de Kuwait. La segunda guerra justa fue la intervenci¨®n occidental en los Balcanes, ineludible para frenar la limpieza ¨¦tnica del genocida Milosevic. La tercera guerra justa fue la liberaci¨®n de Afganist¨¢n del yugo fan¨¢tico y criminal de los dirigentes talibanes. Pues bien, todos esos hechos y argumentos no son, en absoluto, predicables de la invasi¨®n de Irak, que ya prepara Estados Unidos, con el apoyo incondicional de Blair y Aznar, con el apoyo vergonzante de Chirac y con el previsible apoyo t¨¢cito y perjuro de Schr?der. Esta vez no nos encontramos ante una guerra justa, sino ante una barbarie vengativa y petrolera, de enormes -y muy bien estudiadas- consecuencias geopol¨ªticas. Nadie duda de la estulticia y la crueldad de Sadam Husein, de sus a?agazas y delitos; pero no existe hasta la fecha prueba alguna de que el s¨¢trapa de Bagdad disponga del arsenal mort¨ªfero que se le atribuye. La sospecha no basta, el "eje del mal" no existe y el pueblo iraqu¨ª ya ha sufrido lo indecible.
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