El baloncesto de las estrellas

En el baloncesto, el enga?o y el amago son actos que los jugadores deben conocer tan bien como el control del bal¨®n o la precisi¨®n de tiro. Ello permite dejar clavado al contrario incapaz de reaccionar de nuevo una vez ha arrancado a correr en una direcci¨®n cuando en realidad el atacante finalmente ha salido por el lado contrario. Estas fintas y quiebros son posibles en NBA Live 2003, la ¨²ltima entrega del simulador de baloncesto de la canadiense EA Sports, gracias al sistema llamado estilo libre que emplea el uso de la palanca anal¨®gica derecha.

De esta forma, si se est¨¢ atacando y se dibuja una jota imaginaria con la palanca derecha, el jugador ejecuta un perfecto cambio de bal¨®n de mano por detr¨¢s, con el consiguiente aturdimiento del defensor. En caso de estar defendiendo, es posible hacer simulacros de tap¨®n simplemente haciendo que el jugador mantenga los brazos alzados pulsando la palanca derecha hacia arriba, al tiempo que es posible mantener toda la movilidad del jugador con la palanca izquierda. ?stos son s¨®lo dos peque?os ejemplos de las m¨²ltiples posibilidades que ofrece el novedoso sistema de control estilo libre que se vuelve devastador cuando cae en manos de un jugador experto capaz de enlazar varios movimientos especiales frente a los que el rival no tiene nada que hacer.

Visualmente, el t¨ªtulo ha mejorado m¨¢s en ejecuci¨®n de los movimientos que en lo puramente est¨¦tico. Bien es cierto que los jugadores ahora est¨¢n mejor definidos y que cada vez se parecen m¨¢s a sus hom¨®nimos reales, lleg¨¢ndose a poder leer incluso las inscripciones de los tatuajes, y que los efectos de los reflejos en el parqu¨¦, las sombras y dem¨¢s son bastante impresionantes. Pero donde se nota el progreso es en la fluidez y encadenaci¨®n de las acciones de los jugadores. Cada vez parecen m¨¢s naturales. Las animaciones intermedias, las que permiten pasar de estar corriendo a estar realizando un salto, de estar botando la pelota a realizar el lanzamiento, son muy correctas trasladando esa sensaci¨®n de que lo que hay en pantalla es un jugador real y no un monigote aut¨®mata.