Una embajada interesante

La visita de la Symphony Orchestra de Jerusal¨¦n, con el director Lawrence Foster (Los ?ngeles, 1941), ha tra¨ªdo a los ciclos de Iberm¨²sica un cierto aire renovador y, por lo mismo, pleno de inter¨¦s. Por una parte, est¨¢ la misma agrupaci¨®n en v¨ªa ascendente de bienhacer y biensonar; por otra, el conocimiento de una partitura como Scherzos y Serenatas, de Yinam Leef (1953); por una tercera, recordar la Sinfon¨ªa 1, Jerem¨ªas, de Leonard Bernstein, que es de 1944, y, en fin, el nuevo encuentro con un pianista de tanto valor como el argentino Bruno Gelber (Buenos Aires, 1941) en el Concierto en sol mayor, de Beethoven.

Bruno Gelber es un artista de primer orden por su pensamiento, la expresividad de su dicci¨®n, as¨ª como la penetraci¨®n sutil¨ªsima en la complejidad de una obra tal el Cuarto concierto. Todo es arte noble y refinado en Gelber y el encuentro, una vez m¨¢s, con esa forma entera, ver¨ªdica y sensible que le caracteriza, un acontecimiento. Foster, un todoterreno de la direcci¨®n, fue el maestro seguro, competente y eficac¨ªsimo que todos conocemos.