El precio de los sue?os
"En los sue?os desaparece el dinero. En todas partes. Puede que sue?es con el dinero. ?Pero nunca sue?as que est¨¢s pagando! Por eso es tan terrible despertar. Por eso despertar es peor que el hambre". As¨ª hablaba uno de los personajes de Lila y Flag, la novela con la que John Berger cerr¨® la trilog¨ªa De sus fatigas -completada con Puerca tierra y Una vez en Europa-, dedicada a la desaparici¨®n del mundo rural europeo. Lila y Flag (Alfaguara) narraba el choque de los emigrantes del campo con la sociedad urbana y, en cierto sentido, Un s¨¦ptimo hombre es, siendo algo m¨¢s que un ensayo, su reverso ensay¨ªstico. En di¨¢logo con las fotograf¨ªas de Jean Mohr, Berger cont¨® en esta obra, publicada originalmente en 1974, la experiencia de los trabajadores llegados a Francia, Suiza o Alemania desde Grecia, Turqu¨ªa, Portugal o Espa?a. Treinta a?os despu¨¦s, el libro sigue siendo a la vez un reportaje y un ensayo que cobra nuevos matices en un tiempo en el que han cambiado los protagonistas pero no las causas ni sus consecuencias.
UN S?PTIMO HOMBRE
John Berger Fotograf¨ªas de Jean Mohr Traducci¨®n de Eugenio Viejo Huerga & Fierro. Madrid, 2002 256 p¨¢ginas. 17 euros
Lo que ese volumen contiene
de narraci¨®n y de ¨¢lbum de familia sigue valiendo, con ser lo m¨¢s concreto, para todos los desplazados en el espacio y en el tiempo (y hay aqu¨ª toda una teor¨ªa sobre el tiempo): la decisi¨®n y el valor de la partida, la resistencia del viaje, el trauma de la llegada a un pa¨ªs cuya abundancia impresiona y escandaliza, el orgullo de ganar un sueldo, la invitaci¨®n a que vengan a reunirse con ellos, el sue?o del regreso a casa... Un sue?o que no siempre el dinero puede comprar. Por el camino: el miedo a no hablar y el miedo a hablar demasiado, la diferencia entre sentirse inferior y la realidad de ser tratado como un ser inferior. Sin metaf¨ªsica ni casi pol¨ªtica. El est¨®mago vac¨ªo no deja lugar a disquisiciones est¨¦tico-ideol¨®gicas como las del protagonista de Un pintor de hoy. Todo se reduce aqu¨ª a una cuesti¨®n de gram¨¢tica superviviente: "Aprendi¨® que el significado de las palabras cambiaba cuando el que las pronunciaba era ¨¦l. Ped¨ªa caf¨¦. Lo que la palabra caf¨¦ significaba para el camarero era que ped¨ªa caf¨¦ en un bar en el que no deb¨ªa pedir caf¨¦. Aprendi¨® la palabra chica. Cuando era ¨¦l quien la usaba, la palabra chica significaba que ¨¦l era una especie de perro salido".
Por otro lado, lo que en estas p¨¢ginas hay de datos e ideas es lo que ha envejecido particularmente. Aqu¨¦llos han cambiado. ?stas, muy poco. Berger y Mohr terminaron este trabajo entre 1973 y 1974, cuando hab¨ªa 11 millones de trabajadores emigrantes en Europa (uno de cada siete obreros; de ah¨ª el t¨ªtulo). Con todo, en un libro en el que no aparecen citados los mastod¨®nticos protagonistas de la econom¨ªa de hoy (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organizaci¨®n Mundial del Comercio) mantiene su vigencia no s¨®lo el retrato de los emigrantes, sino tambi¨¦n el de los trabajadores aut¨®ctonos, que renuncian a la pol¨ªtica y restringen sus reivindicaciones a lo econ¨®mico, aceptando la desigualdad como "el principio en que basar su propia autoestima", reforzando as¨ª, se nos dice, "la fragmentaci¨®n que la sociedad le impone ya de hecho". ?Nacionalismo frente a internacionalismo? Los sindicatos de la ¨¦poca no salen bien parados.
Apunta John Berger que la his-
toria puede ayudar a comprender que "lo normal" es s¨®lo "normativo". De ah¨ª su idea de que la emigraci¨®n no se produce en Europa porque la escasez de mano de obra la provoque el hecho de que su econom¨ªa crezca m¨¢s r¨¢pido que la poblaci¨®n: "Se trata de una escasez espec¨ªfica en un sistema de producci¨®n concreto. No hay suficientes trabajadores dispuestos a realizar los trabajos manuales mal pagados por los salarios que se ofrecen". Donde ayer se dec¨ªa Alemania vale decir hoy Espa?a. ?lbum, ensayo, panfleto, reportaje, relato, Un s¨¦ptimo hombre desvela que no es que el sistema, con sus desigualdades, funcione mal, es que funciona as¨ª. Y ya se sabe que el mejor laberinto no es aquel del que no se puede escapar sino aquel del que no se quiere escapar.
Un pintor de hoy. John Berger. Traducci¨®n de Pilar V¨¢zquez. Alfaguara. Madrid, 2002. 320 p¨¢ginas. 13,50 euros.
Presupuestos sin compromiso
EN OTRA MANERA de contar (Mestizo), una m¨¢s de sus colaboraciones con Jean Mohr, John Berger recuerda que en los reportajes las ambig¨¹edades son inaceptables; en las historias, inevitables. ?sa es la distancia que media entre Un s¨¦ptimo hombre y Un pintor de hoy, la primera novela publicada por el narrador y cr¨ªtico de arte. En ella, otro John, tambi¨¦n cr¨ªtico, apostilla los diarios, escritos entre 1952 y 1956, de Janos Lavin, un pintor h¨²ngaro asentado en Londres y desaparecido de la noche a la ma?ana. Mientras las aclaraciones del cr¨ªtico llevan el peso del hilo argumental, las notas del artista constituyen un apasionante tratado sobre la naturaleza y funci¨®n del arte (con penetrantes apuntes sobre la modernidad, el cubismo, el color o la obra de L¨¦ger, Goya o Tiziano) a la vez que una imprescindible aportaci¨®n al eterno debate sobre el compromiso art¨ªstico. Con el detonante de la ejecuci¨®n de un antiguo camarada de Lavin a manos de sus propios correligionarios, el pintor busca obsesivamente conjugar el papel de artista con el de activista, convencido como est¨¢ de que ¨¦ste tambi¨¦n trabaja para mejorar el mundo, aunque no lo haga a trav¨¦s del disciplinado y disciplinario realismo socialista. He aqu¨ª una tesis m¨¢s ambigua de lo que quisieron ver los que en 1958, a?o de publicaci¨®n de la novela, censuraron las simpat¨ªas comunistas de Berger y de lo que ver¨ªan hoy aquellos que reivindican un literatura social olvidando que tambi¨¦n lo privado es pol¨ªtico a la vez que minimizan lo que el narrador, para el que la pol¨ªtica comienza con el hambre, llama su "importancia pol¨ªtica como artista -no como pol¨ªtico-". Seg¨²n Lavin, "para un artista, la mejora es en gran medida una cuesti¨®n de mayor precisi¨®n al contar la verdad tal como la ve". A la pregunta de si dicha mejora es s¨®lo subjetiva, contesta: "No, porque una verdadera obra de arte comunica y, por consiguiente, ampl¨ªa la conciencia de lo que es posible", y "todas las formas de ampliar la imaginaci¨®n humana nos ayudan a alcanzar nuestra meta". De ah¨ª la futilidad de la divisi¨®n entre arte progresista y arte decadente: "Todo buen arte est¨¢ destinado al Hombre, y, por consiguiente, a nosotros". La gran virtud de una obra como Un pintor de hoy reside en la sabia mezcla de narraci¨®n y pensamiento. La ambig¨¹edad de sus personajes -empezando por el protagonista y terminando por su mujer ("son nuestras virtudes y no nuestros defectos las que nos separan") o por su compa?ero de escuela sordomudo ("dicen que es un profesor excelente, y lo creo, porque en lugar de hablar tiene que demostrar)- contribuye a la vitalidad de una novela que es mucho m¨¢s que una tesis. He aqu¨ª la libertad de las historias frente al manique¨ªsmo de la Historia. Cuenta Berger en una nota de 1988 que por los a?os en que escribi¨® este libro le¨ªa mucho a Albert Camus. Por esa misma ¨¦poca, el escritor franc¨¦s, clarividente y esc¨¦ptico respecto a las bondades de los para¨ªsos igualitarios jaleados por la gauche caviar, escrib¨ªa en uno de sus cuadernos: "Prefiero los hombres comprometidos a las literaturas comprometidas. Coraje en la vida y talento en la obra: de entrada, no est¨¢ mal".
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