Cumplir como buen vasallo
LE SALI? DE DENTRO, sin que nadie lo exigiera, sin que nada le obligara; sencillamente, andaba sobrado de ganas de que se supiera lo que ten¨ªa que decir, y lo dijo: o con Bush o con Sadam. Era el 12 de septiembre de 2002, un a?o y un d¨ªa despu¨¦s del fat¨ªdico 11-S. El presidente del Gobierno espa?ol clav¨® muy alto el compromiso de Espa?a con Estados Unidos. Era preciso que Bush supiera que en su combate "por la libertad y contra el terror" ten¨ªa en Espa?a un aliado incondicional.
Aznar dio un paso m¨¢s ese d¨ªa, un paso que debi¨® de levantar oleadas de ternura en la Casa Blanca. Pregunt¨¢ndose, sin que nadie le preguntara, qu¨¦ ser¨ªa preciso hacer si la ONU no aprobaba una resoluci¨®n exigiendo a Irak la admisi¨®n inmediata de inspectores, se respondi¨® ret¨®ricamente "si lo que se quer¨ªa decir con eso era que se estaba dispuesto a que la amenaza se mantuviera..., que si se hab¨ªa decidido no actuar". Lo mismo exactamente que dec¨ªa el documento La estrategia de seguridad nacional, publicado por la Casa Blanca por aquellas fechas. Estados Unidos, se dice ah¨ª, intentar¨¢ conseguir el apoyo de la comunidad internacional, pero "no dudar¨¢ en actuar solo, si es necesario, para ejercer su derecho de defensa actuando preventivamente contra los terroristas". Solo nunca estar¨¢ Estados Unidos, ven¨ªa a tranquilizar Aznar, porque aunque el Consejo de Seguridad no aprobase ninguna resoluci¨®n, Estados Unidos deb¨ªa saber que Espa?a siempre est¨¢ a su lado.
?Lo est¨¢ porque el combate de Bush y el de quienes han elaborado su pol¨ªtica de defensa estrat¨¦gica se dirige contra el terrorismo? Aznar as¨ª lo argumentaba como raz¨®n de su incondicional compromiso: nosotros sabemos tambi¨¦n lo que es luchar contra el terror. Pero, dejando aparte la aberraci¨®n intelectual y el dislate pol¨ªtico que significa identificar a ETA con Sadam Husein, lo interesante del asunto es que el combate contra el terrorismo, en la actual pol¨ªtica de Estados Unidos, aparece como una excusa para ir al grano, a lo que de verdad importa. Y lo importante es que la ¨¦lite que hoy gobierna a la gran rep¨²blica americana ha llegado a la conclusi¨®n de estar viviendo una oportunidad hist¨®rica que no se puede dejar pasar, la oportunidad abierta por un triunfo absoluto que proporciona a Estados Unidos "una posici¨®n militar sin paralelo en la historia y una gran influencia econ¨®mica y pol¨ªtica".
Esta "decisiva victoria", consumada en el siglo XX, ha devuelto a su ¨¦lite dirigente el sentido de una misi¨®n universal para el siglo XXI. Despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001 no se puede caer en la rutina improductiva: es la hora de la acci¨®n. Y esa acci¨®n, en un mundo globalizado que no conoce diferencia alguna entre asuntos internos y externos, debe dirigirse hacia un nuevo espacio privilegiado, el cuerno de la abundancia que se extiende desde Asia Central hasta Arabia. De modo que de lo que se trata realmente, de lo que cualquiera puede enterarse porque lo han repetido con total desfachatez, es de establecer el dominio de la potencia vencedora de las dos grandes batallas del siglo XX, contra el fascismo y el comunismo, sobre ese territorio, derrotando a un nuevo enemigo, el terrorismo, y colocando a la cabeza de sus Estados reg¨ªmenes amigos. Terminada la tarea en Afganist¨¢n, le toca el turno a Irak. A partir de esa s¨®lida base, con aliados o sin ellos, Estados Unidos responder¨¢ a comienzos del siglo XXI a su destino manifiesto: extender una nueva forma de dominaci¨®n posimperial por todo el globo.
?Ha entendido el Gobierno espa?ol lo que de verdad est¨¢ en juego? No lo sabemos. Esto es lo irritante del trato que se nos dispensa cuando se ventilan cuestiones de pol¨ªtica exterior: que los compromisos anunciados por los presidentes de Gobierno no se debaten en el Parlamento, ni ante el p¨²blico. Simplemente, un se?or dice: con Bush, solo o acompa?ado, y asunto concluido. Pues bien, hay que explicar qu¨¦ significa estar hoy con Bush, ad¨®nde nos lleva esa ciega sumisi¨®n, con qu¨¦ apoyo interno cuenta el Gobierno para hablar en nombre de Espa?a. Si no lo hace, si elabora su pol¨ªtica mirando s¨®lo a la Casa Blanca, Espa?a cumplir¨¢ como buen vasallo su papel en el Consejo de Seguridad, pero sus opciones, adem¨¢s de alejarla del n¨²cleo fuerte de la Uni¨®n Europea, que es, como siempre (y que lo sea por muchos a?os), el t¨¢ndem franco-alem¨¢n, no servir¨¢n m¨¢s que para recibir de su se?or una palmadita en la espalda y una invitaci¨®n a desayunar.
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