Sucesiones: otro impuesto a la baja
HAY OTRA COSA que tienen en com¨²n Bush, Berlusconi y Aznar: que los tres van a acabar con el impuesto sobre sucesiones. En Italia no existe desde primeros de a?o; Bush lo pretende quitar antes de que termine la legislatura, y Aznar lleva las propuesta en el programa de las pr¨®ximas elecciones. Como es un gravamen transferido a las comunidades aut¨®nomas, el abandono se producir¨¢ en aquellas en las que gane el PP.
El impuesto sobre sucesiones grava las transmisiones mortis causa. Es por ello un impuesto antip¨¢tico, al que a veces se denomina impuesto de la muerte. Pero una cosa es que sea antip¨¢tico y otra es que sea injusto. Tres son los principales argumentos de los que pretenden acabar con ¨¦l: que supone un doble gravamen a bienes que ya fueron objeto de tributaci¨®n en otro momento; que no afecta a todos los espa?oles, ya que los navarros y los vascos est¨¢n exentos (para evitar la competencia fiscal, algunas comunidades lim¨ªtrofes como Cantabria y La Rioja ya han anunciado que retirar¨¢n el impuesto, sin esperar a las elecciones), y que, como efecto de la ingenier¨ªa fiscal, las grandes fortunas no lo pagan y recae sobre las clases bajas y medias.
Los grandes recortes de impuestos en EE UU en los ¨²ltimos 25 a?os, incluidos los ¨²ltimos de Bush, est¨¢n destinados a favorecer a los m¨¢s acomodados. Aunque los ricos se hagan m¨¢s ricos en comparaci¨®n con el resto
El intento de suprimir el impuesto de sucesiones sirve para testimoniar una tendencia: hay una competencia a la baja entre las fuerzas pol¨ªticas en general, en lo que se refiere a los impuestos, y en muchos casos tambi¨¦n en lo que se refiere a las prestaciones sociales (afortunadamente, este ¨²ltimo no es el caso de Espa?a). Como ¨¦stos han sido dos de los puntos m¨¢s fuertes en los programas cl¨¢sicos de la socialdemocracia europea, ello podr¨ªa explicar en parte las dificultades de las formaciones que se reclaman de esa ideolog¨ªa.
El economista Paul Krugman, una de las bestias negras intelectuales de los derechistas republicanos de Bush, ha descrito la supresi¨®n del impuesto de sucesiones en EE UU como parte de una campa?a para acentuar una pol¨ªtica econ¨®mica cada vez m¨¢s escorada a favor de los intereses de los m¨¢s poderosos. Los grandes recortes de impuestos de los ¨²ltimos 25 a?os, los recortes de Reagan en la d¨¦cada de los ochenta y los ¨²ltimos recortes de Bush est¨¢n destinados a favorecer a los m¨¢s acomodados. "A pesar de las confusiones", escribe el economista, "sigue siendo cierto que al final el recorte de impuestos de Bush ir¨¢ a parar al 1% superior de las familias". Seg¨²n Krugman, el impuesto sobre sucesiones es, "abrumadoramente, un impuesto sobre los ricos". En 1999, la mitad de ese gravamen fue pagada por 3.300 fincas, el 0,16% del total; una cuarta parte fue pagada tan s¨®lo por 467 fincas. "Las historias de granjas y negocios familiares deshechos para pagar el impuesto de sucesiones son fundamentalmente leyendas rurales; apenas se han encontrado ejemplos reales, a pesar de buscarlos con diligencia".
El economista reflexiona en alto: uno pod¨ªa pensar que un impuesto que recae en tan pocas personas y sin embargo produce importantes ingresos ser¨ªa pol¨ªticamente popular. Adem¨¢s, desde hace tiempo se ha argumentado que el impuesto de sucesiones promueve los valores democr¨¢ticos y la igualdad de oportunidades porque limita la capacidad de los ricos de formar dinast¨ªas.
Por tanto, ?por qu¨¦ ha habido una campa?a tan potente para revocar ese impuesto? Y se contesta: no es una casualidad que las opiniones fuertemente conservadoras, que militan en contra de los impuestos a los ricos, se hayan extendido aunque los ricos se hagan m¨¢s ricos en comparaci¨®n con el resto de nosotros: "Adem¨¢s de comprar influencias directamente, el dinero puede usarse para moldear las percepciones pol¨ªticas... A medida que aumenta el desfase entre los ricos y el resto de la poblaci¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica se preocupa m¨¢s por los intereses de la ¨¦lite, mientras los servicios p¨²blicos para la poblaci¨®n en general -sobre todo la educaci¨®n p¨²blica- se ven privados de recursos".
?Sirve algo de esta reflexi¨®n para el caso espa?ol?
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